martes 16 abril 2024

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Museos para recuperar la memoria histórica de las mujeres

ARTE

Pieza de la exposición permanente del Museo de Arte de Cerdanyola

En noviembre, la Red de Museos Locales de la Diputación de Barcelona dedicó su XXXI Jornada al tema “Museo(s) y género(s)” para contribuir a la reflexión y el debate en relación a uno de los principales retos que tiene la sociedad del siglo XXI: la igualdad de género en la memoria histórica y la socialización cultural.

 

El género y la sexualidad son elementos claves en la cultura, por eso no pueden estar al margen de las instituciones culturales. Así lo evidenciaron las activistas artistas feministas de los años 60 cuando denunciaron la ausencia, la invisibilidad de las mujeres y su infrarrepresentación, además de la carencia del género y la diversidad sexual en el mundo de la cultura y, específicamente, de los museos.

Como instituciones que recuperan la memoria histórica de la sociedad, los museos tienen un rol muy significativo en la lucha por la igualdad de género y, por tanto, el reto de generar una manera diferente de leer, interpretar, visibilizar, evidenciar y sentir la realidad, su historia, el arte, la creación y la socialización humana libres, de androcentrismo y de miradas heteronormativas y fortalecedoras la de una cultura de la igualdad.

Para entender mejor debate y qué iniciativas se llevan a Cataluña, La Independent dialogó con el Txema Romero, director del Museo de Arte de Cerdanyola y el Juan Francés, director del Museo y Poblado ibérico de Can’Oliver, en el marco de la XXXI Jornada al tema “Museo(s) y género(s)”, organizada por la Red de Museos Locales de la Diputación de Barcelona.

Esta jornada compartió diversas experiencias nacionales e internacionales realizadas por varios museos en relación a la diversidad de identidades de género y sexuales, incluyendo la vindicación y visibilización de las mujeres.

 

El museo requiere la perspectiva feminista

Txema Romero, experto en arte modernista y arte contemporáneo, vive con mucho compromiso la transformación de entender el arte como la expresión humana más significativa para la toma de conciencia y el cambio de paradigma dentro de los museos.

“El museo tiene poder de transformación en la sociedad y como espacio social debe encontrar referentes desde toda la diversidad de personas que vivimos en la sociedad. Nos dimos cuenta, por ejemplo que el cien por ciento de las piezas que teníamos puestas eran obras de hombres y que las mujeres eran las protagonistas pasivas del museo. Las mujeres aparecían en todas partes de la iconografía del museo modernista pero no teníamos ninguna obra de una mujer artista. Entonces, comenzamos a repensar este museo, a preguntarnos si realmente refleja este movimiento creativo donde deberían estar las mujeres. A partir de este inicio, comenzamos a entender de la imprescindible incorporación de la perspectiva feminista en el museo y reconocimos que teníamos un trabajo muy grande que hacer. Así nace la necesidad de trabajar el género y garantizar la presencia de las mujeres en el museo”, dijo.

 

TXEMA

 Txema Romero, director del Museo de Arte de Cerdanyola

Por su parte, Juan Francés explica que “el museo es el resultado de la misma experiencia personal, es decir, yo dirijo un museo que está formado en su mayoría por mujeres y acabas teniendo la convicción de que el feminismo no debe ser una cuestión que se vive de manera semántica, sino que debe ser propositivo en las maneras de ver la realidad desde el punto de vista diverso e igualitario. Por ejemplo, hay una manera específica de entender, especificar y resolver conflictos, hay una manera de entender las relaciones y evidentemente lo que hace es tener nuevas prácticas y una nueva metodología desde la visión feminista, es la consecuencia lógica de convertirlo en proyectos, actividades, exposiciones y, en nuestro caso, va saliendo de manera natural, aunque es un reto”.

 

Hechos evidentes de un androcentrismo que hay que superar

“Identificamos que de 300 piezas expuestas no había ningún realizada de por una mujer y buscando información identificamos mujeres artistas vinculadas a esta colonia de artistas que ahora son el hilo conductor del Museo de Arte de Cerdanyola. Actualmente, estamos trabajando con dos artistas importantes: Laura Albéniz, ilustradora y pintora, y Ana María Smith que ahora mismo nadie la conoce porque estuvo absolutamente borrada de la historia. Tenemos claro que las exposiciones de arte contemporáneo deberían tener cuidado de esta perspectiva de una manera normalizada. Actualmente, el 50% de las artistas que exponen son mujeres. Hemos llegado a una igualdad de producción artística de manera natural en el arte contemporáneo y, en cambio, tenemos un trabajo muy grande en el mundo histórico porque primero, hay menos mujeres artistas y segundo, porque la historiografía las ha borrado”, reflexiona Txema Romero.

Juan Francés señala que “es preciso superar la mirada androcéntrica de las memorias que recogen los museos. Nos hemos dado cuenta que las mujeres son culturalmente más activas. No hace demasiado que salió una noticia en el periódico que decía que la mayoría del público de la temporada alta en los museos son mujeres. En nuestra experiencia hemos visto que las mujeres tienen un papel fundamental en la organización del tiempo libre de la familia y obviamente de ellas mismas, por lo tanto es un público que debemos cuidar, sino por militancia que sea por interés porque en el fondo este papel de logista que ha tenido, en cierto modo la mujer, debemos aprovecharlo y a la vez dar respuesta a sus intereses. No podemos tratar a las mujeres simplemente como unas clientas y no dar respuesta a sus prioridades, a sus necesidades o prescindir de su visión, de su sistema de valores o de sus emociones. Hemos de ser un museo acogedor y preocuparnos por toda la gente, de las que son más cercanas, más propicias, las que son nuestro apoyo y las que nos ayudan a montar esta comunidad.

 

Superar los prejuicios para transformar y acoger a las personas

Txema explica que en esta transformación de los museos en espacios acogedores y democratizadores, desde una perspectiva de género, ha encontrado muchas personas aliadas, y que en relación a incorporar la diversidad del colectivo LGTBI ha encontrado dificultades.

Primero, porque en el campo del arte, la vida, la sexualidad y el amor están absolutamente unidos y vinculados; forman parte de la misma expresión creativa. A las personas no nos importa hablar de Machado y de los poemas dedicados a su mujer, pero parece que cuando hablas de un artista que es homosexual es un tema privado, que no está vinculado el arte o a una obra. Esto nace de un gran prejuicio, de considerarlo como un hecho negativo. Entonces, nos encontramos esta problemática con algún artista, o incluso con su familia o bien con el mundo que le rodea. Con el trato y el trabajo de sensibilización que se ha hecho se ha conseguido normalizar. Por ejemplo, el caso de Ismael Smith, un artista que siempre protagoniza una de nuestras salas del museo y que en nuestro programa de igualdad y de LGTBI es uno de los pilares fundamentales. Es un artista que durante muchos años sufrió un triple estigma, por ser de origen judío, por ser homosexual y por haber sido diagnosticado con un trastorno mental. Le encerraron en un psiquiátrico y, probablemente, debido a su homosexualidad. Por tanto, de estos tres puntos no se podía hablar. Había un punto grave de autocensura desde nosotros mismos y, en el momento que lo evidencias, nos hemos dado cuenta del potencial grande que tenía. Porque sin estos tres puntos no puedes entender su obra, sería una obra de arte vacía. Es evidente que hay obras que hablan de las personas LGTBI y de una manera clarísima, y es que después nos hemos dado cuenta del poder mágico que tiene el arte para que nos traslade a una época, a la intimidad de la vivencia de una persona. En el fondo es hablar del ser humano, el cual tiene una contemporaneidad enorme. El arte es como un espejo y nos sentimos reflejadas aunque tenga cuarenta, cien y dos mil años. Tenemos que evidenciar estas vivencias y el pedazo de alma de las personas para hablar de la sociedad actual, para hablar de estas inquietudes y para encontrar referentes.

Es muy emocionante cuando viene una persona y encuentra un referente con quien identificarse en el museo desde su propia identidad, que se reconoce en el modo de estimar y en las vivencias que se reflejan en la obra artística”.

“Los museos deben ser acogedores para integrarse en la comunidad de un territorio. Es un núcleo de relación donde es muy fácil trabajar la igualdad de género. En el ámbito de los museos la historia real la hacen los personajes anónimos, los que no tienen voz. Nuestra tarea es valorar y evidenciar todos aquellos sectores, personajes, condiciones no visualmente manifiestas”, añade Juan Francés.

 

JOAN

Joan Francès, director del Museo y Poblado Ibérico de Can’Oliver

 

El museo: un espacio de socialización

“Tenemos una deuda con la historia que ha sido invisibilizada: el hecho de reconocer que los museos son un espacio de socialización. No es un trabajo que podemos o no podemos hacer, es una deuda. Debemos repensar los museos y hacer relecturas desde la perspectiva contemporánea y la perspectiva de género. El museo debe convertirse en un escaparate de la diversidad de nuestra cultura, de nuestra sociedad, de los errores de nuestro pasado, de los retos de nuestro futuro. Es un lugar que debemos considerar como concepto del bienestar y, por lo tanto, todas las aportaciones deben estar representadas”, señala Txema.

Para Joan “es importante empezar desde la estructura organizativa de los museos. No se trata de hacer actividades con perspectiva de género sólo en el ámbito externo. Hay que tener una práctica que se haga desde dentro, por sistema. Por ejemplo, en la jornada se hablaba de la importancia de evitar hacer un tratamiento estanco de las mujeres, sino confrontándolo con los otros géneros. En este caso, en la arqueología tenemos una dificultad añadida: las limitaciones evidentes de la distancia en el tiempo, donde las mujeres y sus aportaciones han sido invisibilizadas, donde se interpretó que ellas no tenían nada que aportar o no existían como productoras de cultura, ni de historia, ni de arte. En la exposición permanente de Can’Olivé hemos hecho que la misma estructura museográfica evidencie esta confrontación entre los géneros y ponga en valor y de manifiesto las aportaciones de las mujeres en las sociedades antiguas”.

 

joanfrancescYoutube

 

Recuperar la memoria histórica de las mujeres

“Tenemos que romper con el estigma que en la mayoría de museos de arte sus obras deben ser sólo de hombres. Primero, debemos analizar lo que está representando, ver qué nos habla de las mujeres y aunque sea una obra de arte hecha por un hombre o una mujer, decodificar aquello que nos explica y nos muestra. Es decir, explicar el papel de cómo las mujeres avanza en la cultura de la contemporaneidad. Segundo, buscar a las mujeres reales que hay detrás de esas obras, localizar quien inspiró la obra, quién es la campesina que apareció en el cuadro.

Tercero, evidenciar el papel activo de la mujer artista y repensar la figura de la modelo, qué rol cumple. En la contemporaneidad la modelo no es un objeto pasivo, sino que forma parte de la época. Finalmente, tenemos una deuda con las mujeres artistas. Hemos de destinar recursos a nuestra para buscar y tener mujeres artistas en nuestras exposiciones”, enfatiza Txema. Además, agrega: “nosotros hemos pedido obras del depósito de la Diputación y si no tenemos obras originales, pues, pondremos publicaciones de revistas como de la ilustradora  Ana María Smith. Estos casos que no dejan de ser minoritarios, los hemos de destacar aún más. Esta deuda de recuperación, visibilización y reconocimiento es imprescindible para superar todo lo que la historia ha hecho para borrar a las mujeres. Nuestro trabajo hacerlas renacer”.

 

Txema Romero, director del Museu d'Art de Cerdanyola

 

Juan Francés sostiene que “generar mayor visibilidad de las aportaciones de las mujeres al proceso histórico depende de cómo los museos puedan también hacer contribuciones coherentes en su trabajo. Se debe poner énfasis en la dificultad añadida que tiene la cultura. Por ejemplo, cómo hacemos visibilidad de la cultura ibérica, de la que está muy regulada en el tiempo, de la que tenemos un conocimiento muy parcial, a través de los datos arqueológicos y fondos indirectos y textos básicamente romanos, respecto a periodos propiamente históricos donde tenemos fondos documentales; donde podemos ver el papel de las mujeres en la época medieval, es diferente. A medida que nos damos cuenta en el tiempo tenemos dificultades. También nos permite hablar de aquellas sociedades donde la asignación de roles no ha sido la misma. No es la misma experiencia de una mujer en una época etrusca que una en la época romana, son muy diferentes. Cada una presenta unas condicionantes diferentes y también con muchas coincidencias en las violencias de género que se han producido históricamente”.

 

Unas jornadas con futuro para promover la igualdad de género

Para Txema, “las jornadas han permitido evidenciar diversidad de iniciativas y reconocer que están haciendo más de lo que se cree. Ahora le ponemos nombre a que hacemos y coordinamos para visibilizar estos cambios. Es un paso muy grande. A veces piensan que este tipo de proyectos requiere grandes esfuerzos pero nos damos cuenta de que en el día a día es simplemente cambiar la perspectiva. Muchas veces se piensa que el museo ya está hecho y no puede cambiar. A ver, cambiar un cuadro en la pared no cuesta tanto, o encartelar o incluir eventos claves como el Día internacional de la Mujer, Día de la Diversidad LGTBI, entre otros. Estas jornadas y sus contenidos de reflexión los incluiremos en nuestro museo. Estoy emocionado por el interés que ha despertado la jornada en diversidad de museos”.

“El museo es un espacio de reflexión. Cuando te pones ante un determinado hecho, y lo evidencias dos mil años después, compruebas que en el siglo XX sucede exactamente lo mismo y, en cierto modo, pones de manifiesto lo que se está produciendo. Por ello, estas jornadas son claves para compartir conocimientos y prácticas. Por ejemplo,cuando intentamos dar servicio para promover que las mujeres sean formadoras de opinión, a través de los museos, lo que hacemos es facilitar un servicio integral para que tenga todas las facilidades para poder disfrutar de las actividades del museo. Ponemos a disposición una guardería, lo que también permite que venga gente mayor. Esta práctica tiene que ver con el uso del tiempo desde un modo creativo y cultural, a la vez que tienes un servicio de cuidado, que no sea un espacio de élite, sino un espacio de democratización cultural. No hablamos de grandes personajes sino de la vida de la gente”.

 

La Diputación de Barcelona, un soporte imprescindible

Ambos directores sostienen que la diputación es un apoyo imprescindible para los museos locales porque la mayoría dependen de los ayuntamientos y los recursos son muy limitados. “Por un lado hay un apoyo económico con proyectos, subvenciones, donde este tipo de perspectiva más social es muy valorada y donde la administración está apostando claramente por este cambio de perspectiva y de sensibilidad hacia la perspectiva de género y que sea un museo social”, afirma Chema. Y por otro lado “hay una gran tarea de la Diputación de coordinación entre museos, de hacer un poco de intermediara, de permitir espacios de debate entre nosotros, de que podemos trabajar de manera conjunta al hacer una exposición y que las experiencias se puedan realizar con un soporte más profesional”, finaliza Juan.

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