Foto perfil Facebook Drusilla Foer
Como se sabe, el Festival de la canción de Sanremo es un caravan de refinada tecnología, una de las pocas ocasiones agregantes para la variegada y cada vez más liquida (para decirlo con Bauman) realidad social italiana.
Otra es, por supuesto, cuando juega la “Nazionale” de fútbol en los mundiales. El Festival es un caravan donde se presentan canciones dispuestas a quedarse en la memoria colectiva por décadas, y otras que no resisten l’espace d’un matin, mientras se alternan en el escenario viejas y nuevas glorias del mundo del espectáculo. Sin embargo, de alguna manera refleja los cambios culturales, y de gusto del gran público. Este año ha sido la revelación una de las co-conductoras de brillante presencia, con un impresionante 1,85 de estatura, unos vestidos elegantísimos fajando su cuerpo estatuario, y una cabellera blanca que sabe mover en un juego seductor, que roza la auto ironía. Pero, sobre todo, cautivan el público su gestualidad exuberante y su lenguaje hiriente, casi arrogante por momentos, intenso y apasionado en otros. Ella es, o representa, (lo que en este caso es lo mismo) a Drusilla Foer, una aristócrata florentina de vida venturosa, que cuenta en entrevistas, programas radiales, tv, y social. Hasta en un libro, “Tu non conosci la vergogna- (Tu no conoces la verguenza). Eleganzísima”. Un título que mezcla el termino “elegante” con la palabra toscana “ganza”, que significa fantástica, astuta, inteligente.
La vida que cuenta Drusilla, que se define entre los 40 y los 70, es para titillar fantasías, creando una leyenda. Debe su nombre a un barco donde sus abuelos vivieron una noche de pasión, dice, fue hija de un diplomático en Cuba, vivió en varias ciudades del mundo, tuvo una boutique de segunda mano en New York, viajó en moto con Tina Turner, obvio con tuta de piel negra, etc, Se casó dos veces, la primera con un exboxeador texano que resultó “horroroso”, dice, y del que se divorció, la segunda con un sólido empresario belga, que la dejó viuda. Ahora vive sola en casa con jardín, con la ayuda de una asistenta Ornella, que define cruel, y con quien pelea por teléfono. Tiene un perro a quien llamó Silvio, como Berlusconi, mira con ojos de deseos los jardineros fornidos, pero también habla con humor de su edad. Atrás del refinado maquillaje del personaje de Drusilla está Gianluca Gori, un actor, fotógrafo, cantante de 55 años, nacido en Florencia como su personaje, no en una familia aristócrata sino antiburguesa, que lo educó a ser libre. Es discreto sobre su vida privada, mientras no ahorra detalle sobre la extrovertida Drusilla. Y muchos/as se la creen real.
Lo que cause hilaridad es el contraste entre los modismos convencionales de una señora de alta burguesía, con los contenidos de su conversación, que en realidad tratan de desmontar los prejuicios de sus interlocutores, antes que nada, la homofobia, o el “como deberían vestirse las mujeres para no provocar violaciones”. “¿Yo escandalosa?”, exclamó al entrar en el Festival. Yo aquí soy la más normal…” “Tú tienes algo más que yo, le dice una veterana cantante, Iva Zanicchi, aludiendo a su masculinidad. “Sí, soy culta”, responde Drusilla.
Su mensaje es tener coraje para ser auténticos, ser libres, exponerse. Ella se expone hablando en sus entretenidas performances de la violencia contra las mujeres, o final de los derechos de los trabajadores. Pienso, y pienso mucho, dice. Y en el discurso final en el Festival, donde llegó con cierto temor, que superó imaginándose de ir a “un festival de la salsicha”, hizo un discurso más amplio.
Los tiempos están cambiando, (reporto resumiendo), cambia la forma de comunicar, con los social, hay una nueva manera de aprender, más subitánea y tal vez superficial. Se grita mucho sin saber lo que se dice. Cambian las maneras de ser hombre y mujer, hay hombres que se están suavizando, y mujeres adquiriendo autoridad. A una chiquilla su fan que se siente insegura y le pregunta como puede ser hiriente y aguda en las palabras como ella, responde que no basta con ser hiriente, hay que saber lo que se dice. Cualquier realización personal necesita atención, escucha, profundización, preparación. Llegar a ser uno/a mismo/a, como le advirtió en su mensaje final su abuela, es una conquista. Escucharnos a nosotros mismos, escuchar a los demás, es la primera revolución de nuestros tiempos.
“ELEGANZISSIMA”
Date non ancora Sold Out 10.02.2022