¿Cuál es el balance de los últimos 25 años en el tratamiento de los derechos infantiles? Indudablemente ha habido logros, pero también permanecen situaciones de terror que marcan la vida de niños y niñas.
El 20 de noviembre, de hace 25 años, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre los Derecho del Niño (¡y Niña!). Hecho único en la historia de las relaciones internacionales, el proceso de aprobación fue rápido y casi unánime. La firmaron muchos paises, entre ellos Estados Unidos y Somalia.
UNICEF, que hasta ese momento había practicado un asistencialismo paternalista, logró juntar jefes de Estado amigos y enemigos, haciéndoles reconocer los derechos de niños y niñas a tener salud, educación, tiempo para juegos, protección: una especie de Revolución a favor de la infancia.
Por supuesto hubo diferencias culturales: mientras para los países del Norte el trabajo infantil era prohibido, para los del Sur era muchas veces necesario y hasta positivo, si no había explotación.
Justicia social
Hubo diferencias en las mismas Naciones Unidas. Mientras la mayoría de los funcionarios de medio y alto rango del sistema consideraba la Convención como un simple instrumento jurídico, para otros era una herramienta que podía impulsar una mayor justicia social. Esta era la visión de Jim Grant, el director ejecutivo de UNICEF en esos años.
Si la infancia de un país sufría hambre y explotación, y vivía en casas hacinadas, se trataba de un problema social de poblaciones marginadas que los gobiernos no podían ignorar. Por eso, los representantes de UNICEF más atrevidos, amparados por Jim Grant, convencían los gobiernos a destinar fondos para sanear barriadas y mejorar la educación.
Hay que recordar que los responsables de los programas acordados, financiados y supervisados por UNICEF, son los gobiernos, aún los corruptos e o incapaces. Ellos pueden expulsar a los funcionarios de UNICEF cuando consideran que “hacen política”.
Estrategias y compromiso
Gracias a la visión y compromiso de JimGrant, la parte más “politizada” de los funcionarios de UNICEF, que veces se saltaban los protocolos importunando constantemente los Jefes de Estado a favor de la infancia, consiguió importantes logros, como unas treguas en las guerrillas de Centro América o en las regiones ocupadas por Sendero Luminoso en Perú, para permitir la vacunación de los niños.
En Perú hubo una impresionante movilización de millares de mujeres, capacitadas en temas de supervivencias infantil, que explicaban gratuitamente a otras mujeres. Esto favorecía a una mayor consideración social de las mujeres y, hasta ahora, sus organizaciones de base tienen mucho que ver con la formulación de programas sociales.
La Convención de los Derechos del Niño, con el entusiasmo y compromiso que despertó alrededor de un valor universalmente reconocido (la protección de la infancia), hizo pensar por un tiempo que era posible la transformación del sistema de las Naciones en un sistema supranacional, basados en otros valores compartidos por todos los pueblos, como la paz, y no seguir dominado por la lógica de poder de unos cuantos estados. Pero la muerte de Grant hizo esfumar esta posibilidad, hasta nuevos acontecimientos.
El balance
¿Cuál es el balance de estos 25 años en el tratamiento de los derechos infantiles? Indudablemente ha habido logros, como la reducción a la mitad de la mortalidad de niños y niñas hasta los cinco años, la disminución de la mortalidad materna, el aumento de la escolaridad de la niña, considerada esencial para favorecer un mejoramiento general de la calidad de vida.
También se comienzan a tratar temas tabúes, como la mutilación genital femenina en algunos países de religión musulmana o los abusos sexuales por parte de curas de la Iglesia católica. Pero siguen siendo dramáticos los problemas de los niños soldados en muchos países de África, el matrimonio temprano de niñas en algunos países árabes, la prostitución de niños y niñas para el turismo asiático, entre otros.
Visión global
Recientemente, en España se denunció que se ha llegado a una pobreza infantil del 30%. Es un dato preocupante, que no se puede resolver con una simple recolección de alimentos. Otra vez es necesaria una visión global que conecte los índices de desarrollo humano (el bienestar de las personas) con los índices económicos (presupuestos públicos sin déficit, producción).
Es falaz el “crecimiento de la economía” si es paralelo al crecimiento de la pobreza infantil. Gobiernos y funcionarios públicos, así como la sociedad civil, deben recordar que proteger la infancia implica en primer lugar dar respuesta a la desprotección de familiares (padres, madres, abuelas, abuelos) que sufren el paro y el desahucio.
