jueves 02 mayo 2024

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“Solas podemos hacer muchas cosas, pero juntas podremos llegar más lejos”

 

RosaMaProvencio

 

Rosa Mª Provencio es la presidenta de la Asociación Catalana de Encajeras (ACP) y con ella conversamos sobre esta antigua tradición y el futuro que tiene.

 

 

¿Cómo surgió la asociación?
A mitad del siglo XX, la artesanía de la punta estaba en vías de extinción con los cambios de los usos y costumbres sociales y con la incorporación de la mujer al mundo laboral.
Curiosamente fue un hombre, Jordi Palomer, hijo de Arenys de Mar, quién tuvo la idea de hacer salir a las encajeras de casa para trabajar en la calle, tal como se había hecho en tiempos pasados. Él fue el primer director del Museo Marés de la Punta de Arenys de Mar, iniciado con la magnífica colección que había recogido el señor Frederic Marés. En 1988, después de muchos años, unas 200 encajeras plantaron sus almohadas en la Riera de Arenys de Mar y allá surgió la idea de fundar la Asociación Catalana de Encajeras.

¿Cuáles son los temas que trabajáis como entidad?
Ya los primeros estatutos de la Asociación Catalana de Encajeras, aprobados en 1988, marcaban como finalidad el estudio de la punta, la difusión de las diferentes técnicas propias y foráneas, la necesidad de estar en contacto con las escuelas y talleres europeos para hacer intercambios, o la posibilidad de hacer publicaciones. Tenemos un boletín que acaba de salir, es el número 113; se ha editado un libro sobre la historia de la punta en Cataluña y, más recientemente, otro sobre puntos de fondos de la técnica de tul zurcido con explicaciones gráficas que hacen que sea comprensible para todo el mundo. Por iniciativa de la ACP, la escuela de encajes de Arboç ha publicado también un libro magnífico sobre su técnica que explica tanto la historia como los puntos que le son propios pero de una manera muy gráfica. Hay también socias que han publicado libros. La punta catalana tiene, pues, apoyo literario que permite internacionalizarla.
Por supuesto que los cursos y talleres son importantes para mejorar la elaboración de las puntas y conocer otras técnicas porque hay muchas y algunas son muy desconocidas y nada complicadas. La Asociación hace cursos y son abiertos a socias y no socias, como todas sus actividades.

¿De dónde viene la tradición del encaje?
Es difícil precisar un lugar o un momento concreto de la historia. Lo que está claro es que la punta nace en Europa y es un elemento que marca la posición social de quien lo lleva. Si miramos las pinturas del siglo XV-XVI, no hay noble que no lleve puntas en su vestuario. Y todavía hay otro dato curioso. Aquellos cuellos que se mantienen rectos y muy altos, generalmente llevados por reinas, son hechos con la técnica de punta de aguja. Es la más antigua y como que es muy laboriosa, los reyes se la reservaban y eran pocas las piezas que pasaban a la corte.
De hecho la punta de “boixets” democratizó el uso de la punta puesto que se elabora más rápidamente, a pesar de que también tiene técnicas muy exigentes.
Digamos que la punta ha sido durando muchos siglos un elemento imprescindible en la moda. A partir del modernismo, ya en el siglo XX, entra en declive. Muchas mujeres se dedicaban a ello porque era un trabajo que hacían en casa y que complementaba los ingresos familiares. Esta decadencia coincide con la gran industrialización y la incorporación de la mujer a la fábrica. Esto le permite tener un horario y un salario fijo que, en muchos casos, es superior a los ingresos que le proporciona la elaboración de puntas.

 

puntaires al carrer de lOlivera Arenys de Munt

Encajeras en la calle Olivera de Arenys de Munt

 

 

Durante muchos años la punta de almohada fue una de las industrias artesanales más importantes de Cataluña, que ocupó a miles de mujeres. Estamos hablando del siglo XVII y XVIII, y fundamentalmente de las poblaciones del Maresme. ¿Podríamos hablar de los inicios de la industria textil tan importante en la comarca?

¡Y tanto! Hay documentos que muestran la participación de miles de mujeres haciendo puntas en el Maresme o en el Baix Llobregat en aquellos siglos. Es curioso pero tenemos pocos nombres de aquellas mujeres. Eran totalmente anónimas. En cambio sí que conocemos nombres de hombres: ellos eran los que diseñaban, repartían el trabajo y comerciaban con las puntas. Se llamaban randeros. En el Maresme ha habido familias importantísimas como los Castells, autores del mantel de la capilla de San Jorge de la Generalitat o del pañuelo que se regaló a la reina Victoria Eugenia para su casamiento y que hoy no se conserva por el atentado que sufrió el mismo día de la boda.
Sí que tenemos una mujer randera: la Pilar Huguet, gran encajera que marchó a Madrid a finales del siglo XIX y fue proveedora de la corte borbónica. Sus descendientes continuaron la tradición hasta muy entrado el siglo XX.

¿Estamos ante una tradición que se pierde?
Digamos que la tradición ha cambiado. Ahora la moda de la punta ha vuelto pero sería imposible hacer una colección de temporada con punta artesana. La punta mecánica ha venido a sustituir las manos femeninas y facilita que muchos trajes de noche lleven y tengan un buen nivel de elegancia.
La punta artesana ha incorporado el color. Aquello de puntas blancas para hacer mantel o sábanas ya ha pasado a la historia. Entre otros motivos porque cuesta más de lavar y planchar, y hoy el tiempo es un valor preciado.
La punta artesana es motivo de arte. Son muchas las piezas que se enmarcan para hacer cuadros o bandejas o complementos de moda como por ejemplo bolsas de mano, broches, pendientes, etc.

¿Cuántas asociadas tenéis y cuáles son los motivos que las llevan a asociarse?
Somos 1100 encajeras actualmente pero la pirámide de edad es muy alta y nos gustaría que personas más jóvenes se añadieran a nuestro colectivo. Antes se hacían puntas en la escuela. Después, si pasabas a hacer estudios superiores, a menudo las puntas quedaban de lado. Si te casabas, venían los hijos y tus aficiones se paraban para ocuparte de la familia. Pero cuando los hijos son grandes y si tu vida laboral te permite tiempo de ocio, las que hicimos puntas de pequeña volvemos. Esto es como el gusto por la buena cocina: de jovencita comes pizza o cosas que llenan y no son caras, pero a medida que vas refinando el paladar, buscas otras cosas. Las puntas son un refinamiento del gusto y del arte.
Las personas asociadas buscan a menudo información de encuentros pero también hay quién quiere saber más sobre las diferentes técnicas. De aquí que invitemos a profesoras extranjeras para hacer cursos intensivos o masters. Nuestros contactos con la escuela de Brujas (Bélgica), de Le Puy (Francia) o más recientemente de Sansepolcro (Italia) han hecho posible que encajeras de todo el estado español vinieran a Barcelona, donde tenemos nuestra sede, para abrirse a nuevas maneras de hacer.

 

puntes

Haciendo puntas de cojín en la associación

 

 

¿Cómo veis la asociación de aquí a cinco años?
Últimamente parece que esto de asociarse no esté de moda y es una pena porque solas podemos hacer muchas cosas, pero juntas podremos llegar más lejos. La Asociación Catalana de Encajeras siempre estudia para innovar. El año pasado empezamos a hacer puntas con hilo de papel, material que tuvimos que crear porque no se encuentra en el mercado. Ahora haremos unos talleres para enseñar a hacer hilo y a trabajar con este material novedoso. Esto es solo un ejemplo de nuestra tarea innovadora. Todavía otra novedad: este año haremos la Fiesta de la Encajera en Platja d’Aro, el 31 de mayo. Será la número 33. Pues bien, en colaboración con el ayuntamiento de aquella población, haremos un concurso de puntos de libro inspirados en una de las baldosas del paseo de aquella localidad. Se ha distribuido el patrón entre todas las personas asociadas (¡también tenemos hombres que hacen puntas!) y la realización es libre. Siempre es emocionante ver como cada encajera interpreta un mismo diseño.
Hacer puntas tiene un gran beneficio porque te hace pensar, te hace tener agilidad en las manos, tienes que salir de casa y relacionarte con otras personas, razón por la cual te tienes que arreglar, se te olvidan las preocupaciones porque tienes que tener la cabeza centrada en aquello que haces y no piensas en dolencias ni en problemas. Además, cuando consigues materializar aquello que has imaginado, la satisfacción personal es inmensa. Yo lo recomiendo a todo el mundo, muy especialmente a los políticos porque con hilos se tienen que tejer muchas relaciones para obtener el resultado redondo del «bien común» que es la punta.

 

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Alícia Oliver

Alícia Oliver

Periodista i activista feminista. Coordinadora de la Xarxa Europea de Dones Periodistes i de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género
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