jueves 18 julio 2024

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Ucraïna, un drama que viene de lejos

  kiev

 

 El testimonio de una mujer migrante en Italia

“En 1988 fui con mi grupo ucraniano de bailes folcloricos a Grecia, para un encuentro internacional de danzas. No podìamos imaginar, en Ucraina o Grecia, que nuestros paises tendrian que vivir, treinta años despuès, momentos tan duros”.

Anna Paroviak, 42 anos, habla con una expresion orgullosa, casi dura en sus ojos azules, las manos enrojecidas por los detergentes, cuando comienza a contarme como su historia personal, con la h minuscula, se ha mezclado con la Historia grande, la de H mayúscula, de revoluciones, caidas de imperios, hambrunas y resurrecciones, en el paìs que es el corazòn geogràfico de Europa, Ucraina. Un pais grande como dos veces Italia, y solo 46 millones de habitantes, con inmensas planicies tan fertiles que Hitler hacia amontonar las tierras que podian caber en trenes para llevarselas a Alemania.

Anna Paroviak es una de las millares de mujeres rubias y tituladas que no se han propuesto circumavigar el globo, para encontrar nuevas tierras y riquezas, sino, mas modestamente, poder llegar con un sueldo hasta fin de mes, pagar un alquiler, que estudien las hijas e hijos, cuidar de la mama anciana. Lo normal, no? Para eso ha viajado en bus desde uno de los paises del Este europeo, adaptandose a recoger manzanas, lavar letrinas o (de tener suerte), cuidar niños en los “ricos” paises del Oeste Europa. Teniendo que olvidarse de su titulos de abogadas o medicas, pues en el Oeste no son reconocidos si no con interminables tràmites.

Ella decidiò migrar cuando vio que a su hija, que en toda su infancia habia tenido como juguete solo una muñeca venida de no se sabe donde. Ella, a pesar de ser profesora, no podia comprarle zapatos para el invierno inminente. Pero no habia sido siempre asì.

“Fui muy feliz de niña”, cuenta. “Crecí en un kolkoz de un pueblo cercano a la frontera con Polonia, pastando vacas, y riendo con mis hermanos. Ellos tenian 12 años más que yo, y teníamos nuestras tareas domesticas que hacer, sin importar si eramos hombres o mujeres: la cocina, los animales, la colada. Si alguien no cumplia como era debido, podías oir los gritos de mi mamá desde la casa de los vecinos. A mi me tocaba pastar las vacas pues era la más pequeña, y me encantaban los animales.

El kolkoz era una gran extension de tierras colectivas, en que se trabajaba cobrando en dinero o en especies, y a parte de eso, cada familia tenia su parcela, su huerta y sus animales. Todos, chicos y chicas, teniamos que estudiar para un trabajo intelectual o manual, preparandonos para ser utiles a la sociedad. En la escuela teniamos que respetar las autoridades y estábamos educados para dejar paso a los ancianos y a las mujeres, comer sin hacer ruido, etcetera. Esta asignatura la llamaban “etica”. No eramos ricos pero no nos faltaba nada, desde los alimentos, los estudios, los chequeos dentales anuales, de los que me escabullìa. Estudiè historia y derecho en la universidad, y mi proposito era volverme una dirigente escolar.

En los libros de historia leí que en Ucraina hubo una gran carestia en 1932-33, que provocó la muerte de una multitud de personas. Lo que no contaban los libros fue que, al contrario, alimentos habìa, y suficientes para todos, pero Stalin los retiró para doblegar al pueblo ucraniano contrario a la colectivizacion de las tierras. Así, murieron de hambre diez (digo: DIEZ) millones de personas, un dia tras otro, una familia tras otra. Una anciana sobreviviente a esos tristes años, nos contò que yendo a visitar una familia amiga donde un niño habia muerto de hambre, vio como al dia siguiente estaban cocinando sus restos para tratar que sobrevivieran los demás hijos.

En 1937 la colectivización llegó tambien a mi zona, en la frontera con Polonia. El padre de mi mamà, descendiente de la nobleza polaca, no quiso dar sus tierras gratuitamente al gobierno ruso y fue fusilado. Mi mamá creció sin padres, adoptada por una mujer del pueblo, y aprendiò a defenderse y organizar la familia como si fuera un cuartel. No teniamos mimos ni ternura, pero la amábamos y respetábamos. Mi mamá me decia siempre: “que ningun hombre te pegue, hija. Si se lo dejas hacer una vez estas perdida, siempre lo hará”. Y “nunca te humilles aceptando regalos, aun si eres pobres. Siempre seguiras siendo noble aun en trapos.”

Esto sì, lo ùnico que me molestò en mi juventud fue este miedo obsesivo que nos metieron contra los Estados Unidos, que, segun nos decian, de un momento a otro podian presionar el boton de las bombas atòmicas y en pocos segundos nos hubieramos pulverizado. Por eso habia que armarse, construyendo bombas tras bombas. Y tú me dices que en esos mismos años, los ochenta, en esta misma bellisima plaza donde estamos conversando, las asociaciones pacifistas del Veneto se manifestaban contra las armas nucleares, quemando simbolicamente cohetes de papel cartòn, y danzando alrededor del fuego. Esta paranoia de la guerra atòmica entre Este y Oeste fue lo unico que enturbiò mi juventud. A veces tenìa pesadillas.Llegaría el mañana?

Pero, como todos los dias seguia levantandose el sol, me volquè con toda mi energia en la carrera de profesora. Teníamos que prepararnos mucho investigando las mejores metodologias para llevar adelante ninos y ninas de diferentes talentos. A veces me pasaba noches estudiando. Queria llegar a ser dirigente didactica. Me casé con un chico atractivo, que estudiaba ciencias, pero a diferencia de mi, no tenia las agallas suficientes para superar dificultades, y por eso tuve que cargarmelo en las espaldas tambien fisicamente, cuando comenzò a tomar. Fue un desastre. Y ya tenìamos una niña.

De repente, en 1989 llegò la caida del Muro de Berlin y en los años siguientes la Unión sovietica se desintegró. Ucraina obtuvo la independecia en 1991.

Seríamos màs felices y libres? Nos preguntamos. No fue asì, en absoluto.Con la caida del Muro se derrumbò tambien la economìa. Nuestros productos, grano, lino, acero, entre otros, fueron vendidos como siempre, pero los capitales, a lo mejor, fueron reinvertidos en otras partes, los almacenes se quedaron vacios, la produccion cayó, mientras los precios subian y subian. Hubo una inflacion de mas del 10.000 %. Pagar un kg de queso el correspondiente de 7 euro mientras ganabas unos 50 euro mensuales, significaba hambre. Què hacer? Nos ingeniamos con mil estrategias.

Quien producia leche podia intercambiarlo con aceite, o con pan, pero quien no tenìa productos por vender aprendió a querer recibir coimas para integrar sus servicios: el maestro las pedia a los padres, pero a su vez tenia que pagar algo al director de la escuela, y este al dirigente escolar provincial el provincial al regional, el regional al estatal y asi al paso. Se montò entonces todo un sistema corrupto, perdiendo de vista el bien comun, se trataba solo de sobrevivir. Mientras tanto, hubo unas pocas familias que se enriquecieron de manera descomunal, con los contratos de gas o la especulacion financiera. El presidente elegido Yanukovith, se volvió el tercer hombre mas rico del mundo, (entre sus extravagancia hay un water de oro) mientre el pueblo se debatìa en la penuria.

A no tener lujos estabamos acostumbrados, pero cuando no supe como comprar zapatos a mi hija, y comenzaba a nevar, dije basta. Justo cuando fui nombrada dirigente didactica, y hubiera tenido que entrar a formar parte del sistema de coimas, decidí intentar suerte, con mis cuatro idiomas, en Alemania. Dejè mi hija a una vieja tia, pero el contrato en Alemania durò poco, y alli, si te encuentran ilegal, al dia siguiente vas a la carcel. Por eso me fuí en bus a Italia del sur, donde mi marido habia ido como peón para recoger naranjas, para confeccionar cajas. El impacto con el machismo de Rossano Calabro fue muy fuerte. Si un hombre me ofrecia un cafè frente a otros hombres, significaba que yo estaba disponible para la cama, y los hombres se reian entre ellos. Asi, cuando uno me lo ofreciò, “a la rubia extranjera”, respondi que se lo tragara el, yo podia ofrecerle dos.

Y ahora, la revolucion en la plaza Maidán de Kiev. En nuestro pais no hay odio entre los varios grupos étnicos, polacos, rusos, ucranianos y tártaros (musulmanes). No queremos dividirnos en dos, o tres. No queremos inutiles guerras civiles. La gente ha salido a la calle porque ya no hay salida econòmica, no hay trabajo, el estado se ha olvidado de la gente. No queremos necesariamente entrar en la UE, sino asociarnos para que la UE nos ayude a hacer respetar los compromisos tomados por Yakunovich, que los despreciò uno tras otro, aumentando a desmesura su poder. Las protestas han seguido por dias y dias en la plaza, con todo tipo de gente: comerciantes, estudiantes, desempleados, hombres y mujeres, menos, creo yo, los empleados del estado que pueden perder sus puestos.

A travès de un comité de lucha, tambien los pobres han juntado lo que tenian, alimentos, dinero, medicinas, para apoyar a la gente que se manifestaba. El comité organizaba tambien los turnos para quien tenía que pasar la noche en la plaza, con temperaturas de veinte bajo cero.

En los enfrentamientos con la policia muriò un centenar de personas. Aunque yo viva acá, no puedo dejar de pensar en esta plaza, me siento culpable por no poder estar allì. Aquì digo “gracias”, a quien me da trabajo, aunque sea lavando letrinas, cuidando personas ancianas. En una escuela de Vicenza hablé en nombre de tantas mujeres como yo, que se sacrifican por años en un pais extranjero para hacer estudiar a sus hijos e hijas. Dije a los y las estudiantes que si pensaban que venia a robar el trabajo a algunos de ellos, les devolvia las letrinas. Chicos y chicas vinieron a estrecharme la mano. Reconozco que a diferencia que en mi pais, en Italia no hay esta corrupcion generalizada que veo en mi paìs. Si conoces las leyes, las reclamas y te respetan. La corrupcion, aquì, està mas enquistada en grupos de poder como ciertos políticos, banqueros, grandes empresarios, mafias, en una palabra,”la casta”.

En Ucraina, cuando hace dias cayò Yanukovich, los diputados del Parlamento se cambiaron de chaqueta y juraron fidelidad al nuevo gobierno. Tù te lo crees? Y los rusos envian tanques a proteger su flota en el Mar Negro. No queremos más violencia, más muertos. No pedimos la luna. Será posible tener de nuevo un pais civilizado?

 

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Tona Gusi

Fundadora i Co-coordinadora de La Independent. També és psicòloga menció en Psicologia d'Intervenció Clínica i menció en Psicologia del Treball i les Organitzacions.
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