La autora del texto, Emilia Bolinches en el acto de entrega del premi Vicent Ventura
Buenas tardes a todas y todos los que habéis venido con ocasión de la entrega del premio Vicent Ventura a Rosa Solbes López y a Albert Sánchez-Pantoja en su decimocuarta edición.
Vaya por delante mi agradecimiento a la Comisión organizadora por invitarme a participar en este acto que tanto me complace personal y profesionalmente. Es para mi una satisfacción por diversos motivos.
Por una parte por la vinculación con las instituciones que instauraron el premio y lo han mantenido durante catorce años, que ya es mérito: esta Universidad de Valencia, que es la mía, en esta Aula Magna en donde tantas clases he recibido de historia, literatura, filosofía, filología, geografía… porque en los sesenta y setenta se daban todavía las clases en este edificio que era el único que había; la Universidad Jaume I de Castelló donde he dado clases de comunicación y ciudadanía varios años; la Unió de Periodistes Valencians de la que soy miembra fundadora y los sindicatos CCOO, UGT, STEPV y la Unió de Llauradors i Ramaders con los que he mantenido una estrechay larga relación personal y profesional.
Y, por otra parte, porque se trata de un premio cívico que además lleva el nombre de Vicent Ventura, un periodista, político y luchador al que admiré en su comportamiento profesional y estimé en su trato personal. Y, por último, aunque no menos importante, por la decisión del jurado del premio en otorgárselo este año a Rosa Solbes, decisión que me alegra más que si me lo hubieran concedido a mi misma. I decisión que comparto porque si los premios se otorgan a las personas y colectivos que se han distinguido por la lengua y cultura valencianas, Rosa Solbes López se lo merece de largo y voy a demostrarlo haciendo un recordatorio de su recorrido personal y profesional.
Ahora hace dos años que leí la Laudatio con ocasión del premio Sor Isabel de Villena entregado a Rosa en la Iglesia de la Trinidad de las monjas clarisas valencianas. En esta ocasión he de ser más breve y más ponderada. Más breve por el tiempo asignado y más ponderada para cumplir con un ruego de nuestra galardonada. Pero, aviso, algo le costará a cambio. Así que procuraré ser ecuánime y no pasarme con los adjetivos. Porque, dicen, los adjetivos son un material altamente peligroso en manos de los periodistas. Y además, digo yo, en muchas ocasiones innecesarios.
Considera el jurado del premio Vicent Ventura que Rosa Solbes López tiene los méritos que el tribunal más valora como, ya lo he dicho, el compromiso por la democracia, el civismo y la defensa de la lengua y la cultura valencianas. Y estoy segura que todas y todos así lo considerareis. Porque en su larga trayectoria profesional Rosa Solbes ha mantenido la independencia periodística no para conseguir la presunta neutralidad u objetividad que ya sabemos que no existe más que en el ánimo de algunas personas ingenuas y en de los cínicos de la derecha sino para defender los valores considerados para ella como necesarios en el mundo de hoy: la democracia con la defensa de los derechos fundamentales especialmente los que hacen referencia a las libertades de información y de expresión; la calidad y honradez del trabajo periodístico; el feminismo por lo que se refiere a la igualdad de la mujer; el uso normalizado de la lengua catalana en la vida diaria y en los medios de comunicación, y la contribución para conseguir la difícil vertebración de nuestro país.
Estos y otros valores han estado siempre presentes en el trabajo de Rosa Solbes y han sido una preocupación constante en su trayectoria personal y profesional. Y no es porque lo diga yo que la he seguido de cerca durante 35 años de su vida profesional sino por lo que ella ha realizado. Dicen que las opiniones son discutibles pero que los hechos son incuestionables. Así que vamos a los hechos.
Rosa, nacida en Alicante y de familia alicantina, estudió periodismo en Valencia, en la Escuela de Periodismo de la Iglesia, única posibilidad real que teníamos entonces las que queríamos ser periodistas porque en teoría, eso de irse a Madrid a hacer la carrera era impracticable para la mayoría de las familias. Y en esa escuela la conocí yo. Después supe que mientras estudiaba en Valencia también se las organizaba para colaborar y trabajar para varias publicaciones alicantinas.
Así que cuando al principio de los setenta la encontré en el semanario económico Valencia-Fruits ella ya había trabajado en Alicante en el diario “Primera Página” que dirigía J.J. Pérez Benlloch y también en “La Marina”. El Valencia-Fruits era un extraño reducto de periodistas antifranquistas, como Vicent Ventura o Juan José Pérez Benlloch, y el último recurso profesional y humano del director Martín Domínguez después de haber sido cesado de su cargo de director y expulsado del diario “Las Provincias” con una traición vergonzosa. Bien, en medio de aquel reducto de periodistas veteranos antifranquistas estábamos Rosa Solbes, María Luisa del Romero, yo misma y Anna Senent que hacía las prácticas como estudiante de periodismo en Barcelona. Éramos las que nos iniciábamos en el oficio y luchábamos para evitar que nos utilizaran como gancho de chicas guapas para lucir y conseguir publicidad para el semanario. Pero al mismo tiempo Rosa ya atendía las corresponsalías de “La Verdad” de Alicante y el “Ya” de Madrid. Y en la redacción veíamos la llegada semanal de Vicent Ventura con un montón de textos que entregaba puntualmente. En ocasiones, si llegaba a la hora de comer y era la víspera de la salida del semanario comíamos juntos. Íbamos al Palace Fesol que estaba al lado, en la calle de Hernán Cortés. Vicent Ventura disfrutaba mucho de la comida y en alguna ocasión en que no había tanta prisa e íbamos con más tiempo a otro restaurante, era un placer verlo como elegía los platos y los vinos, y como recomendaba alguna especialidad. I todo lo que nos contaba y la pasión que ponía al hablar y discutir de política. Podéis suponer que para nosotras ir de restaurante era una fiesta, e ir con aquellos personajes era fabuloso.
Pero estaba hablando de Rosa de la época final de la dictadura. Las inquietudes políticas de Rosa Solbes la llevaron a colaborar activamente en periódicos políticos como el “Dos i dos” que dirigió y que pertenecía a una coalición de partidos nacionalistas y otros que militaban a la izquierda del Partido Comunista. Y de ese tiempo, antes de la muerte de Franco, es nuestra primera colaboración conjunta en la columna “Sección Feminista” de la Hoja del Lunes que el director José Barberá no pudo negarnos hasta que defendimos, nunca recuerdo si fue el divorcio o el aborto, y aquello fue demasiado y se acabó la paciencia del franquista. La pelea nuestra con Barberá, director de la Asociación de la Prensa Valenciana, no era solo por la columna sino sobre todo por nuestra doble militancia: éramos, por derecho, miembras de la Asociación de la Prensa Valenciana y, por vocación, de la Unió de Periodistas del País Valencià que acababa de nacer. Y queríamos que se unieran las dos en una sola entidad con el carácter democrático de la Unió y los fondos y servicios de la Asociación. Era tanto como querer mezclar el aceite con el vinagre. Pero el lema del 68, “Sé realista, lucha por lo imposible”, era nuestro. Y la fusión finalmente se produjo aunque aun tendrían que pasar muchos años y la pérdida de todo el patrimonio económico por el camino. Pero aquí está la Unió de Periodistes Valencians que reúne a la profesión periodística y que forma parte de iniciativas como la de este premio que hoy celebramos.
Después, al acabar los 70 y empezar los 80, primero Rosa y luego yo, pasamos las dos al “Valencia-Semanal”. Allí vivimos la transición democrática y la llamada “Batalla de Valencia”. Rosa como responsable de reportajes, empezó a escribir una serie de reportajes de investigación sobre los fascistas y los “blaveros” valencianos. Como consecuencia, nos llovieron un montón de denuncias en los tribunales de justicia que nos obligaban a estar pendientes de los avatares jurídicos de los que nos libró, sin cobrar ni un duro, nuestro abogado y amigo José Luís Pérez de los Cobos. Una consecuencia positiva de estos difíciles años de la transición democrática fue que en 1984 la Unió de Periodistes del País Valencià nos concedió el III Premi Llibertat d’Expressió, galardón que continua entregándose anualmente, y que justamente mañana por la mañana nos reunirá en esta Aula Magna para entregar los premios de este año. Pero, como os decía, durante esos años ochenta de la convulsa transición democrática Rosa era además delegada de las revistas “Interviu” y “Tiempo” y del diario “El Periódico de Cataluña”.
La legalización del Partido Comunista en el que Rosa militaba de forma crítica, la encontró como colaboradora de la revista “Cal Dir”, una experiencia nueva hecha desinteresadamente por un grupo de periodistas que intentaban sustituir el viejo y ortodoxo sistema de entender y transmitir el comunismo per otro más periodístico y renovado. Y en este tiempo de la transición en que todo parecía posible también se trataba de colaborar en la construcción de la preautonomía y de la vertebración del nuevo país que intentaba nacer. Y de esa época es también la columna feminista que escribíamos las dos en colaboración, “X-X” en referencia a los cromosomas femeninos, en la revista “Saó” gracias a la presión de las dos mujeres que estaban en el consejo de redacción y que pagaron de su bolsillo las colaboraciones durante años sin decirlo a nadie, ni siquiera a nosotras.
Y vuelvo a Rosa que dos años después del cierre del Valencia Semanal formamos parte del equipo del “Diario de Valencia”, un proyecto dirigido también por Pérez Benlloch que tampoco tuvo éxito y solo duró otros dos años. Rosa era la responsable de reportajes y de suplementos. Allí escribió y vivió sobre el 23 F y también recuerdo que le tocó, porque estaba de guardia aquella noche, la liberación de Luís Suñer y consiguió hacerle la primera entrevista en exclusiva para toda España.
Pero al cerrar el “Diario de Valencia” nos quedamos otra vez en la calle. Rosa continuó con sus colaboraciones y más tarde trabajó durante tres años como jefa de programas de Radiocadena Española. Y después pasó como redactora-presentadora de los informativos de TVE en la Comunidad Valenciana, “Aitana” como la llamábamos popularmente. Del tiempo de Radiocadena es la iniciativa de Rosa de poner en antena “Entre nosotras” un programa semanal para las mujeres, el primero que se hacía en España desde la visión feminista y que justamente se estrenó el mismo día en que se cerró aquel casposo “La señora Francis” y que se destapó el engaño de que la señora Francis era un señor. Bien, “Entre Nosotras” lo llevábamos las dos con la colaboración de Anna Senent y duró cerca de 5 años. Pero al irse Rosa a la TVE donde yo también estaba pusimos en marcha otro proyecto complementario: el “Entre Nosotras” radiofónico se continuaba con el programa en directo “La otra mitad” producido y emitido por TVE-Aitana.
En 1989, como directora fundadora de Radio 9, Rosa Solbes puso en marcha esa radio que, con un presupuesto muy reducido, mantenía una parrilla de 24 horas en valenciano. Pero como la experiencia fue corta, solo nueve meses, al acabarse Rosa ocupó el cargo de jefa de prensa de la Conselleria de Cultura y después volvió a la redacción del Centro Territorial de la TVE en la Comunitat Valenciana donde fue editora de los informativos hasta su pre-jubilación, tiempo en que continuó publicando los viernes su columna en el diario “El País” sobre los temas más relevantes de actualidad socio-política.
Complementando la trayectoria de su trabajo periodístico, Rosa Solbes ha intervenido también activamente en la organización profesional donde no ha escatimado ni tiempo ni esfuerzos para representar a la profesión ante todas las instancias y la ciudadanía. De su presidencia en la Unió de Periodistes Valencians podría destacar muchas iniciativas pero me alargaría más de lo que debo. Rosa pertenece además a la Red de Periodistas Europeas y a la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género. Se puede decir, por tanto, que Rosa Solbes ha trabajado en prensa, radio y televisión. Que es una periodista experimentada y una mujer concienciada que se ha preocupado, ha investigado y ha luchado mucho y durante muchos años por la democracia, por la lengua y por los problemas de los valencianos y las valencianas.
Todavía ha encontrado tiempo y ganas para colaborar con las instituciones públicas en las actividades relaciones con el mundo de la cultura y los medios de comunicación y de las mujeres. Así, forma parte del Consell d’Administració de la nova RTVV por elección de les Corts Valencianes, del Consell Assessor de la Unitat d’Igualtat de esta Universidad, del Consell de Cultura de la UGT del País Valencià y del Consell Assessor d’Igualtat del PSPV-PSOE. En el ámbito político Rosa ha continuado activa y ha estado presente en diversos grupos y movimientos ciudadanos como el de “Valencians pel canvi” del que es actualmente vicepresidenta, y de “ACICOM” (Associació Ciutadania i Comunicació). Es decir, que Rosa ha participado en todo aquello que pretende la consecución de la democracia participativa auténtica y no una meramente formal. También como divulgadora y colaboradora en las actividades de grupos y movimientos feministas ha sido merecedora de diversos premios como el de la Federación de Mujeres Progresistas, el de la UGT del País Valencià, el Clara Campoamor y el de Sor Isabel de Villena que antes he mencionado, con el reconocimiento de todos ellos por su compromiso con la lucha por la igualdad de la mujer. Y he de añadir que Rosa todavía encuentra tiempo para hacer lo que ella y yo llamamos “bolos” que es participar activamente en conferencias, congresos y seminarios en universidades españolas y latinoamericanas como en otras instancias populares y cívicas. Así, Rosa igual cruza el charco para participar en un congreso en la Universidad de Puerto Rico que se va a Quart de Poblet para intervenir en una sesión sobre la violencia de género o a un Instituto para hablar a los y las jóvenes sobre los medios de comunicación.
Y para completar su paso por el periodismo, el valencianismo político y lingüístico y el feminismo, hay que destacar también su inclusión en el mundo de la literatura. Ella mantiene que los libros que ha escrito son reportajes y entrevistas largos. Yo pienso, como los anglosajones, que el periodismo forma parte del ámbito literario y que es un género específico como otro. Pero como este no es momento para las discusiones teóricas solo diré que Rosa Solbes ha escrito varios libros de investigación periodística sobre el papel de las mujeres valencianas en la vida pública como el dedicado a rescatar a María Cambrils, una ilustre desconocida, o el que recupera la figura de Guillermina Medrano, la primera regidora del Ayuntamiento de Valencia durante la segunda República. Y más próximos a nosotras en el tiempo, ha publicado el libro de visión política “Mujeres valencianas: entre el poder y el querer” y una conversación con la compositora y creadora musical Matilde Salvador, publicada por Tàndem y su editora y amiga común Rosa Serrano.
Para acabar nada más quiero añadir que Rosa ha hecho todo lo que he dicho con una naturalidad, claridad y facilidad envidiable. Transmite una sensación de sencillez que en nuestro trabajo, sometido a muchas presiones y al imperio del tiempo, resulta muy útil. Parece tener el control de lo que hace y da la sensación de que lo que hace es diáfano y normal, que cualquiera puede hacerlo sin esfuerzo. No tiene ni un gramo de arrogancia y tengo la impresión de que ella está convencida que todo lo que hace es normal y fácil de hacer.
Hasta aquí los hechos. Y con este recuento de los hecho acabo. No quiero sonrojarla y respeto su reserva habitual. Pero cumplido el compromiso pido en correspondencia una compensación. Rosa, me debes una comida. Y a vosotros os pido un aplauso para ella, si queréis…
Valencia , 2 de mayo de 2013