Escrit per Lola Luna
OPINIÓN
Conocí a Victoria Sau en las I Jornadas Catalanes de la Dona en 1976. Recuerdo nítidamente que estaba en la puerta del Paraninfo de la Universidad de Barcelona (UB), junto con su hija Gema.
Por entonces ella estaba vinculada al Colectivo Feminista de Barcelona y mi persona al Seminario Colectivo Feminista de Madrid, y ambos estaban en contacto. A eso se debió nuestro encuentro. Cuando en septiembre del mismo año vine a vivir a Barcelona la rencontré en algún acto feminista y seguimos hablando. Desde el comienzo tuvimos una conexión fuerte. Nuestros caminos muy pronto se entrecruzaron. Coincidimos como profesoras en la UB. Por otro lado, yo participaba en LAMAR, y ella formó el grupo de Dones y Cultura…
Más tarde cuando preparaba su tesis doctoral en la UB hablamos sobre el tema: el ciclo menstrual y me invitó a su lectura. Recuerdo que el Tribunal estaba compuesto por tres profesores y dos profesoras y que fue duramente criticada en sus argumentaciones. Como doctora tenía yo el derecho a intervenir y así lo hice defendiendo su enfoque feminista.
De ahí en adelante no solo tuvimos una relación personal –apoyándome en varias ocasiones y en diferentes situaciones- sino que tuve la suerte de contar con ella en las actividades que organicé desde el Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad (SIMS) y con publicaciones de sus textos en libros del SIMS y en la revista Hojas de Warmi. Fue una relación fructífera en colaboraciones: en las actividades del SIMS participando en el primer Doctorado de Mujeres y otros cursos. Su última Conferencia fue sobre Maternitat versus Paternitat en el 2008, celebrando los 20 años del SIMS. Además publicó constantemente en Hojas de Warmi. La ultima vez, cuando ya estaba enferma en la Residencia de Dolors Aleu, escribió para el nº 16 una carta a las Queridas Hermanas latinoamericanas
Alternamos la relación académica con la personal y recuerdo muy bien los restaurantes en dónde nos citábamos a comer y los regalos con los que Victoria me obsequió. En una ocasión, que quedamos a comer junto con mi querida y ya ausente Isabel Martinez, Victoria apareció cargando ¡¡dos tiestos de macetas!!
Con ella comencé a desarrollar mi discurso sobre el patriarcado y su oponente discursivo el feminismo, para lo que su Diccionario Ideológico Feminista fue una herramienta clave y así lo cité en varias ocasiones. Y siguiéndola también me nutrió intelectual y personalmente en uno de sus temas más desarrollados: la naturaleza de la maternidad.
A raíz de mis estudios inspirados en buena parte en la videografía sobre los movimientos de mujeres en América Latina, las Madres de Plaza de Mayo, las Madres de Héroes y Mártires de Nicaragua, y otros movimientos de madres populares barriales, empecé a desarrollar el tema del maternalismo como discurso del patriarcado sobre la maternidad, respecto a su posición de la no existencia de la maternidad, el vacío de la maternidad, etc. También fue clave, porque ambas coincidíamos en que la maternidad es libre o no lo es, posicionamiento feminista que ella ha desarrollado ampliamente, y que es una muestra de su pensamiento feminista radical, que comparto.
Pero Victoria, mí querida amiga Victoria para mí ha sido mucho más que madre intelectual, ha sido una madre moral a la que en los últimos años de vida le rogué que me dejara mimarla. Primero, muchos jueves y luego fueron muchos viernes, los días en que me reunía con ella en las Residencias en que estuvo. Ella leía, era una devoradora de libros, revistas y periódicos, y yo la acompañaba un rato, pensando en ella como la madre intelectual, moral y maternal, que he tenido la suerte de disfrutar
Desde entonces me felicito por la suerte que tuve de encontrarla en los caminos feministas y muchas veces la echo en falta.