sábado 27 abril 2024

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“Animal Negro Tristeza”, un incendio teatral

 

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Desde finales de enero pasado y hasta principios de abril en la Sala Beckett, Obrador Internacional de Dramaturgia se lleva a cabo un ciclo de teatro y reflexión llamado  “Planeta Persona. Los límites de la crisis climática“.

De nuevo con la prolífica colaboración entre este espacio de creación y la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y comisariado por el profesor de la UOC Israel Rodríguez-Giralt, especializado en el estudio social de desastres, este ciclo quiere generar debate y dar que pensar en los graves efectos que el calentamiento global tiene cada día de manera más evidente en nuestro planeta y en nuestras vidas.

La mayor parte de las personas hemos vivido la desolación que produce un incendio de un lugar querido o conocido. Mientras el fuego arde sientes una especie de pánico, una sensación de descontrol y de incapacidad de poder hacer algo. Cuando contemplas una zona devastada por las llamas sientes un vacío, una tristeza profunda. Los paisajes de bosques quemando o devastados por el fuego son desoladores, nos producen un desaliento inaudito. Según datos del informe anual de la Comisión Europea Forest fires in EuropeMiddle East and North Africa 2020” el último disponible, durante el año 2020 veinte de los 27 países de la Unión Europea sufrieron algún incendio que afectara más de 30 hectáreas, quemando en total 339.489 hectáreas, el 38% de las cuales correspondían a zonas de interés especial por incluir animales o plantas en peligro de extinción, principalmente en la Reserva Natural del Delta del Danubio (Red Naturaleza 2000). Esta cifra es más elevada que la de 2019 y también lo es la de personas que perdieron la vida en incendios el 2020; solo en España, 6 personas murieron a causa de un incendio en 2020, 4 de ellas bomberos.

Cuando sales de ver Animal Negro Tristeza“, una de las obras de teatro presentadas en el ciclo de reflexión sobre el cambio climático, sientes una desolación similar a la de vivir de cerca un incendio y necesitas digerir todo el que este trágico y potente texto de Anja Hilling transmite al espectador/a en dos horas: el miedo a morir, la vulnerabilidad, las consecuencias de nuestros actos, la imposibilidad de recuperarse de una tragedia, la soledad, el dolor. 

La obra es durísima y con gran perspicacia la dirección de Julio Manrique consigue transmitir toda la tristeza y desolación de esta historia funesta. Acabas exhausta como espectadora, de ver sufrir tanto durante tanto rato e incluso el hecho que se haga un poco larga es un acierto por qué sientes que ya no puedes más… y sigue. Consigues vivir un incendio casi en primera persona y entender las consecuencias éticas, morales, físicas y sociales de la vivencia. Es una sacudida a muchas creencias, discursos y roles sociales; una bofetada a la bucólica imagen de un grupo de amigos con éxitos, con temores relativamente banales y conversaciones ágiles pero con toques superficiales, como pasa tantas veces que nos reunimos en tiempo de ocio, que jugamos dialécticamente, que pasamos de decir cosas trascendentes a comentar otras fútiles como si nada. Esta cuestión moral, la responsabilidad sobre una tragedia, está presente en muchos de los diálogos. Al final de la obra, dos de los personajes, Oskar y Martin, se encuentran y uno le dice en el otro que se ha enamorado de otra persona y se justifica: “son sentimientos, Oskar. Los sentimientos son más fuertes que nosotros mismos” y Oskar responde: “Y cómo te hace sentir. Haber matado un bosque” y Martín elude el peso de la responsabilidad diciendo que “no teníamos malas intenciones”. Es imperiosamente necesario asumir las consecuencias de nuestros actos si queremos salvar el planeta y reconducir los alarmantes efectos del cambio climático, no podemos mirar hacia otro lado ni escaparnos con sufterfugios.

 

 

 

Teatre  Infern

                                                          LaBecket. Foto: @ David Ruano

 

 

 

Todo lo que pasa en escena es brillante. La recreación de los personajes y las actuaciones son acertadísimas. Los movimientos, los sonidos, las músicas, la ambientación y los vestuarios están pensados para conseguir el efecto buscado en el público y la voz narrativa extraordinaria en manos de la actriz Màrcia Cisteró con un traje rojo elegante y espléndido, ofrece un contraste muy interesante. El conjunto de la puesta en escena consigue una atmósfera asfixiante en todos los sentidos, que es el que quiere transmitir el texto escrito por Anja Hilling, autora nacida en 1975 y residente en Berlín dónde ha recibido formación en Germanística y Estudios Teatrales (Freie Universität de Berlín) y en Escritura Dramática (Universidad der Künste de Berlín). Su trabajo “Animal Negro Tristeza” (Schwarzes Tier Traurigkeit, 2007) le ha proporcionado reconocimiento internacional, estrenándose en importantes teatros de varias ciudades europeas. La obra, traducida por Maria Bosom al catalán se puede ver en la Sala Beckett hasta el 6 de marzo y se ha publicado la obra en catalán en un libreto de la colección Biblioteca Sala Beckett

 

 

Animal negre tristesa

 

 

 

 

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Tona Gusi

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Fundadora i Co-coordinadora de La Independent. També és psicòloga menció en Psicologia d'Intervenció Clínica i menció en Psicologia del Treball i les Organitzacions.
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