jueves 28 marzo 2024

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Cassandra debe ser escuchada

RichardEleman

Richard Eleman (@eurecat)

 

Esto es lo que emerge de una larga conversación con Richard Elelman, el polifacético Head of Politics de Eurecat, el Centro Tecnológico de Catalunya, que justamente apuesta por acelerar la colaboración económica, social y científica para afrontar los problemas creados por el cambio climático en el Mediterráneo.

 

“Qué duro ser jóvenes hoy día”, afirma la actriz inglesa Esmée Creed-Miles, protagonista de la exitosa serie Amazon “Hanna”. “La democracia no es la prioridad en el mundo actual. Las grandes empresas controlan todo y nosotros los jóvenes tenemos poco margen de maniobra. Hay la excepción de los social media, que sin embargo son controlados por un tío cuyo objetivo principal es volvernos dependientes de las cosas que quiere vendernos…”. 

Hasta que nos volvamos todos impalpables avatares de un feliz mundo irreal, hasta cuando las aguas de las inundaciones reales no nos llegarán a la garganta, o hasta que las llamas alimentadas por tórridos veranos no llegarán a quemar los jazmines de nuestros patios.

Pues la humanidad aprende por catástrofes, cuando no puede o no le interesa tener acceso a una educación que se pueda definir tal. Entonces, ¿resignarnos? Nunca. Al contrario, hay que oponerse a este modelo de pueblo- rebaño anestesiado por gadget electrónicos, para conquistar todos los espacios posibles, desde abajo (como ciudadanía) o desde arriba (las instituciones), gracias a la colaboración con científicos, investigadores, inventores, tejiendo redes entre unos y otros, saltando muros, sectores, superando egos hipertróficos e intereses particulares. Realizando planes locales pero con visión global.

Esto es lo que emerge de una larga conversación con Richard Elelman, el polifacético Head of Politics de Eurecat, el Centro Tecnológico de Catalunya, que justamente apuesta a acelerar la colaboración económica, social y científica para afrontar los problemas creados por el cambio climático en el Mediterráneo.

Con este propósito Eurecat ha promovido la realización de “Cassandra 21”, una intensa conferencia virtual que ha congregado desde el 15 al 17 de noviembre 2021 unos 90 expertos de 72 organizaciones internacionales, de las Naciones Unidas, la Comisión Europea y el Parlamento Europeo, el Banco Mundial y el OCDE, así como de ONG, para debatir los temas más acuciantes de nuestro mundo, desde salud, a migración, conflictos, y desigualdad de género, ofreciendo ideas y estímulos para los operadores de sectores públicos o privados, del mundo empresarial o académico, de minorías y activistas, que quieran actuar como agentes de cambio.

La Conferencia ha tenido el apoyo de la UNESCO, de la Comisión Europea, de la Alianza Mundial por la Calidad del Agua, el Consejo de Ministros Africanos del Agua, el Banco Mundial y la Unión por el Mediterráneo. Se puede ver el TV 3 Cat la noticia del evento, y en el sito de Eurecat seguir las sesiones sobre los varios temas. Próximamente se publicarán resultados y recomendaciones, transcribiendo los debates.

Mientras tanto, queremos dar relieve sintéticamente, sin transcribirlas literalmente, a algunas ideas expresadas por Elelman en la conversación, y a algunas reflexiones que han surgido.

¿Por qué dar a esta conferencia el nombre de la desafortunada figura de la mitología griega, Cassandra, destinada por los dioses a no ser escuchada? Es nuestra primera curiosidad. “A parte del hecho que los que hablábamos de cambio climático nos hemos sentido por décadas como unas Cassandras gritando al viento, la Conferencia debía ser dedicada a una mujer, porque sabemos de incontables estudios que la crisis climática y la pandemia están penalizando más a las mujeres…mientras son tan poco representadas a nivel institucional”, es la respuesta de Elelman.

“Además, en todo el mundo crece la desconfianza hacia la política, manejada mayoritariamente por hombres de nivel bajísimo, sin una visión de largo plazo, más atentos a su carrera que al bien común. Y esto no ayuda. En el campo de la investigación científica, es frecuente la sectorialización de los conocimientos, cuando, en cambio, hay una estrecha relación entre los problemas de agua, agricultura y clima. Debemos trabajar de manera más coordinada, y hacer llegar estos conocimientos a los políticos y a la población, para encontrar y difundir soluciones”.

 

                                                                      C21 Conclusions

                                                                          @eurecat

 

Es cierto, coincidimos con Elelman sobre los mayores efectos del cambio climático y de la pandemia sobre las mujeres, señalados por ejemplo por el impecable report presentado a la Unión Europea por la portuguesa Edite Estrela. Datos a la mano, Estrela nos avisa que las mujeres tienen 14 veces más posibilidades de morir en las inundaciones en el mundo (por no saber nadar); han muerto el doble de mujeres que hombres por un golpe de calor en Portugal en 2003; el doble de mujeres respecto a los hombres ha perdido el trabajo en Estados Unidos por el huracán Katrina en 2005, mientras el 90% de quienes lo han perdido en Italia por la Covid son mujeres. Pero, a ver, a ver, en cambio ¡son los hombres los que deciden el futuro del planeta!

Y por otro lado, a pesar de tan escasa representatividad femenina, otras investigaciones observan cuán importante es la presencia de mujeres directivas en empresas, ayudando a mantener emisiones más bajas de CO2, (porque prestan más atención a este problema), o cuando llegan a tener responsabilidades políticas, administrando ciudades o estados. ¿Qué decir, además, del gigantesco trabajo de sensibilización que están realizando las jóvenes activistas de Friday for Future y otras organizaciones ambientalistas a lo largo y lo ancho del planeta?

Pero todo esto no es suficiente, si hemos llegado con aguas y fuegos enloquecidos, acechando nuestros jazmines, o nuestros gatos que ronronean bajo el sol mediterráneo. Por eso, con Elelman y Cassandra 21, coincidimos en que las mujeres pueden y deben tener un papel más clave en la frenada de las emisiones de CO2, …¿pero cómo?

Entendiendo que todo está relacionado, es la respuesta: la bomba demográfica, que obliga las mujeres de países pobres a casarse tempranamente, o a prostituirse, o migrar, para sobrevivir; los modelos de consumo no sostenibles en los países de alta renta, malgastando los recursos de los países de baja renta, provocando conflictos y migraciones forzadas… Por eso cerrar la brecha de la desigualdad de género no debe ser solo el reto del movimiento feminista, sino de todos los que apuestan a un futuro más vivible.

Por ejemplo, está comprobado que mejorar el nivel de estudios de niñas y jóvenes ayuda automáticamente a mejorar de la salud de toda la familia, pues hacen menos hijos, los alimentan mejor, y apuestan a un rol más equitativo en la sociedad. (Sirve muchos menos distribuir por doquier preservativos, como han intentado vanamente ciertas organizaciones “de desarrollo”, porque pueden terminar usados como globitos en fiestas infantiles).

Decíamos: entender esta correlación entre los problemas y superar la sectorialidad de conocimientos, como se ha propuesto Cassandra 21, es básico. ( Me permito sugerir, porque explica con claridad cristalina esta conexión entre problemas, la visión de la conferencia TED, en inglés y español, que ha tenido ya dos millones de visitantes, de la estadounidense Katherine Wilkinson, autora de best sellers sobre el cambio climático.

En el video Wilkinson señala que mientras las mujeres producen entre el 60 y 80% de los alimentos en los países de baja renta, los créditos, la propiedad de las tierras y las tecnologías necesarias son más a disposición de los hombres. Si las mujeres tuvieran más acceso a estos recursos, aumentarían la productividad de las tierras, disminuyendo la necesidad de deforestar otros terrenos, y por ende produciendo menos emisiones de CO2. Esto es solo un ejemplo.)

Sí, opina Edelman, es muy importante enfocar las acciones no solo en las ciudades, sino en las zonas rurales, y buscar la participación de la población, porque sin ella los mejores planes pueden quedarse en el papel. Insistimos que la clave es la colaboración entre políticos, el sector público y el privado, las asociaciones ecologistas, los/las científicos, la ciudadanía, en temas como el agua, la energía, la alimentación y la salud. Señalamos los esfuerzos de la Alianza mundial por la Calidad del Agua, mientras otro valioso ejemplo de colaboración es el Pacto Global de los Alcaldes y Alcaldesas por el Clima y la Energía, que compromete más de 10.000 ciudades y regiones de 135 países.

Última pregunta… ¿Cómo podemos pensar, en un momento tan crítico como el actual, con millares de migrantes que ahogan en el Mediterráneo, la realidad de largos conflictos y de peores condiciones de vida para las mujeres, en un “Renacimiento” del Mediterráneo?

“Es un enfoque de diplomacia creado por Eurecat juntos con la Comisión Europea, que se basa en acercar Ciencia, Cultura y Sostenibilidad. Me explico. Como los artistas italianos del Renacimiento, que viajando y trabajando en ciudades a veces rivales, transmitían con sus obras, valores universales como Cultura, Arte y Belleza, capaces de elevar ánimos haciéndonos sentir “humanos”, más allá de las fronteras, así creemos en la utopía de un Mediterráneo sin fronteras.

Hemos experimentado como juntando en un evento artístico, sin fines políticos, a niños de Palestina, refugiados de Jordania, Turquía y Grecia, se ha creado y vivido emoción, complicidad, empatía, humanidad. Por esto creemos que artistas y escritores pueden tener un papel importante, juntos con los científicos, en las comunidades en conflicto”.

Por cierto ¿qué haríamos sin Utopías? Pensamos. Las necesitamos como el pan de cada día.
¿Un mensaje en la botella, para saludar nuestros lectores/as? Pedimos a Elelman, esta vez en su faceta de actor y director de teatro. “Los malos hacen el mal porque los buenos no hacen nada”, responde. ¿Cómo no estar de acuerdo? Y, a estas alturas no importa si tal verdad la expresó Gandhi, Luther King o mi abuela Adalgisa Catani. Todo/as tenemos genes de una abuela sabia en nuestro DNA. La mía tenía un corazón grande, y unos ojos verdes como la tierra donde emigró por amor al comienzo del Novecientos: la Cerdeña, una de las perlas del Mediterráneo. Entonces seguiremos persiguiendo Utopías, como nuestras abuelas, como las gaviotas que sobrevuelan tempestades ignorando barreras. Porque Cassandra, de una vez, merece ser escuchada.

 

 

 

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Teresa Carreras

Teresa Carreras

Periodista, activista i feminista. Secretaria de la XIDPIC.CAT-XIPVG. Coordinadora de GAMAG Europa, expresidenta APEC. Corresponsal setmanari El SIGLO, Ha treballat a RTVE.
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