domingo 13 octubre 2024

domingo 13 octubre 2024

Protestan contra represas en la Amazonia

 

Ruth Buendía Mestoquiari, Presidenta de la Central del río Ene, avisa que la represa puede marcar el final del pueblo asháninka


Buendia

 

  En un mito asháninka (los Asháninka son un pueblo indígena de casi 90.000 personas en la amazonia peruana) se cuenta que en un pongo angosto del río Ene, en los tiempos ancestrales,  vivía un águila, Paquitza: el lugar se llama hasta ahora Paquitza-pango, la “casa del águila”. Paquitza construía en el río un gran muro de piedras para bloquear los pescadores y devorarlos. Lamentablemente, este mito ha cobrado hoy día una dramática actualidad.  Justo en Paquitzapango, la “casa del Águila”, una empresa estatal brasileña, Electrobras, prevé levantar un muro alto de 165 metros, para detener el río y crear un gran lago artificial, que en su caída dará energía eléctrica a Brasil. Se inundará un territorio de 100.000 hectáreas, afectando la vida de más de 10.000 asháninka, que sin ser informados o consultados, deberán  ser desplazados. El impacto ambiental y social será brutal.

 

 

Se trastocará la vida de la gente, los animales, la vegetación, hasta se modificará el clima, para favorecer el desarrollo industrial de Brasil.  Y eso que en todo el mundo, hasta los chinos, se han dado cuenta de los daños ambientales provocados por las grandes represas como la de las Tres Gargantas. Sin embargo, el acuerdo firmado entre el ex presidente Lula y Alan García en 2010 prevé la construcción de seis grandes represas en la amazonía peruana, a beneficio casi total de Brasil.  Para salirse con la suya, el presidente Alan García ha definido estas represas como una “cuestión de interés nacional” de Perú, sin tomar tampoco en cuenta el sacrificio de sangre del pueblo asháninka en apoyo al estado, en la guerra  librada contra Sendero Luminoso en la violenta década de los ochenta.

Sobre la tristeza y el desconcierto de los que perderían todo, se ha levantado la voz de una mujer, Ruth Buendía Mestoquiari, Presidenta desde 2006 de la Central Asháninka del río Ene, que está difundiendo un dramático mensaje: “la represa, más las carreteras que la acompañarán, pueden marcar el final del pueblo asháninka”. Habla por radio, escribe a los periódicos, busca quien la escuche. Nos sorprende el camino recorrido por esta dirigente, que ha destacado entre las tímidas mujeres asháninkas,  que por tradición se quedaban afuera de las asambleas comunales, cuando los hombres discutían los asuntos comunitarios. “Dan su opinión en otros momentos”,  decían.

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Alguien ahora deberá escucharla. En estos días, desde el 19 Febrero hasta el 2 de Marzo, Ruth Buendía está recorriendo por dos semanas diversas capitales europeas como Oslo, París, Ginebra o Londres para alertar inversionistas y gobiernos sobre los impactos destructivos de las grandes represas, y destacar alternativas más respetuosas del ambiente. Este trabajo lo realiza con otros dos dirigentes amazónicos brasileños, Sheila Yakareti Jurura, representante del pueblo Jurura de la cuenca del río Xingú, en Pará,  y el jefe Almir Suruí Narayamoga, líder del pueblo Suruí, de la cuenca del río Madeira, Rondonia, con el apoyo de Amazon Watch, Internacional Rivers, y Rainforest Foundation.

Varias empresas europeas están involucradas en el proyecto, entre ellas la francesa GDF Suez y Alstom, la alemana Voith y la austriaca Andritz. Los pasados 19 y 20 de Febrero la delegación encontró representantes del gobierno noruego, que ha otorgado los fondos iniciales para constituir el Fondo Amazonia (el que debería costear la conservación de la selva), que ha confluído en el Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (BNDES). Sin embargo, el banco es el principal financiador de las represas, pues el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han reducido las inversiones en este tipo de infraestructuras. Todo esto mientras Perú tiene un gran potencial geotérmico, y las condiciones para desarrollar energía eólica y fotovoltaica, y en el mismo Brasil un movimiento ciudadano pide “mil usinas”, descentradas en el territorio, y más respetuosas del ambiente.

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El último día, el 2 de Marzo en Londres, la delegación amazónica  encontrará parlamentarios británicos y representantes de las embajadas de Perú y Brasil, y hará un manifestación frente a las oficinas de BNDES, qua no ha accedido a recibirla. Sí lo hará en Río de Janeiro, afirma.

¡Que el triste mito de Paquiztapango no se vuelva una terrible realidad, y que sea escuchada la voz de estas valientes mujeres y líderes indígenas! ¡Que sean salvados los ríos Xingñu, Ene y Madeira! Y los pueblos que viven de ellos, y  claman por un “buen vivir”, en armonía con la naturaleza: un enorme valor intangible que debe ser tomado en cuenta en cualquier proyecto de “desarrollo”.

 

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