sábado 20 abril 2024

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Sanitárias ante la Pandemia: entrevista a Júlia Ojuel Solsona

 

Júlia Ojuel2 portada

Serie de entrevistas 

Julia Ojuel Solsona es doctora en medicina, especialista en medicina familiar y comunitaria. Ha vivido la pandemia en primera línea desde el servicio de Atención Continuada Domiciliaria del Instituto Catalán de la Salud en Barcelona.

¿Cuál ha sido tu trabajo durante este año de pandemia?

Trabajo en el servicio de Atención Continuada Domiciliaria (ACD). Hacemos la atención a domicilio cuando los ambulatorios cierran, es decir, todas las noches de 7 de la tarde hasta las 8 de la mañana, y sábados, domingos y festivos las 24 horas, en Barcelona, Montcada y la Mina. En general las personas sin problemas de movilidad van a los servicios de urgencias, pero cuando son pacientes que ya no salen del domicilio, que están en instituciones o si la enfermedad impide desplazarse, vamos nosotras. Por ello, la mayoría de la gente que visitamos es mayor de 80 años o esta institucionalizada. Las visitas nos llegan por 061 que es quien recibe las llamadas y determina qué recurso enviar, si es necesaria una ambulancia o una visita a domicilio.

 

 

 

Júlia O

 

 

 

Una atención continuada significa cambiar constantemente de pacientes, ¿cómo afecta esto a tu trabajo?

Yo estuve casi veinte años en un CAP y al principio de estar en este servicio actual me parecía extraño visitar cada vez pacientes que no conocía y no hacer yo misma un seguimiento. Tienes que cambiar un poco la manera de trabajar. Por suerte, la ACD somos un servicio de atención primaria del Instituto Catalán de la Salud, la mayoría somos médicas de familia que hemos trabajado o trabajamos en los CAP, y tenemos acceso a la historia clínica ya la información de sus profesionales de referencia, de manera que cuando vamos a visitar a alguien ya hemos mirado su historia y alguna información tenemos. Tras la visita podemos hacer continuidad y seguimiento con sus médicos y enfermeras de familia, pero la verdad es que cada noche que vas, acabas revisando lo ocurrido con la gente que has visto la noche anterior.

 

¿Como se vivió, en la atención primaria continuada en Barcelona, la primera oleada?

La primera ola nos cogió de sorpresa, el invierno había sido difícil, como todos los inviernos -que parece que no se sepa que la gripe viene cada año para cogernos siempre sin suficiente recursos- y cuando pensábamos que iríamos hacia mejor como el resto de años, de golpe en febrero empezamos a ver fiebres, neumonías, ahogos, embolias pulmonares, pacientes graves … pensábamos que era la gripe que llegaba más tarde, o que comenzaban las infecciones respiratorias de la primavera y en dos semanas tuvimos encima la Covid como la ola aquella de la película del tsunami.

Íbamos a las residencias o en los domicilios de gente que tal vez había pasado el día más o menos bien, con febrícula y, de vez en pocas horas, se ponían muy graves, se ahogaban o hacían deshidrataciones o tenían alteración de conciencia o la fiebre no bajaba, incluso algunas personas murieron. Si la persona que íbamos a visitar se podía mover, pedíamos que fuera al recibidor o en el comedor y con las puertas abiertas la visitábamos.

En las residencias ha habido muchos casos, en todas las olas. No han dejado de haberlos desde hace un año. Llegábamos de madrugada y nos encontrábamos una auxiliar de geriatría para 25 residentes, la mitad con la infección por Covid, uno ahogándose, el otro también, otra gritando.

Soy crítica con el papel que hizo el 061. Creo que es un servicio bueno para emergencias, pero que en la gestión de recursos de la atención primaria dejó bastante que desear. Por ejemplo, durante la pandemia, teníamos que ir a visitar gente que por los síntomas de gravedad que presentaban no tenía sentido ir a casa, era necesaria una derivación al hospital, y el 061 nos hacía ir antes para valorarlo en lugar de la derivación directa, que acababa posponiendo unas horas sin necesidad, y nos obligaba a una exposición innecesaria al virus. Sobre Ferrovial y el 061 se ha hablado mucho, pero no lo suficiente. No puedo entender que aún esté concertado un servicio como éste y que esté trabajando a nivel corporativo al margen y con tanto desconocimiento del resto del sistema de salud público y sobre todo de la atención primaria.

La primera oleada fueron los peores meses de mi vida laboral, y ya hace 30 años que terminé la carrera. Después vino el verano y mejoró, nos obligaron a coger las vacaciones por miedo de cómo sería el invierno de forma que aquel julio-agosto los centros se quedaron en cuadro. Yo hice vacaciones y aproveché el programa recuperART que nos ofrecieron a profesionales de la salud para visitar museos y hacer interiorización. Pero sólo llegar ya vino la segunda ola, que empalmó con la tercera y que comenzó antes que no nos esperábamos, en octubre ya estaba de nuevo todo fatal, no nos lo podíamos creer que no tuviéramos un respiro, el mismo panorama, teníamos epis, eso si, pero la afectación desde el otoño está siendo muy extensa y no se ha podido normalizar nada el funcionamiento del sistema sanitario.

No se si saldremos mejores de la pandemia, lo dudo, pero lo que es seguro es que saldrá peor la sanidad. Cuando esto vaya pasando, y aún faltan unos meses, el panorama será malo, las personas mayores y vulnerables están en descenso funcional por el confinamiento, los programas de seguimiento de patología crónica parados y muchas enfermedades con retraso diagnóstico. Se ha puesto en evidencia la precariedad del sistema sanitario. Por supuesto que colapsó, no es un sistema sanitario robusto. Se iba haciendo con sobreesfuerzo pero con la ola comenzó a entrar agua por todas las grietas. Ahora mismo se están empezando a hacer los centros visitas presenciales, pero intercaladas con 40-45 visitas telefónicas y esto no es asumible.

 

¿Como has llevado -habéis llevado los equipos- el contagio de compañeras y compañeros y el miedo al contagio?

Es lo que he llevado peor. En los domicilios, entramos en las habitaciones de las personas enfermas, con mucha carga viral, y sobre todo al principio, que todavía era invierno, las habitaciones tenían las ventanas cerradas.

En las residencias, muchas habitaciones compartidas. Lo que han pasado a las residencias no tiene nombre, las cuidadoras lo explican, muchas enfermaron también, desbordadas y viendo morir a la gente que cuidaban. En alguna residencia todavía nos reconocemos con el auxiliar o con la enfermera cuando vamos a una visita es como si volvieras al impacto emocional de estos meses pasados.

No hemos notado demasiado que hayan aumentado las ratios, por ello, seguimos viendo muchas auxiliares solas de noche. Y la gestión ha pasado a los equipos de primaria prácticamente sin poner refuerzos, yo creo que así no se puede dar una atención como se merecen. La mayoría de las personas a instituciones son pacientes en situación de cronicidad compleja o con enfermedad avanzada y deben actualizarse sin demora las ratios de personal auxiliar, de enfermería y de medicina.

Entre la gente que trabajamos en la atención domiciliaria hubo infecciones graves, la cuarta parte del servicio de medicina necesitaron ingreso hospitalario, y uno del compañeros médico, el querido Juanjo, murió después de semanas en la UCI. El departamento de salud sacó un documento, que luego retiraron por la indignación que provocaron, donde decía que el deber de asistencia era superior al derecho de seguridad en el trabajo de los y las profesionales, que lo que viene a decir es que teníamos que visitar sin epis. Llevábamos batita de papel, y bolsas, con el pensamiento mágico de que así no nos infectaríem. Yo creo que si hubo tantos casos de Covid persitente entre el personal sanitario fue por la continua lluvia de virus que recibimos y seguimos recibiendo. Ahora mismo está asimilada a enfermedad profesional, pero aún no reconocida como tal y todo parece indicar que se tendrá que ir a tribunal si no se reconoce como accidente de trabajo.

Llegaba a casa con miedo de contagiar a mi hija, después de toda la noche trabajando. Estuve meses sin ver a mi madre, cuando iba a trabajar, me paraba en la esquina de su casa y la saludaba desde el balcón. Debía pasar la Covid porque en la primera analítica que me hicieron, mayo-junio, me salieron los anticuerpos. Por suerte fui asintomática, pero supongo que debía contagiar cuando visitaba porque no nos hacían PCR sistemáticas. Nos han apretado demasiado desde el departamento de salud. En el documento de contactos, se pide aislamiento 8 días si hay contacto con una persona positiva, sea cual sea el resultado del test, en cambio, el personal sanitario, si tenemos un contacto con una PCR negativa debemos incorporar a trabajar.

Hacia el final de la primera ola, ofrecieron desde el ICS un servicio de acompañamiento emocional a profesionales. Recibieron muchas llamadas, pero con la segunda ola – me comentaba un compañero que está allí- han recibido muchas menos. Yo pienso que es porque vemos que el problema no somos nosotras, ni como lo llevamos, sino que el problema es estructural. Todos i todas hemos tenido momentos de mucho desánimo, pero el sentimiento principal que tengo ahora es de ira. Estoy enfurecida. Con el ministerio, con el departamento de salud, con el ICS y con la mutua laboral. Me ha sostenido y me sostiene el sindicato del que formo parte, Médicos de Cataluña, y me alegra ver que también el resto de sindicatos están por la mejora de las condiciones de trabajo y seguridad y por una crítca al modelo sanitario actual.

 

 

 

Júlia Ojuel2

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Fundadora i Co-coordinadora de La Independent. També és psicòloga menció en Psicologia d'Intervenció Clínica i menció en Psicologia del Treball i les Organitzacions.
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