OPINIÓN
Hace unos días una querida amiga me comentaba llena de dolor que no entendía cómo se llenaban las calles de Madrid para dar soporte a un partido emergente que se había apropiado del color morado, símbolo de las mujeres desde hacía muchos años, pero que, al tiempo, llevaba pocas propuestas feministas o simplemente para la igualdad en su agenda política.
Le provocaba rabia e impotencia.
Al hilo de esta conversación y del feminismo en las agendas políticas se emocionó y me contó algo que ocurrió hace un tiempo en su ciudad no sin antes hacerme prometer que no desvelaría ningún dato sobre donde se produjeron los hechos que voy a relatar.
Se produce el asesinato de una mujer y el posterior suicidio del asesino. Las familias de ambos destrozadas deciden cuando llegan al tanatorio poner ambos cuerpos en salas contiguas para poderles velar simultáneamente. Cuando mi amiga junto con un compañero se acerca a la familia de la víctima asesinada, una vecina de la misma que estaba presente “justifica” la decisión con “el terrible dolor y la enorme tristeza que este ACCIDENTE ha provocado llevándose por delante la vida de la pareja”. Mi amiga no salía de su asombro, pero es que la vecina continuó con su discurso añadiendo que “con lo bien que se llevaban justo ahora”. Por lo visto el acompañante de mi amiga, aquí ya saltó y le respondió algo parecido a “estaban tan bien que el tipo la ha asesinado”. La vecina sin mediar palabra dio la espalda y se fue sintiéndose ofendida por el comentario.
Pero el tema no acabó ahí. Por lo visto cuando llegó la hora del entierro las familias de nuevo, habían decidido enterrarles en nichos contiguos para que descansaran juntos eternamente, como Romeo y Julieta. Y se quedaron tan anchas.
Ni que decir tiene que me quedé de piedra ante lo que me contaban. El patriarcado en estado puro y mostrando sus mejores armas en las actitudes de las familias, sobretodo en la familia de la víctima que bajo capas de vergüenza, miedos atávicos y a saber qué emociones más, negaba la evidencia del terrorismo que había vivido la víctima y la seguía condenando a “una vida eterna” junto al monstruo que la había maltratado y asesinado. Terrible. Una terrible y dolorosa complicidad patriarcal que de nuevo señala con el dedo acusador a la propia víctima, por el hecho mismo de serlo.
Las cifras sobre mujeres asesinadas por terrorismo machista en los últimos veinte años y sólo en el Estado Español son espeluznantes. 1332 mujeres asesinadas y desde 2008 han sido 20 las criaturas asesinadas por sus padres para provocar dolor a las madres. Si las queremos comparar con las muertes resultantes del terrorismo político y/o religioso que se ha venido ejerciendo desde los años setenta la diferencia es abismal. Este último y desde su inicio ha provocado 1222 muertes.
1.222 muertes de personas asesinadas en casi cincuenta años por terrorismo político y/o religioso frente a 1.332 mujeres asesinadas en veinte años por terrorismo machista y 20 criaturas en los últimos siete años.
A principios de esta semana asistimos a la firma del Pacto de Estado contra el Yihadismo Islámico que firmaron en solitario tanto el partido del gobierno como el primer partido de la oposición. Al calor de los asesinatos de París, ambos partidos decidieron, de nuevo, recortar libertades ciudadanas consolidar la cadena perpetua (con sus actuales eufemismos y reparos por parte del PSOE) en el Código Penal y dar solemnidad al discurso sobre seguridad y libertad. Qué pena…Son capaces de llegar a Pactos de Estado para recortar libertades pero no lo son para evitar los asesinatos de mujeres, que también somos ciudadanas.
Reducen hasta el mínimo los recursos destinados a sensibilización, formación y prevención de la violencia de género en cualquiera de sus manifestaciones, permitiendo de ese modo el asesinato de mujeres y de criaturas por parte de monstruos que sólo buscan provocar dolor y mantener privilegios y no pasa nada. Miran hacia otra parte. No son capaces de sentarse a negociar y llegar a un acuerdo o pacto de Estado en esta materia. Ni siquiera son capaces de llegar a acuerdos para hacer cumplir a rajatabla la legislación vigente en esta materia y siguen permitiendo que alguna gente implicada en los procesos cuestione la propia ley e incluso que se ponga en duda el hecho de la violencia de género en sí misma.
Me permito hacer, de nuevo la siguiente pregunta: ¿Se imaginan la reacción política y ciudadana si en un sólo año fueran asesinados setenta hombres?. Pues eso mismo. Seguramente ya habría Pacto de Estado para evitar esas muertes. Pero son las vidas de las mujeres las que se pierden y como venimos comprobando, para esa gentuza, son vidas de segunda.
Con este modelo patriarcal que se recrudece con el gobierno de esta gente del PP, se está produciendo un potente retroceso en los avances conseguidos socialmente hasta hace tres años en que llegaron como elefantes a una cacharrería y con la excusa de la crisis arrasaron con todo. Y digo esto porque vemos como, de nuevo, de vuelve a naturalizar la violencia que se ejerce contra las mujeres, sobre todo entre las más jóvenes y cada día es más frecuente encontrar a mujeres cada vez más jóvenes con problemas en sus primeras relaciones sentimentales.
Al mismo tiempo las personas más mayores que nunca entendieron que se sacara de lo privado la violencia de género, vuelven a sus discursos de que “entre marido y mujer nadie se debe meter” negando la evidencia de que el terrorismo machista ha de ser y estar en la agenda política de todos los partidos políticos como algo irrenunciable puesto que hablamos de la vida de muchas mujeres, de muchas personas en definitiva.
Las complicidades, terribles complicidades con el patriarcado suelen tener también terribles consecuencias para la vida e integridad de las mujeres, que hemos de recordar que somos ciudadanas de primer orden con derecho a tener vida y voz propia y, por supuesto también voto.
No es de recibo que a un Estado con una de las legislaciones más contundentes contra la violencia de género se nos estén dando tirones de oreja por parte de la ONU por no poner los medios necesarios para el cumplimiento íntegro de esa legislación.
No es de recibo que en menos de un mes desde los atentados de París se llegue a un Pacto de Estado que recorta libertades ciudadanas en aras a la protección de la vida de las personas y no se haya llegado a ese acuerdo para reforzar los medios para prevenir los asesinatos por terrorismo machista.
Se acercan múltiples citas electorales y yo tengo claro que sólo votaré a quien me nombre como mujer, a quien tenga integrada en sus propuestas la perspectiva de género de forma transversal y, por tanto lleve propuestas concretas para la prevención del terrorismo machista en todos sus ámbitos; desde el educativo más temprano hasta el político y económico pasando por el judicial.
Y por supuesto sólo desprecio a aquellos partidos (sean del color que sean) que lleven candidatos que hayan sido condenados por violencia de género o que cuestionen desde cualquier estamento la voz de las mujeres como ya hay alguno que en Andalucía ha puesto de candidato al exjuez Serrano que fue condenado a 10 años de inhabilitación por un delito de prevaricación dolosa al modificar un régimen de visitas para que el niño pudiese salir en un procesión de Semana Santa y que además fue quien desde su despacho de abogados, lanzó la campaña “Mujer sé honesta, denuncia cuando se deba y no cuando convenga”. A gente como esta, ni una simple mirada. Sólo profundo desprecio.
Cada día es más necesario un gran pacto entre mujeres para conseguir parar esta terrible sangría de vidas humanas, de talentos humanos por las terribles complicidades existentes con el patriarcado que se camufla para reinventarse y mantener sus privilegios apoyado en políticas cada vez menos sociales y más pragmáticas que evitan tratarnos como iguales a las mujeres. Y el capitalismo tiene muchísimo que ver en ello.
Necesitamos ser escuchadas en nuestra exigencia de preservar las vidas de las mujeres y de las criaturas que han sido arrebatadas injustamente por terrorismo machista. Necesitamos ya un gran Pacto de Estado que proteja la vida de las mujeres y de las criaturas, puesto que son las vidas de ciudadanas de primera.
Y exigimos estar presentes en la negociación de ese Pacto de Estado, de lo contrario de volverá a caer en las terribles complicidades del patriarcado que son quienes permiten que se nos asesine por ser mujeres.
Yo así lo exijo desde ya!!!