miércoles 16 octubre 2024

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Shaban Sidratu Jah: “Queremos poner fin al racismo estructural”

Shaban Sidratu Jah, nacida en Sierra Leona, llegó a Europa como refugiada. Ahora es la responsable y fundadora de la European Network of Women of African Descendent (ENWAD).

La vida de Shaban no ha sido fácil. Ser la primogénita de seis hermanos le supuso tener que ayudar a mantener a la familia junto al esfuerzo de su madre. Desde los cinco años vendía comida en la calle para el sustento familiar. “La calle es una experiencia muy dura, sobre todo, para una niña. Experiencia que recién, ahora, he conseguido superar”.

Su padre se opuso a que fuera a la escuela: “saber demasiado, ahuyenta a los maridos”, le decía. Por eso no pisó la escuela hasta casi los 9 años, gracias a la visita de una tía que vivía en los Países Bajos, y que insistió en que las niñas, también, debían estar escolarizadas.

Viviste años terribles, en un país en guerra, ¿cómo se consigue escapar de todo eso?
El poder ir a la escuela, para mí, significó mucho. Era la más grande de mi clase y me daba un poco de vergüenza, pero me gustaba estudiar y siempre sacaba muy buenas notas. He sido muy inquieta y con muchas ganas de aprender.

Siempre he tenido que trabajar para ayudar a la familia, pero he continuado estudiando. Así, hice un curso de mecanografía y empecé a familiarizarme con los ordenadores, cuando nadie en mi país lo hacía. Gracias a esto estuve contratada en una ONG japonesa que trabajaba para ACNUR. Y de ahí pasé a trabajar para la Misión de las Naciones Unidas en Sierra Leona.

De la venta ambulante, con apenas cinco años, a trabajar para la ONU. ¿Por qué abandonaste tu país?
El trabajo que hacía me gustaba, pero mi padre me estaba preparando un matrimonio concertado. No tuve más remedio que abandonar el país. A causa de la guerra no teníamos embajadas y tuve que ir a Senegal para pedir un visado para los Países Bajos, donde vivía mi tía. El hecho de trabajar para la Misión de las NNUU me facilitó el tener la visa por un mes, ya que pensaban que regresaría. Y evidentemente, no fue así.

Salí huyendo de un matrimonio forzado y también tuve que dejar Holanda por las presiones de mi padre hacia mi tía, para que regresara. Y acabé en España, sin conocer a nadie. Eso fue en 2005.

¿Y cómo fue tu llegada a nuestro país?
Solicité el estatus de refugiada y al principio estuve acogida en Sabadell. Todo era nuevo para mí, hasta el idioma. Me aconsejaron que empezara por el español, y así lo hice. En Sierra Leona me saqué mi primera carrera, ADE y aquí, con el tiempo, pude hacer un postgrado en ESADE. Después de regularizar mi situación, empecé a trabajar en una empresa de logística en Sabadell, muy cerca de los pisos tutelados donde había vivido. Me casé con un catalán, tengo un hijo y una hija. He estado trabajando para diferentes multinacionales, en cargos importantes. Y he seguido ayudando a mi familia en Sierra Leona.

Explicado así, parece fácil
No creas, ha habido momentos difíciles, también. Tengo que decir que, en general, siempre me he encontrado con gente buena, pero también he sentido bastante racismo: gente que no se ha querido sentar a mi lado, o bien, que apretaban con fuerza su bolso por miedo a que se lo robara. No es fácil vivir estas situaciones.

Volviendo a tu etapa laboral en multinacionales, ¿cómo cierras ese capítulo y acabas creando una asociación?
En la última multinacional en la que trabajé querían trasladarme a Malta, pero yo ya tenía mi vida organizada aquí y renuncié al puesto. Así que aproveché para seguir estudiando, hice Derecho y ahora estoy haciendo un máster en la Universidad de Londres.

Hacía tiempo que me rondaba en la cabeza trabajar en el ámbito social y ayudar al empoderamiento de las mujeres y jóvenes afrodescendientes, y a combatir la discriminación y la violencia machista, temas que conozco muy bien desde mi propia experiencia.

¿Y fundaste la Red Europea de Mujeres de Ascendencia Africana?
Sí, eso fue en 2013. Aunque ya antes había tenido reuniones en Francia, Alemania, Suecia… con mujeres afrodescendientes y mujeres migrantes, conociendo sus experiencias y escuchando sus problemas. Y aquí, también, conociendo y contactando con mujeres en Sabadell, en Granollers… mujeres con problemas de depresión, algunas para ir a comprar el pan tenían que pedir permiso a sus maridos.

Y paralelamente, me encontré con que mi hijo, que entonces tendría unos 6 años, descubría que su color de piel era diferente al de su padre y al del resto de sus compañeros. A partir de ahí, empecé a profundizar y a trabajar el tema del racismo y la discriminación en la escuela; y como los niños y niñas de diferentes culturas deben sentirse orgullosos de sus orígenes.

¿Qué objetivos persigue la entidad?
Queremos poner fin al racismo estructural y a todas las formas de discriminación contra las minorías étnicas y religiosas. Y también, eliminar la mutilación genital femenina, aquí y en cualquier lugar del planeta. Somos una red de mujeres de ascendencia africana que trabajamos para combatir el racismo y la discriminación racial, y apostamos por la interseccionalidad y la igualdad de género. Defendemos la protección de los derechos de las familias y de las personas jóvenes migrantes.

Se empoderan a través de la educación. Además, trabajamos para promover la inclusión social, apoyar al respeto a la diversidad y crear conciencia sobre las diferentes culturas de las mujeres de ascendencia africana; haciendo frente a los retos sociales y económicos a los cuáles se enfrentan estas mujeres.
En Europa, hay un perfil racial y una discriminación generalizada contra las mujeres de ascendencia africana. Sus derechos humanos básicos se violan diariamente, son utilizadas como esclavas sexuales, son discriminadas en su lugar de trabajo por el color de su piel, tienen acceso limitado a la educación, al trabajo, a la atención médica y a trabajos dignos. Muchas están en riesgo de exclusión social.

¿Cuál es vuestro día a día?
En ENWAD trabajamos cuatro líneas: la primera, incidencia política antiracista. La segunda, empoderamiento de las mujeres y jóvenes pertenecientes a minorías. La tercera línea es promover el principio de no discriminación por raza, etnia, diversidad sexual… Y la cuarta es la realización de estudios e investigaciones sobre las minorías en el ámbito político y social, e incidiendo en promover una mirada decolonial en la educación.

En estos momentos, forman parte de la Red doce organizaciones. Nos preocupa la situación de vulnerabilidad de las familias migrantes. Por eso, nos focalizamos también en formar, educar y dar acceso a los servicios sociales básicos. Acompañamos a jóvenes migrantes recién llegados. Y a la vez, tratamos de concienciar y sensibilizar a la sociedad sobre otras culturas y costumbres.
Nos gustaría también trabajar en origen, pero de momento, no contamos con el apoyo y los recursos necesarios. La verdad, es que podemos sostener nuestro trabajo aquí, sobre todo, por la gran cantidad de personas voluntarias que tenemos, pero necesitamos más fondos. Estamos haciendo un trabajo que no lo hace nadie más, pero estamos muy sorprendidas de cuánto nos cuesta el tema de la financiación. Tenemos muchas dificultas y pensamos que si no fuéramos nosotras y fuera otra ONG, seguramente tendrían mucha más financiación. Sinceramente, creo, que si fuéramos blancas, seguro que tendríamos más recursos.

Como ENWAD formamos parte, también, de una federación de entidades con sede en Bruselas, formada por 185 entidades de toda Europa: es la Red Europea Contra el Racismo, (ENAR en inglés). Es la única red paneuropea contra el racismo que combina la defensa de la igualdad racial y la facilitación de la cooperación entre los actores antirracistas de la sociedad civil. La organización, formada por activistas de base, se creó en 1998 con la misión de conseguir cambios legales a nivel europeo y hacer progresos decisivos hacia la igualdad racial en todos los estados miembros de la Unión Europea. El trabajo principal, pues, es el de incidencia política. Desde entonces, se ha avanzado mucho, pero aún nos queda mucho por hacer.

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Alícia Oliver

Periodista i activista feminista. Coordinadora de la Xarxa Europea de Dones Periodistes i de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género
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