RESEÑA
Guadalupe Nettel (Ciudad de México, 1973) es la autora de “La hija única” publicada en Anagrama a finales de 2020.
Aparentemente, la novela es sencilla y pasan pocas cosas: una novela sobre tres mujeres y varias relaciones y personas que giran a su alrededor. En el fondo, es un torbellino de vivencias femeninas que se entrelazan y que interpelan a la lectora: cuidar hijos e hijas de otra mujer, la relación madre-hija adulta, la crianza, el amor maternal, el vínculo madre-hijo i madre-hija, los límites de la maternidad/paternidad biológica, la relación de pareja cuando aparecen los hijos, la violencia familiar, los celos.
Hay mucho sufrimiento entre las páginas del relato, muchas decisiones vitales y cruciales de mujeres, más o menos buscadas, más o menos azarosas, que van marcando sus destinos y sus relaciones. También hay alegrías, la alegría que el afecto logra imprimir a la mayoría de las situaciones.
Guadalupe Nettel. @anagrama-ed.es
Guadalupe Nettel escribe de forma clara y directa, da pocos rodeos y se ahorra florituras. Leerla sorprende, porque acompaña ágilmente a la lectora y al lector en la narración, aporta lo necesario para comprender las situaciones y los sentimientos, y logra que, sin darte cuenta, vayas comprendiendo a las protagonistas y empatizando con ellas.
Tomando la maternidad como punto de partida, se habla en el libro de diversas formas de relación, de amistad, de apoyo mutuo entre mujeres, de formas de querer en direcciones distintas de las trazadas en el mapa estático de la familia tradicional. Se cuestiona la famosa y tan gastada normalidad, lo que tiene que ser, lo esperado. ¿Existen las madres normales? ¿Hay una única manera de querer? ¿Hay que querer siempre lo que la sociedad dice o espera que queramos? En el relato, incluso los médicos no acaban de dar en el clavo de lo que va ocurriendo, mostrando que asumir realidades que escapan a lo previsto científicamente también es un reto vital.
El insomnio, esa forma de sobrellevar las preocupaciones y las angustias de tantas y tantas personas, aparece a menudo en la novela. La desgracia o el sufrimiento crónico pueden aparecer en las vidas de las personas sin avisar, y reinventarse para sobrellevar la frustración se vuelve necesario en algunos momentos de la vida, cuando las circunstancias truncan los deseos, lo esperado. Estas situaciones dramáticas reconfiguran las relaciones, hay personas que se alejan de la desgracia ajena “como de una enfermedad contagiosa” en palabras de Nettel. Hijas e hijos que no son como queríamos que fueran, muertes prematuras de ellas y ellos que dejan desolación en sus familias… En palabras de la autora de la novela, “no existe una palabra para los padres que pierden a sus hijos. Es algo tan temido, tan inaceptable, que hemos decidido no nombrarlo”.
El mundo está lleno de madres valientes y este libro es un bello alegato a favor de todas ellas.