Las activistas brasileñas de gira por Madrid, Granada y Barcelona muestran la verdadera cara de la soja utilizada en la ganadería industrial y los biocombustibles que compra Europa.
La próxima semana acudirán a Bruselas para demandar que la Unión Europea tome medidas que inicien el fin de la explotación de pueblos originarios y la deforestación de El Cerrado.
Entre los países de Europa, España es la mayor productora de piensos y cerdos. Para ello importa más de 5 millones de kilos de soja cada año. Una buena parte de esa soja proviene de la zona de El Cerrado, la sabana más grande de América del Sur. Un 22% de su superficie ya ha sido deforestada por la agroindustria ganadera y el cultivo intensivo de soja y además de expulsar a miles de comunidades originarias.
Valéria Pereira Santos, integrante de la Campaña en Defensa del Cerrado y André Campos, periodista para Repórter Brasil, están de gira por Madrid, Granada, Barcelona antes de acudir a la Bruselas para demandar a la Unión Europea tome medidas que inicien el fin de la explotación de pueblos originarios y la deforestación de El Cerrado. Aprovechando su visita y como parte de la parte de la campaña No te comas el bosque, grupos ambientalistas —Amigos de la Tierra, Greenpeace España, Ecologistas en Acción, SEO/Birdlife y WWF— acompañaron el viernes a los activistas en una acción frente al Ministerio de Agricultura con el lema Stop soja procedente de la deforestación, en denuncia de las políticas a través de las cuales España compra a Brasil soja y biodiesel de esta zona devastada por la agroproducción intensiva.
Valeria Pereira, integrante de la Campaña Nacional en Defensa del Cerrado, un territorio gravemente afectado por el cultivo de la soja que importa España como pienso, grasa animal o biodiésel
En los últimos meses se han publicado varios informes que describen y explican los impactos de la producción intensiva en el área de El Cerrado y la Amazonía brasileñas. El Cerrado, es una ecozona cuna de las aguas de la mayoría de los ríos del subcontinente incluyendo el Amazonas y el Paraná. El 5% de la flora y fauna de toda la tierra son endémicas de esta gran franja de sabana y bosques tropicales. Cubre casi una cuarta parte del territorio de Brasil, una superficie que en su origen abarcaba un área como Gran Bretaña, Francia y Alemania juntas, o más grande que el estado de Alaska en EE UU. Debido a su explotación por la agroindustria a gran escala en la actualidad conserva solo el 20% de su vegetación nativa.
“Esa soja que compra Europa es producida en tierras indígenas y comunidades tradicionales dejando un rastro de violencia. Actualmente, el 47 % del Cerrado se encuentra deforestado”: Valéria Pereira
Valéria Pereira trabaja también con la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), la cual realiza un trabajo de base en defensa de los derechos humanos de comunidades originarias y sus territorios en El Cerrado, cuenta el impacto que tiene el cultivo intensivo de la soja que compran países de la Unión Europea: “Esa soja que compra Europa es producida en tierras indígenas y comunidades tradicionales dejando un rastro de violencia. Esos casos los recoge la CPT en informes cada año. Actualmente, el 47 % del Cerrado se encuentra deforestado”.
Asimismo señala que este territorio se encuentra contaminado por el uso de agrotóxicos en estas plantaciones intensivas, “Muchos de los agrotóxicos que Europa ha prohibido son los mismo que vende a Brasil para producir esa soja que, irónicamente vuelve aquí a través de su importación”. Insiste en que el Cerrado está siendo arrasado para alimentar animales en Europa, una importación sin control se hace sin considerar las vidas de esos territorios y viola su derecho a la tierra. Durante el tiempo que Bolsonaro lleva en el gobierno se han producido un aumento de hasta el 206%, en relación a 2018, de invasión de tierras para uso de la agroindustria.
En palabras de Valéria la llamada es urgente: “Llamamos la atención de la población para conocer más reglas de importación de esos productos. Es importante que sepan de dónde vienen, cómo han sido elaborados, en qué tipo de tierra y las violaciones de derechos humanos que ha provocado.”
Investigar para entender
El jueves pasado tanto Valeria Pereira como André Campos ofrecieron una charla con la sociedad civil para ahondar en la situación de urgencia ambiental en la que se encuentra El Cerrado, este bioma natural que se deteriora cada día más. En el caso del periodista André Campos, ha realizado diversas investigaciones para Repórter Brasil sobre las implicaciones sociales, ambientales y laborales de diferentes actividades productivas en Brasil, con especial énfasis en los sectores agrícolas y agropecuario. Temas muy sensibles en cuanto a violación de derechos humanos y desplazamiento de amplias poblaciones.
Campos incide en pesquisas sobre grandes empresas agroalimentarias y sus cadenas de producción y estudia los diversos impactos de los productos que llegan a nuestra mesa. “Casi siempre es un camino muy largo, lleno de intermediarios, compradores, vendedores, y cómo ese producto está relacionado con la deforestación y la violación de los derechos humanos. Cuando ese producto llega al consumidor esos impactos quedan invisibilizados porque no se tiene información sobre el origen de lo que estamos consumiendo”.
André ejemplifica la situación a través de los impactos de ciertos productos que España exporta desde Brasil. En primer lugar, la soja. relacionada con la deforestación y el uso de agrotóxicos en El Cerrado y la Amazonía. Brasil, junto con EE UU es el principal exportador de soja en el mundo, y España un mercado importantísimo para el gigante sudamericano.
“Resulta surrealista que Europa apoye la transición energética a través de políticas de sustitución de combustibles fósiles con fuentes supuestamente renovables, como la soja, sin tomar en cuenta el principal impacto que es la deforestación en origen”: André Campos
Los impactos de la soja suelen ser invisibles para la gente porque su uso suele ser el insumo de otras industrias. Como pienso es el principal el alimento para la engorda de animales. La soja que importa la UE también se usa como biodiesel, un combustible vestido de agroecológico para abastecer diversos transportes. Un negocio contradictorio, apunta Campos: “Resulta surrealista que Europa apoye la transición energética a través de políticas de sustitución de combustibles fósiles con fuentes supuestamente renovables, como la soja, sin tomar en cuenta el principal impacto que es la deforestación en origen. No se tiene en cuenta que las emisiones de carbono que afectan el cambio climático en la Amazonía brasileña son el resultado de la producción de biodiesel”.
Actualmente la UE importa biodiesel, creado a partir de la grasa animal, directamente de Brasil. Además de la deforestación, las empresas que venden este tipo de biodiesel venden créditos de carbono. “Existe esa idea de que si usted utiliza biodiesel en vez del diésel fósil, usted no está emitiendo carbono, y hasta se puede ganar dinero con eso. Se utiliza el argumento de aprovechar la grasa animal de otra manera se quedaría como residuo. Pero eso es mentira la grasa ya tienen otros usos. Este biodiesel también genera deforestación, por tanto es una política totalmente inconsistente”, acusa el periodista.
“Existe esa idea de que si usted utiliza biodiesel en vez del diésel fósil, usted no está emitiendo carbono, y hasta se puede ganar dinero con eso. Este biodiesel también genera deforestación, por tanto es una política totalmente inconsistente”, acusa el periodista
Campos ha investigado otras cadenas productivas que conectan directamente Brasil con España. Por ejemplo la del café. Brasil es el mayor productor de café y sus mayores mercados son EE UU y Europa. La producción de café se consolida como uno de los sectores que mantiene condiciones extremadamente precarias que llegan a convertirse en esclavitud, asegura. Dada la temporalidad de los cultivos en este sector trabajan principalmente personas migrantes contratadas en origen. “Tenemos un término para ellas, ‘presos por promesas’, y es que normalmente no se cumplen las condiciones laborales que les ofrecen y acaban a merced de las condiciones que les impone el empleador”. Sin servicios ni agua potable, alojamientos dignos, les hacen pagar por ellos, equipo de protección y otros gastos que con los que terminan acumulando una deuda impagable, lo que les convierte en esclavos modernos.
La misma dinámica se repite, asegura, en el sector de la naranja, el tabaco y la caña de azúcar cuyo principales mercados están también en Europa. Los trabajadores están por supuesto también expuestos en todos estos cultivos a los agrotóxicos, muchos de estos prohibidos por ley en la UE. Diversos estudios han demostrado que estos químicos están ligados a diversos trastornos de salud de los trabajadores. En el caso del tabaco, el índice de suicidios está por encima de la media nacional, y en el de la caña de azúcar, hay personas que han muerto trabajando por el tipo de trabajo extenuante que se requiere para hacerlo.
Para probar y constatar que estos hechos no salen de la imaginación de algunos ambientalistas una investigación que Repórter Brasil publicó hace solo unos meses conecta carne vendida en supermercados europeos con la deforestación de El Cerrado y la Amazonía. Esta pesquisa fue capaz de probar cómo cada uno de los procesos de la cadena productiva (la hacienda, la planta industrial y el supermercado…) se relacionaban con el impacto ambiental en origen. Una vez publicado el informe cadenas europeas como Lidl o Carrefour se comprometieron a no comprar más carne que viniera de empresas que estén implicadas en grandes impactos como la deforestación. “Esto llegó a diversas comunidades brasileñas de otros países que se movilizaron para hacer las averiguaciones en los supermercados. Muchas de esas informaciones surgieron de la lectura de embalajes y su sistematización” relata el investigador.
Retrasos en el Tratado UE-Mercosur
En el análisis de Campos, la animadversión que ha provocado el gobierno de Bolsonaro en la UE ha postergado en gran la negociación el acuerdo del Mercosur con la Europa. Hoy, con la presidencia de Francia al frente de la UE, es uno de los países menos interesados en la aprobación del acuerdo por motivos que no son necesariamente de protección al medioambiente sino por cuestiones de economía local, apoyo electoral del gobierno francés. “Estas coyunturas han hecho que se escuche poco de las negociaciones en Brasil, y supongo que aquí, menos. Pero esta situación junto a un cambio en la imagen que se tiene de Brasil, volverán a poner el tema sobre la mesa”, señala.
“En Brasil existe la coalición de organizaciones, Frente contra el acuerdo Europa-Mercosur. En ese grupo estamos elaborando y ahondando en nuestros análisis y denuncias ahora después de la pandemia que no había permitido ese debate por la dificultad en la comunicación con las comunidades. El trabajo es que las comunidades consigan entender qué es ese acuerdo y las implicaciones y efectos como la deforestación, incendios, la expansión de la fronteras agrícola y de minería”, interviene Valéria.
Próximas elecciones
Preguntados sobre las perspectivas de un cambio de gobierno en Brasil, Valéria responde “Estamos en un proceso intenso de movilizaciones, y en campaña de denuncia contra Bolsonaro a la vez de fortalecer nuestras estrategias para las próximas elecciones”. Aunque hay grandes probabilidades de una derrota de actual presidente admite que no ser va a ser una elección fácil. Al respecto, apunta: “Sabemos que será un proceso violento, que ya lo está siendo, con fake news y ataques directos a las organizaciones, movimientos de base y hasta asesinatos de personas que Bolsonaro ha colocado como enemigos: los sin tierra, los indígenas y los negros”.
En la urgencia de derrotar al dirigente ultraderechista y al bolsonarismo “que es más grande que Bolsonaro porque en Brasil significa el fascismo”, Valéria dice apostar por la elección de Lula, así “podríamos reforzar nuestra esperanza para construir varias formas de resistencia”. Aunque también advierte que el modelo de agronegocio y los macroproyectos desafortunadamente ha sido apoyado por la izquierda brasileña. En la región de Matopiba de El Cerrado, de los cuatro estado que la conforman, tres son gobiernos de izquierda. Bahía y Piauí, por PT y, Maranhão, por Partido Comunista, este último, cuenta Valéria, es donde más líderes comunitarios han sido asesinados, “incluso, la semana pasada perdimos a un a lideresa”. Sin embargo, anima: “Nuestra esperanza es, como dice Pedro Casaldáliga, es una mochila. A más de 500 años, los pueblos brasileños resisten y continuarán resistiendo”.
Los activistas brasileños han puesto rumbo a Bruselas donde visitarán diferentes organismos como la UE y el Consejo Europeo, apoyadas por organizaciones como Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace España, SEO/BirdLife y WWF. Doscientas organizaciones ecologistas europeas han puesto encima de la mesa el Reglamento relativo a la comercialización en el mercado de la Unión y a la exportación desde la UE de determinadas materias primas y productos derivados asociados a la deforestación y la degradación forestal para presionar a sus gobiernos y hacerlo efectivo. La idea es incluir las mejoras necesarias en la propuesta de reglamento europeo para frenar la deforestación importada.
De acuerdo a un estudio reciente publicado en la revista MapBiomas, la propuesta legislativa actual dejaría al 30,5 % de los ecosistemas naturales de Sudamérica sin protección, y a numerosas comunidades locales y poblaciones indígenas, sin posibilidad de reclamar sus derechos consuetudinarios de tenencia y en desamparo ante las violaciones y agresiones. El año pasado se registraron 109 muertes como consecuencia de conflictos en el campo. Se apostaría así por evitar el colapso de zonas como El Cerrado que los ambientalistas prevén puede ocurrir en 20 años si continúa su explotación indiscriminada.
Valeria Pereira insiste a El Salto en el mensaje que llevará a Bruselas: “Los pueblos de Europa necesitan conocer más las cadenas de producción de lo que están consumiendo. No se puede seguir comprando soja de países como Brasil que la produce en territorios originarios. La soja que llega aquí solo provoca devastación del medio ambiente y violencia contra las poblaciones”.
La campaña de sensibilización que realizan en estos días las organizaciones ambientalistas y de la sociedad civil a nivel europeo incluye el anuncio de Greenpeace Holanda sobre una protesta ante la próxima llegada del Crimson Ace, un gran buque cargado con soja brasileña destinada a la fabricación de piensos en la Unión Europea. El Crimson Ace partió de Brasil el 19 de abril y transporta más de 60.000 toneladas de soja para alimentación animal, y se espera que llegue al puerto de Ámsterdam en los próximos días.
*Articulo publicado en El Salto