Sólo se conoce un 20% de casos de trata y parte de la lucha contra ella es romper los mitos que la envuelven. En España, 4 de cada 10 hombres alimentan como clientes este circuito de explotación
La trata de personas tiene como esencia el ejercer la violencia contra las mujeres y es tan grande la magnitud de este comercio ilegal de cuerpos que es muy difícil de imaginar en su real dimensión. La escasa información que se tiene, la proximidad en que ocurre y lo poco que se hace para evitarlo ponen la piel de gallina.
La periodista mexicana, investigadora y defensora de derechos de las mujeres, Sara Lovera, junto a la experta en seguridad contra la violencia machista, la catalana Alba García, revelaron realidades y aclararon conceptos sobre la trata de personas, en una ilustrativa jornada organizada en Barcelona por CEPAIM/ACISI.
“No nos hacemos una mínima idea de lo que ocurre, no nos podemos imaginar”, dijo enfática Lovera. La “opacidad de las cifras” es muy alta, se estima que sólo se conocen un 20% de los casos. En el mismo tono, García señala que, de acuerdo a información de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, 1 de cada 20 casos se llega a conocer. A partir de allí, las cifras estremecen.
La Organización Internacional del Trabajo afirma que, con datos del 2005, la trata de seres humanos alcanza a 2,5 millones de personas. La trata de personas está entre los tres primeros negocios en el mundo, junto con el de las drogas y el de las armas.
Se entiende por trata al comercio de personas con fines ilícitos de explotación, ya sea para que realicen trabajos forzados, que formen parte en economías sumergidas como el trabajo doméstico impuesto, para el comercio de adolescentes y de niños y niñas, para ejercer la prostitución obligada, para ser sometidos a esclavitud o para traficar con órganos.
Por otra parte, la ONU calcula que cuatro millones de mujeres son reclutadas cada año para la prostitución y también estima que dos millones de niños y niñas también sufren el mismo destino. Es decir que de cada tres personas prostituidas, una es niño o niña.
La explotación sexual es el principal destino de la trata, es el 87% de los casos. De éstos, el 90% son mujeres y niñas. Tanto Lovera como García afirman que, dado que la mayoría aplastante de los casos de trata con fines de explotación sexual son mujeres, cualquier política pública o legislación debe ser género sensitiva.
“La trata forma parte de la violencia contra las mujeres. La explotación sexual es la cosificación del cuerpo para uso y placer del hombre”, señala Lovera. Inclusive, cuando el acto de violencia es ejercido sobre un varón, se trata de violencia machista.
En Europa la media de consumo de prostitución es del 19,5%, es decir que 2 de cada 10 hombres paga por tener sexo. España tiene, en ese marco, un número atípico: 4 de cada 10 alimentan el círculo de prostitución donde, en muchos casos, hay trata.
Como con las drogas, el usuario de la prostitución crea demanda. La diferencia está en que la droga es un producto y quienes son sometidas a prostitución son personas.
Mitos de la trata
De acuerdo a estudios realizados por la CATW, en la trata el reclutamiento de personas puede llevarse a cabo a través del rapto o secuestro, la presión de los padres, el arreglo entre padres y traficantes, el engaño, el ofrecimiento de mejores condiciones de vida y de trabajo, las adicciones, la violencia familiar, el abuso sexual, la adopción ilegal, la seducción o el matrimonio previos a la explotación de las víctimas.
Existen en la sociedad muchos mitos respecto a la trata que disminuyen las posibilidades de atención del problema, de apoyar a las víctimas, recuperarlas y sancionar a los responsables. Entre ellos está la creencia de que la esclavitud es algo del pasado; pese a que existe mucha legislación al respecto, la esclavitud todavía existe.
También se cree que quienes son sometidos a trata son personas pobres y sin educación, que ocurre sólo en países en desarrollo o en grandes ciudades. Todo es falso, el mercado de la trata es sofisticado y demanda, muchas veces, “perfiles” de personas con características concretas. Cualquiera podría cumplir los requisitos.
Se afirma también que las víctimas pueden pedir ayuda y que no lo hacen voluntariamente. La presión que recibe una víctima y el control sobre ella es muy alto y, generalmente, la imposibilita de pedir auxilio. Por otra parte, quien les introduce en la trata puede ser, en muchos casos, un pariente, un novio o un conocido.
También se confunde trata con migración y son cosas totalmente distintas, aunque una puede acabar en la otra.
Finalmente, se cree que no es posible cambiar la situación de las personas que sufren trata. Lovera y García aseguran que sí es posible hacerlo.
Medidas de combate
La trata de personas es un crimen que día a día se incrementa, por ello la Comisión Interamericana de Mujeres afirma que esta terrible realidad “requiere una respuesta multilateral de los gobiernos, con las organizaciones de la sociedad civil, para diseñar políticas de prevención y protección de víctimas, así como sanción de los traficantes”.
La dimensión del problema requiere de políticas globales, de contar con información capturada con indicadores comunes, de actuaciones conjuntas y de criterios aunados en su tratamiento.
Para Lovera, la trata “es ante todo una cuestión de derechos humanos y no de economía de mercado”, así como la prostitución “no puede ser entendida y consentida como ‘trabajo’ porque facilita que la industria del sexo expanda sus negocios”.
García señala que es importante el tratamiento de este tema desde un punto de vista social y no penal.
En Cataluña, en noviembre del 2010, se concluyó, luego de varios años de trabajo, el “Protocolo marco para una intervención coordinada contra la violencia machista” que permitía la detección de la trata y establecía el proceso de tratamiento de los casos, de manera coordinada entre todas las entidades que estaban llamadas a participar. Ayer, el gobierno presentó un protocolo de actuación para casos de trata de personas.