jueves 18 julio 2024

jueves 18 julio 2024

Soberanía alimentaria, soberanía personal en Euskal Herria

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Soberanía alimentaria, soberanía personal 

 

¿Cuál es una de nuestras necesidades básicas, que nos aporta energía para vivir? La alimentación. ¿En qué momento perdimos el control de nuestra alimentación? que quedó en manos extrañas. ¿Quién decide qué vamos a comer y cómo debe de ser producido? ¿Cuántas horas tenemos que trabajar para podernos alimentar? ¿Cuánta energía se despilfarra para que lleguen los alimentos a nuestro plato (trabajo campesino, tratamientos, transporte…). ¿Cómo nos afecta lo que comemos? Preguntas básicas para entender lo que está sucediendo.

 

La soberanía alimentaria, este modo de vida que se está extendiendo por todo el mundo, es también la hoja de ruta imprescindible hacia la soberanía de las personas. ¿Qué necesitamos para tener las riendas de nuestra comida? Necesitamos conocer los recursos que tenemos para alimentarnos y reflexionar sobre ello. En nuestros pueblos hay tierras, todavía las hay, que durante siglos han alimentado a las personas que viven en ellas. Pero, ¿hoy en día, para qué valen las tierras? ¿Para construir viviendas, para hacer dinero especulando con ellas, para hacer nuevas infraestructuras, carreteras y aparcamientos? ¿O para comer? ¿Cual es la verdadera necesidad? ¿Vamos a seguir construyendo casas, habiendo tantas deshabitadas?

 

Tener sí tenemos tierras, la cuestión es cómo poder disponer de ellas. Deshaciendo el malentendido de la propiedad, y entendiendo que dueña o dueño de algo (jabe) es quien le DA jabetasun a ese algo, quien cuida de ello. Nuestras antepasadas y antepasados lo sabían, de hecho los comunales eran del pueblo, y las vecinas y vecinos tenían el derecho de usufructo. También algunas y algunos jóvenes de hoy en día lo entienden así, de modo que las tierras que necesitan las ocupan, directamente. Para poder utilizar las tierras que son comunales se puede llegar a acuerdos con las instituciones locales; así es como se hace en cada vez más lugares. Así mismo, es lícito recuperar para el pueblo las tierras que, habiendo sido comunales, han sido desamortizadas o privatizadas. Por último, las tierras que no podemos comprar individualmente, las podemos comprar de forma colectiva, tal como hace la asociación GFA Lurra.

 

Una vez de que tenemos la tierra, necesitamos semillas. Es fundamental recuperar y compartir las semillas locales que generación tras generación han ido naciendo, desarrollándose y difundiéndose, por medio del trueque. ¿O es que pensamos que vamos a poder conseguir la soberanía alimentaria comprando las semillas en los mercados?

 

Tener, tenemos recursos, pero, ¿qué vamos a producir? Por descontado que no tenemos ni tendremos suficientes recursos para satisfacer las “necesidades” según los hábitos de consumo de hoy en día. ¿Cuántas Euskal Herrias haría falta para abastecer lo que consumimos l@s habitantes de aquí’ En Bizkaia, Gipuzkoa y Araba, sólo un 5% de lo que consume está producido aquí. Y según dicen, la mitad de los alimentos va a la basura (sobre todos en las grandes superficies). Demasiado desequilibrio para poder sostener este modelo.

 

Y ¿cuál es nuestro modelo de alimentación?, ¿tiene como finalidad satisfacer nuestras necesidades, o a los intereses de los mercados? Hasta la década de los 60, la alimentación de la mayoría de la población estaba basada en cereales, legumbres y hortalizas, consumiéndose con medida los huevos, la leche y la carne; los productos de origen animal son productos con un gran valor de mercado, y los centros de producción los están colocando en el mercado masivamente.  Y están cambiando por completo el modelo de alimentación: los prados y las huertas que antes se dedicaban al consumo de las personas y animales casi-casi han desaparecido, y en su lugar nos encontramos con praderas para alimentar al ganado. O los pinos, que han reemplazado a los bosques en los que se daban las castañas y bellotas, alimentos importantes para el consumo humano en invierno. Especialmente en Bizkaia y Gipuzkoa. En Araba y la parte alta de Nafarroa sin embargo, los árboles y la biodiversidad de la producción local se ha eliminado para producir intensivamente cereal y hortalizas, la mayoría de las veces para elaborar piensos para animales.

 

Entonces, ¿para quién estamos produciendo? ¿para que las gentes comamos, directamente? ¿o para criar animales y posteriormente venderlos? ¿Cómo han llegado a esta situación comunidades rurales que eran autosuficientes? Ahora se han convertido en zonas de producción para las ciudades, y por lo tanto dependientes. Una respuesta bien concreta: han llegado a esta situación empujadas por el mercado y la política de subvenciones, que van de la mano.

 

A la vez que dirigían la producción agrícola, ha sido necesario reorientar también los hábitos alimenticios de las personas, el consumo exagerado de productos animales antes mencionado. ¿Nos damos cuenta de los costes energéticos y medioambientales que esto tiene? (En Catalunya, para abastecer las granjas porcinas que tienen, se necesitaría dedicar todo su territorio a la producción de soja). ¿Nos damos cuenta de las repercusiones que esto tiene en nuestra salud?

 

Definitivamente, este modelo impuesto por la industria agro-alimentaria nos enferma y nos hace dependientes: el azúcar y los demás estimulantes, las toxinas animales, la grasa, la falta de valor nutritivo de los alimentos y todos los aditivos… Está analizado y comprobado que para vivir con salud y energía necesitamos 800 calorias producidas en cultivo natural (biológico); sin embargo, en calorías de valor nutritivo escaso, para tomar energía, solemos tener que ingerir unas 1.200.

 

De por sí, los granos integrales de cereal, acompañados de legumbres y hortalizas, nos dan la fuerza suficiente para mantenernos saludables. Así se contempla en múltiples modelos nutricionales y así eran las costumbres de antaño, que incluían también productos animales, en cierta medida, y frutos silvestres. Observando las referencias antiguas encontramos biodiversidad y equilibrio; aprovechando los recursos naturales que ofrece el entorno (alimentación silvestre) y creando diversas zonas de producción adecuadas para cada uso: amplias praderas con pastos para los animales en las zonas de montaña; huertas para el consumo humano y animal, mezcladas con manzanos, cerca de la casa (cereales y legumbres); y huertos muy próximos para producir las hortalizas.

 

Hoy en día resulta complicado recuperar la biodiversidad y el equilibrio de esos tiempos, entre otras cosas porque la red comunitaria que sustentaba este sistema de organización social se ha deshecho. Pero deberíamos retomar, paso a paso el camino hacia la soberanía. Acercando las figuras de productores y consumidores, reactivando las comunidades vecinales de las zonas rurales, creando huertos comunitarios…

 

Los mercados y las instituciones tienen a su disposición muchos recursos para imponer sus modelos y asegurar su continuidad; sin embargo, quienes tenemos el poder somos las personas: podemos marcar el rumbo del modelo nutricional a través de nuestro consumo y, pasando de ser sujetos pasivos a ser activos, organizarnos en red, decidir nuestra producción y llevarla a cabo.

Sobirania alimentària, sobirania personal

Jasone_M

(Al final del artículo en castellano hay el original en euskera)

OPINIÓN

¿Cuál es una de nuestras necesidades básicas, que nos aporta energía para vivir? La alimentación. ¿En qué momento perdimos el control de nuestra alimentación? que quedó en manos extrañas. ¿Quién decide qué vamos a comer y cómo debe de ser producido? ¿Cuántas horas tenemos que trabajar para podernos alimentar? ¿Cuánta energía se despilfarra para que lleguen los alimentos a nuestro plato (trabajo campesino, tratamientos, transporte…). ¿Cómo nos afecta lo que comemos? Preguntas básicas para entender lo que está sucediendo.

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La soberanía alimentaria, este modo de vida que se está extendiendo por todo el mundo, es también la hoja de ruta imprescindible hacia la soberanía de las personas. ¿Qué necesitamos para tener las riendas de nuestra comida? Necesitamos conocer los recursos que tenemos para alimentarnos y reflexionar sobre ello. En nuestros pueblos hay tierras, todavía las hay, que durante siglos han alimentado a las personas que viven en ellas. Pero, ¿hoy en día, para qué valen las tierras? ¿Para construir viviendas, para hacer dinero especulando con ellas, para hacer nuevas infraestructuras, carreteras y aparcamientos? ¿O para comer? ¿Cual es la verdadera necesidad? ¿Vamos a seguir construyendo casas, habiendo tantas deshabitadas?

Tener sí tenemos tierras, la cuestión es cómo poder disponer de ellas. Deshaciendo el malentendido de la propiedad, y entendiendo que dueña o dueño de algo (jabe) es quien le DA jabetasun a ese algo, quien cuida de ello. Nuestras antepasadas y antepasados lo sabían, de hecho los comunales eran del pueblo, y las vecinas y vecinos tenían el derecho de usufructo. También algunas y algunos jóvenes de hoy en día lo entienden así, de modo que las tierras que necesitan las ocupan, directamente. Para poder utilizar las tierras que son comunales se puede llegar a acuerdos con las instituciones locales; así es como se hace en cada vez más lugares. Así mismo, es lícito recuperar para el pueblo las tierras que, habiendo sido comunales, han sido desamortizadas o privatizadas. Por último, las tierras que no podemos comprar individualmente, las podemos comprar de forma colectiva, tal como hace la asociación GFA Lurra.

Una vez de que tenemos la tierra, necesitamos semillas. Es fundamental recuperar y compartir las semillas locales que generación tras generación han ido naciendo, desarrollándose y difundiéndose, por medio del trueque. ¿O es que pensamos que vamos a poder conseguir la soberanía alimentaria comprando las semillas en los mercados?

Tener, tenemos recursos, pero, ¿qué vamos a producir? Por descontado que no tenemos ni tendremos suficientes recursos para satisfacer las “necesidades” según los hábitos de consumo de hoy en día. ¿Cuántas Euskal Herrias haría falta para abastecer lo que consumimos l@s habitantes de aquí’ En Bizkaia, Gipuzkoa y Araba, sólo un 5% de lo que consume está producido aquí. Y según dicen, la mitad de los alimentos va a la basura (sobre todos en las grandes superficies). Demasiado desequilibrio para poder sostener este modelo.

Y ¿cuál es nuestro modelo de alimentación?, ¿tiene como finalidad satisfacer nuestras necesidades, o a los intereses de los mercados? Hasta la década de los 60, la alimentación de la mayoría de la población estaba basada en cereales, legumbres y hortalizas, consumiéndose con medida los huevos, la leche y la carne; los productos de origen animal son productos con un gran valor de mercado, y los centros de producción los están colocando en el mercado masivamente.  Y están cambiando por completo el modelo de alimentación: los prados y las huertas que antes se dedicaban al consumo de las personas y animales casi-casi han desaparecido, y en su lugar nos encontramos con praderas para alimentar al ganado. O los pinos, que han reemplazado a los bosques en los que se daban las castañas y bellotas, alimentos importantes para el consumo humano en invierno. Especialmente en Bizkaia y Gipuzkoa. En Araba y la parte alta de Nafarroa sin embargo, los árboles y la biodiversidad de la producción local se ha eliminado para producir intensivamente cereal y hortalizas, la mayoría de las veces para elaborar piensos para animales.

Entonces, ¿para quién estamos produciendo? ¿para que las gentes comamos, directamente? ¿o para criar animales y posteriormente venderlos? ¿Cómo han llegado a esta situación comunidades rurales que eran autosuficientes? Ahora se han convertido en zonas de producción para las ciudades, y por lo tanto dependientes. Una respuesta bien concreta: han llegado a esta situación empujadas por el mercado y la política de subvenciones, que van de la mano.

A la vez que dirigían la producción agrícola, ha sido necesario reorientar también los hábitos alimenticios de las personas, el consumo exagerado de productos animales antes mencionado. ¿Nos damos cuenta de los costes energéticos y medioambientales que esto tiene? (En Catalunya, para abastecer las granjas porcinas que tienen, se necesitaría dedicar todo su territorio a la producción de soja). ¿Nos damos cuenta de las repercusiones que esto tiene en nuestra salud?

Definitivamente, este modelo impuesto por la industria agro-alimentaria nos enferma y nos hace dependientes: el azúcar y los demás estimulantes, las toxinas animales, la grasa, la falta de valor nutritivo de los alimentos y todos los aditivos… Está analizado y comprobado que para vivir con salud y energía necesitamos 800 calorias producidas en cultivo natural (biológico); sin embargo, en calorías de valor nutritivo escaso, para tomar energía, solemos tener que ingerir unas 1.200.

De por sí, los granos integrales de cereal, acompañados de legumbres y hortalizas, nos dan la fuerza suficiente para mantenernos saludables. Así se contempla en múltiples modelos nutricionales y así eran las costumbres de antaño, que incluían también productos animales, en cierta medida, y frutos silvestres. Observando las referencias antiguas encontramos biodiversidad y equilibrio; aprovechando los recursos naturales que ofrece el entorno (alimentación silvestre) y creando diversas zonas de producción adecuadas para cada uso: amplias praderas con pastos para los animales en las zonas de montaña; huertas para el consumo humano y animal, mezcladas con manzanos, cerca de la casa (cereales y legumbres); y huertos muy próximos para producir las hortalizas.

Hoy en día resulta complicado recuperar la biodiversidad y el equilibrio de esos tiempos, entre otras cosas porque la red comunitaria que sustentaba este sistema de organización social se ha deshecho. Pero deberíamos retomar, paso a paso el camino hacia la soberanía. Acercando las figuras de producción y consumo, reactivando las comunidades vecinales de las zonas rurales, creando huertos comunitarios…

Los mercados y las instituciones tienen a su disposición muchos recursos para imponer sus modelos y asegurar su continuidad; sin embargo, quienes tenemos el poder somos las personas: podemos marcar el rumbo del modelo nutricional a través de nuestro consumo y, pasando de ser sujetos pasivos y pasivas a ser activas y activos, organizarnos en red, decidir nuestra producción y llevarla a cabo.

 

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Artículo en euskera
Elikadura burujabetza, herritarron burujabetza

Zein da gure oinarrizko beharretako bat, bizitzeko indarra ematen diguna? Elikadura. Noiz utzi genuen gure elikadura esku arrotzetan? Nork erabakitzen du zer jan behar dugun, eta jaten duguna nola ekoitzi behar den? Zenbat ordu lan egin behar dugu elikatu ahal izateko? Zenbat energia xahutzen da (nekazarien lana, elikagaien tratamendua, garraioa…) elikagaiak gure platerera iristeko? Nola eragiten digu jaten dugunak? Oinarri-oinarrizko galderak, egun bizi dugun egoera orokorraz ohartzeko.

Elikadura burujabetza, mundu mailan zabaltzen ari den bizitzeko modu oso bat, herritarron burujabetzarako bidea ere bada, ezinbertzekoa. Zer behar dugu Elikadura burujabetzarako? Elikatzeko ditugun baliabideak ezagutu eta horien erabilerari buruzko gogoeta. Gure herrietan badira lurrak, oraindik bai, bertan bizi izan direnak mendez mende elikatu dituztenak. Baina egun, zein balio dute lurrek? Etxebizitzak eraikitzeko, salerosketa bidez dirua ateratzeko, aparkaleku, errepide eta azpiegitura berriak egiteko, edo jateko? Zein da egiazko beharra? Etxeak egiten segituko dugu, herriguneetan hainbat eta hainbat hutsik izanik?

Lurrak baditugu, horiek nola eskuratu? Jabego pribatuaren kontzeptua gure buruetan eraldatuz, eta jabetasuna EMAN egiten dela ulertuz. Gure antzinakoek bazekiten hori, eta hala, ondasunak herriarenak dira, herritarrek erabiltzeko eskubidea dutelarik. Eta egungo gazte zenbaitek ere ulertzen dute, beharrezkoak dituzten lurrak zuzenean eskuratzen dituztelarik. Herri-lur direnak erabili ahal izateko tokiko erakundeekin adostu daiteke, hala egiten da geroz eta leku gehiagotan. Halaber, herri-lur izandako baina desamortizatuak edo pribatizatuak izan direnak berriz ere herriarentzat berreskuratzea zilegi zaigu. Eta azkenik, erosketa bidez bakarka eskuratu ezin ditugun lurrak kolektiboki eros ditzakegu, GFA Lurra elkarteak egiten duen moduan.

Behin lurra badugularik, hazia behar. Funtsezkoa da belaunaldiz belaunaldi eta elkartrukearen bidez sortu, garatu eta zabaldu diren tokiko haziak eskuratzea, eta horien erabilera zabaltzea. Edo, elikadura burujabetza merkatuan haziak erosiz lor daitekeela ulertzen al dugu?

Baliabideak izan baditugu, baina, zer ekoitziko dugu? Noski, egungo elikadura eta kontsumo ohiturak asetzeko adina baliabide ez dugu, eta ez lortuko ere. Zenbat Euskal Herri beharko lirateke bertako herritarrok kontsumitzen duguna asetzeko? Hala ere, Bizkaia, Gipuzkoa eta Araban kontsumitzen den elikagaien %5 baino ez da bertan ekoizten. Eta elikagaien erdia zaborretara botatzen omen da (saltoki haundietan, nagusiki). Desoreka gehiegi, eredu honi eusteko.

Eta zein da gure elikadura eredua, gure beharrak asetzeko helburua du edo merkatuaren interesak? 1960 hamarkadara arte, herritarren gehiengoaren elikadura zekale, lekale eta barazkietan oinarritzen zen, arraultzak, esnea, eta haragia neurri batean kontsumituz; orduz geroztik, haragia eta esnea bereziki, merkatuan balio haundiko gaiak dira, eta ekoizpen guneak masiboki ari dira horiek merkaturatzen. Eta eredua erabat aldatzen: ordura arte jendeen eta abereen kontsumorako lantzen ziren landa edo soroak ia-ia desagertu egin dira, eta egun, animaliak bazkatzeko belardiek hartu dute horien tokia. Edo pinuek, negurako elikagai garrantzitsua ziren gaztaina, edo ezkurra, ematen duten basoen lekua ere horiek hartu dutelarik, Bizkaian eta Gipuzkoan bereziki. Araban eta Nafarroa Garaian berriz, hainbat zekale eta barazkiren ustiatze intentsiboari bidea egiteko desegin dira zuhaitzak eta tokiko ekoizpenen aniztasuna, gehienetan, abereen elikadurarako.

Beraz, norendako ekoizten dugu, jendeok zuzenean jateko, edo abereak hazi eta horiek saltzeko?    Nolatan bilakatu dira buruaski izandako landa-komunitateak hiriguneen ekoizpen-gune, eta beraz, menpeko? Erantzun zehatz eta zorrotza: Merkatuak eta erakundeen diru-laguntza politikek, eskutik hartuta baitaude, hala bideratuta. Eta bideratzen jarraitzen dute.

Nekazaritza zuzentzearekin batean, beharrezkoa izan da herritarren elikadura ohiturak ere bideratzea, lehen aipatutako neurriz kanpoko aberekien kontsumoa. Ohartzen gara horrek dituen ingurumen eta energia kosteez? -Catalunyan, bertako txerri-haztegiak hornitzeko lurralde osoa soja ekoizpenera bideratu beharko litzateke-. Ohartzen gure osasunean duen eraginaz?

Izan ere, elikadura-industriak ezarritako eredu honek gaixotu eta menpeko egiten gaitu. Azukrea eta gainerako estimulanteak, aberekien toxikoak, koipea, elikagaien indar eza eta erantsitako gai kimiko guztiak… aztertua eta frogatua izan da, berez (biologikoan) ekoitzitako elikagaiekin 800 kaloria behar ditugula osasuntsu eta indartsu izateko; aldiz, kalitate eskaseko elikagaien 200 kaloria hartu behar izaten ditugu indarrak hartzeko.

Berez, zekaleen ale osoak, lekariek eta barazkiek lagunduta, ematen digute osasuntsu izateko beharrezko indarra. Hala agertzen dute egungo hainbat elikadura-ildok, eta hala ageri zaigu gure antzinakoen elikadura-ohituretan ere, aberekiak -neurri batean- eta basa-fruituak ere bazituztelarik. Antzinako erreferentziei behatuta, aniztasuna eta oreka jokatu izan direla ageri zaigu; ingurumenak eskaintzen dituen baliabideak zuzenean baliatuz (basa-elikadura) eta horretara egokitutako ekoizpen guneak sortuz (abereendako bazka mendi goietan, larreetan; jendeen eta abereen kontsumorako landa edo soro zabalak, sagardiekin batean, etxetik hurbil (zekaleak eta lekariak); eta baratzea, etxekoendako barazkiak ekoizteko.

Gaur egun zaila da, noski, antzinakoek izandako aniztasun eta oreka hori berreskuratzea, tartean, herri-sistema ahalbidetu duen komunitate-sarea desegin delako. Baina urratsez urrats bilatu behar genuke burujabetzaranzko bidea. Ekoizlearen eta herritarren figurak hurbilduz, landa eremuetako auzo-komunitateak berpiztuz, herri-baratzeak sortuz…

Merkatuak eta erakundeek baliabide haundiak dituzte euren ereduak ezarri eta horiei eusten segitzeko; herritarrok, aldiz, ahalmena dugu: gure kontsumoaren bidez elikadura-eredua norabidetzeko, eta sujeto pasibo izatetik aktibo izatera iraganez, talde gisa sarean eratu eta gure ekoizpena erabaki, antolatu eta egiteko.

Jasone Mitxeltorena, AUZOLAN ekimeneko Elikadura koordinatzailea


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Tona Gusi

Fundadora i Co-coordinadora de La Independent. També és psicòloga menció en Psicologia d'Intervenció Clínica i menció en Psicologia del Treball i les Organitzacions.
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