Gisella Evangelisti
Mientras un glaciar del Monte Blanco, el Planpinchieux, está bajando más de un metro por día, hasta un probable estruendoso desplome de 240.000 metros cúbicos sobre el valle de Courmayeur, siguen las polémicas sobre la frágil figura de Greta Thurnberg.
Esta chiquilla sueca que ha logrado movilizar el 27 de septiembre, al menos 7 millones de jóvenes alrededor del mundo en la defensa de la naturaleza, volviéndose blanco de amor y odio.
En Italia, escuchamos con horror a una periodista tv, Giovanna Maglie, afirmar que si la encuentra en la calle, no dudará en embestirla. Y alguien de sus “haters” ha colgado un maniquí de Greta, con sus trenzas y chubasquero amarillo, de un puente de Roma. ¿Como nos explicamos tanto odio?, pregunto a Marina Venieri, una activista feminista de larga trayectoria. “Creo que se trata de la frustración y envidia de ciertas personas que han tratado en toda su vida de adquirir visibilidad y poder, y de repente llega esta chiquilla que logra sin esfuerzo movilizar el mundo. O quizás se sienten sobrepasadas, por su mensaje apasionado, que contrasta con su propio vacío interior.”
Susana Tamaro, autora del best seller “Ve donde te lleva el corazón”, que padece el síndrome de Asperger, el mismo de Greta, explica por su lado al “Corriere de la Sera” como pueden ser exasperadas las emociones dolorosas de estas personas, más frágiles en este sentido respecto a los demás. Pero cuentan con un rico lenguaje, y pueden captar algo más sutil que los demás no captan, como el lenguaje de las flores, y los árboles. Greta se quedó impresionada, según cuenta su mamá, cuando en clase pasaron un documental sobre el continente de plástico que flota en el océano Atlántico. Rompió en llanto, mientras el resto de la clase ya estaba distraído, y decidió comprometerse para salvar la naturaleza. Las personas con Asperger hablamos sin filtros ni ambigüedades, no somos manipulables. Estoy segura que Greta no se aprovechará de la fama para lanzar una línea de moda o enriquecerse”, concluye Susanna Tamaro.
Por el contrario, son publicistas y empresas verdes los que están siendo favorecidos por el “fenómeno Thurnberg”, encontrando en su imagen una ayuda inesperada en su difícil tarea de contrastar el poder desmedido de las empresas petrolíferas. Estas se reunieron al margen de la Cumbre del Clima de New York del 23 de septiembre en la Oil and Gas Climate Initiative, para declarar que seguirán haciendo prospecciones petrolíferas, sin tratar de reducir las emisiones de C02. Igualmente, China, India y Estados Unidos, los países más contaminantes del planeta, sigue sin tomar compromisos frente a la crisis climática.
Por suerte tenemos los jóvenes, (pensamos los que hemos nacido en el siglo pasado), que luchan como nunca hemos visto hasta ahora, pues se trata también de su propio futuro. Se informan y conectan en redes, organizan eventos por Telegram. En Italia han creado unos 200 puntos de iniciativas de Friday for Future. Vale la pena conocerlos. Conversamos con un grupo que han participado en la manifestación en Venecia, enarbolando un letrero que dice: “Nosotros en Venecia seremos los primeros en ahogarnos”.
“¿Qué pensamos de Greta? Que sabe decir lo que todas y todos pensamos”, afirman Sofía, Marco y Elisa, con fuerza. “Los políticos siguen retrasando las reformas necesarias para no disgustar su electorado, las empresas buscan seguir con sus ganancias, estimulando consumos innecesarios o tóxicos. Hacia el 2100, según el IPCC, de seguir así, nos encontraremos con montañas sin glaciares, ríos sin agua, mares ácidos, sin peces, cielos sin aves. De terror. Y adiós a Venecia y Barcelona, que podrían ser sumergidas por el crecimiento del mar. En 2050 según el Banco Mundial, habrá 140 millones de migrantes buscando donde sobrevivir. Según el IPCC tenemos 11 años para intentar suavizar estos fenómenos, solo si logramos eliminar las emisiones de CO dos, con drásticos cambios de fuentes energéticas, de las fósiles a las renovables, como ha hecho el gobierno de Costa Rica, apoyado por su gente. Tendremos que cambiar también modelos de consumo, eliminando el despilfarro de materias primas, apostando a una economía circular, que las recicla y utiliza de manera más eficiente. Bendecimos que hayan aparecido no solo Greta, sino otras jóvenes lideresas en varios países del mundo, a despertar conciencias. Como Yola Mgogwana, 12 años, Sudáfrica. O Holly Gillibrand, 13 años, Gran Bretaña, o Luisa Neubauer, 23 años, de los Verdes alemanes.
“¿Qué nos gusta de Greta? Que habla sin filtros, tozudamente, repitiendo su mensaje una y otra vez, en videos, en TED Talks, en Cumbres para el clima, sin amilanarse frente al poder. Pues, como una asperger, está concentrada en un tema. Nos inspira a seguir luchando sin miedo, ¿Por ejemplo? A nivel local para mejorar el transporte público y el uso del suelo, a nivel global uniéndonos en redes supranacionales, para defender las florestas y sus gentes. Los pueblos indígenas son indispensables para mantenerlas en vida, pero están amenazados en todo el mundo.”
No se trata solo de defender mariposas o osos polares, sino de practicar la justicia climática, nos recuerdan las voces del Sur del mundo, como la de la socióloga mexicana Carmen Cariño, hermana de la activista Bety Cariño que denunció en Dublín en 2010 el saqueo del Planeta por parte de las multinacionales, y la corrupción de la clase política. Dos meses más tarde fue asesinada. “Aquí , en Colombia, México, Honduras o Guatemala no pasa semana que no asesinen a un compañero o compañera”, explica a los medios de comunicación Carmen Cariño. “Greta viene de un país privilegiado y puede hablar sin problemas, mientras nosotros no tenemos ni un micrófono, ni internet. Deberíamos hacer plantones también frente a Iberdrola, Fenosa, las mineras canadienses etcétera, empresas que contaminan nuestras tierras, enriqueciendo a pocos”. Sí, se necesitan muchas más Gretas para cambiar el mundo. Pero no estaremos de brazos cruzados.
