viernes 08 noviembre 2024

viernes 08 noviembre 2024

Mujeres que luchan, historias que inspiran: logros y retos

Por Redacción La Independent. Sandra Miguez, Sílvina Molina, Ma. Àngels Viladot i Tona Gusi

Las 10 entrevistas que conforman el proyecto «Mujeres que luchan: historias que inspiran»  han sido realizadas por un equipo de periodistas de La Independent con el objetivo de hacer visibles las luchas de las mujeres ya mayores contra las discriminaciones patriarcales a lo largo de sus vidas, su activismo en espacios que han permitido la consecución de hitos actuales de los derechos de las mujeres y la tarea que aún realizan para  mantener e impulsar lo conquistado para futuros logros feministas.

Las entrevistadas son representativas de distintos sectores y atravesadas por diferentes condiciones. Se reconocen heterosexuales o lesbianas, políticas, sindicalistas o militantes barriales, activistas culturales, ecologistas, antimilitaristas, profesionales, artistas, migrantes…Ellas nos muestran las diferentes brechas, discriminaciones, estigmas y obstáculos que afectan de distinta manera su desarrollo personal y su participación social. Las discriminaciones institucionales y sociales que sufren las adultas mayores, ya sea por razones de género, social o etnia, nos ha permitido desvelar que hay brechas que aún persisten.

Esta serie de entrevistas quiere ser una modesta contribución para la sensibilización sobre el fenómeno del edadismo y de la discriminación hacia las mujeres mayores. También una contribución más a la memoria histórica feminista, puesto que los logros igualitarios y el camino recorrido para alcanzarlos quedan plasmados en la narrativa de sus relatos.

Las 10 protagonistas han dado cuenta de sus experiencias de vida, de sus formas de resiliencia y superación. Ellas son:

Núria Casals Pérez: 72 años. Feminista, vinculada a partidos de izquierda en la lucha antifranquista. Participa en Feministas por la Independencia y en Ca la Dona. Entrevistada por Carme Porta.

Teresa Cortina Cirera:  100 años. Luchadora política y sindical. Entrevistada por Teresa Carreras.

Tica Font Gregory 67 años. Ex directora de l’Institut Català Internacional per la Pau (ICIP). Tuvo un papel fundamental en 2003 en la aprobación de la Ley de Fomento y Paz de Cataluña. Entrevistada por Diva Criado.

Josi Hernansáez Gibert: 70 años. Bióloga y feminista. Fundó en 2008 la Red Agima y la asociación Wo+Men’s Progress. Entrevistada por Nuria Langreo.

Francina Gimenez Rossell: 76 años. Feminista, sindicalista y voluntaria en distintas organizaciones sociales y vecinales. Entrevistada por Tona Gusi.

Rosa Maldonado: 64 años. Feminista, migrante, profesional de la salud, pertenece a Socorristas en Red, la Red Compañera y MIKA, Sororidad Internacionalista de Barcelona. Entrevistada por Sandra Miguez.

Isabel Moreno Fernández: 74 años. Conocida como Isa Moren. Jubilada activa en la formación en danza y música en la infancia. Entrevistada por Julia López Tremols.

Maria Olivares de 91 años. Política, feminista, ecologista y antimilitarista e independentista. Entrevistada por Tona Gusi.

Isidora Piedra Gil: 75 años. Militante de la Asociación de Mujeres Feministas La Bisagra, de Vilanova y la Geltrú. Entrevistada por Fabiola Llanos.

Remei Sipi Mayo: 70 años. Migrante. Editora, activista cultural y escritora. Fundadora de   EWaiso Ipola, que acoge a mujeres procedentes de África. Entrevistada por Elena Tarifa.

A continuación, un repaso sobre las principales discriminaciones que, cómo se desprende de les entrevistas, son por género, edad, procedencia, idioma, y las distintas formas que adoptan las prácticas sociales. Se desvela que han persistido y aún persisten inequidades y brechas que imposibilitan el establecimiento de las convenciones internacionales sobre la protección de los derechos humanos de las personas mayores y de las mujeres. La discriminación en los medios de comunicación queda expuesta en otro artículo especifico.

Marco legal y recomendaciones

Entre la legislación y las recomendaciones que hacen referencia específica a las mujeres mayores, cabe destacar el del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra las mujeres (CEDAW, 18 diciembre 1979), que en su 47ª sesión (2021), emitió la Recomendación general núm. 27 donde se reconocen las múltiples formas de discriminación vividas por las mujeres mayores, que configuran una amplia diversidad de experiencias, conocimientos y habilidades. En el abordaje de la violencia hacia las mujeres mayores, destaca:  El impacto de las desigualdades de género a lo largo de su vida y la consecuente discriminación que experimentan las mujeres mayores como resultado de la asignación injusta de recursos, el maltrato, la negligencia y el acceso limitado a los servicios básicos; La presencia de discriminaciones exacerbadas por otras condiciones más allá del género y la edad como son las condiciones socioeconómicas, educativas, familiares, productivas, etc., lo que lleva también a la dimensión múltiple de las discriminaciones, especialmente en los casos en que las mujeres sean parte de una minoría (étnica, religiosa, de orientación sexual, etc.);  El hecho de que gran parte de la negligencia hacia las mujeres mayores a menudo se relacione con que ya no se las considera activas en sus funciones productivas y reproductivas, por lo que se las considera una carga para sus familias y para la sociedad.

En 2010, la resolución 65/182 de las Naciones Unidas creó el Grupo de Trabajo de Composición Abierta sobre el Envejecimiento (OEWG) para el establecimiento de una Convención Internacional de los Derechos de las Personas Mayores, abordando, entre otros temas, el maltrato a las personas mayores.

En el Estado Español, la Ley orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género asume que «las mujeres víctimas de violencia de género son un colectivo prioritario en el acceso a viviendas protegidas y residencias públicas para personas mayores» (artículo 28. Acceso a la vivienda y residencias públicas para personas mayores).

La ley 5/2008, de 24 de abril, del Parlament de Catalunya del derecho de las mujeres a erradicar la violencia machista, parte de la premisa de que los derechos de las mujeres son derechos humanos y afirma que la violencia machista es una grave vulneración de estos derechos y un impedimento para que las mujeres puedan alcanzar la plena ciudadanía, la autonomía y la libertad. Dicha ley refiere en el artículo 36 que las mujeres mayores como las mujeres con discapacidad, se consideran un colectivo “preferente a efectos de tener acceso a las plazas de residencias públicas, siempre que ésta sea la opción escogida por las mujeres beneficiarias”. Establece en el artículo 69, modificado por la Ley 17/2020, de 22 de diciembre: “El Gobierno debe promover estrategias eficaces de sensibilización destinadas al colectivo de mujeres mayores, para que conozcan los recursos y las estrategias para afrontar las violencias contra las mujeres y puedan adoptar posiciones activas ante estas situaciones, para lo que debe facilitar información específica de violencia machista en mujeres mayores.” También la Ley 17/2015 del Parlament de Catalunya, de 21 de julio, de igualdad efectiva de mujeres y hombres, refiere en su artículo 47 que “las administraciones públicas deben elaborar y ejecutar normas que protejan a las mujeres mayores de cualquier forma de violencia”.

Destacar también la publicación por parte de La Generalitat, en el mes de febrero de 2023, la Guía práctica para incorporar la perspectiva LGTBI en las residencias y otros centros y recursos para las personas mayores, como son centros sociosanitarios, centros de día, asociaciones patronales, e incluso profesionales que trabajan desde hospitales a centros de atención primaria, bibliotecas, centros cívicos y asociaciones y entidades de derechos sociales. El objetivo es que se respeten las personas LGTBI+ y que no se vean obligadas a esconder su identidad cuando ingresan por miedo a ser juzgadas y sentirse más solas. La guía incluye medidas para el uso de lenguaje inclusivo, el respeto a la expresión de género, la designación de personas de referencia para las personas LGTBI+, los procesos internos de denuncia y lugares “seguros” en los centros, así como asegurar que las parejas puedan compartir habitación para proteger su intimidad.

Edadismo y distintas formas de violencia de género hacia adultas mayores

El “edadismo” es la forma de discriminación hacia las personas mayores que se expresa en estereotipos, prejuicios y discriminación basándose en la edad o en la percepción de que una persona es “mayor”, les asigna características de fragilidad, incapacidad, dependencia y vulnerabilidad. Se manifiesta a menudo con un lenguaje condescendiente y hasta despectivo que intenta imponer una idea de que se han convertido en una carga para la sociedad, lo cual genera violencia, abuso y descuido.

La intersección de sexismo y edadismo puede incrementar las desigualdades y la vulnerabilidad a la violencia de las mujeres mayores debido a su normalización social, a una percepción ampliada de su posición de subordinación por parte de los hombres que ejercen violencia y una disminución de estrategias y recursos personales para enfrentar la violencia. Así diferentes investigaciones concluyen que las formas de abuso y la violencia son diferentes según la edad, con mayor violencia física hacia las mujeres mayores respecto a las de edades más jóvenes dentro del continuo de la vejez, y más abuso y negligencia verbal.

La investigación de DAPHNE III (Proyecto AVOW) de 2011 en la Unión Europea (Austria, Bélgica, Finlandia, Lituania y Portugal) muestra que las tasas generales de prevalencia de maltrato en mujeres de más de 60 años son: Maltrato emocional: 23,6%; Explotación financiera: 8.8%; Violación de derechos: 6.4%; Maltrato sexual: 3.1%; Maltrato físico: 2.5%.

Un estudio realizado el año 2014 en España (Verdejo, I. C., & Calvo, C. B. Analysis of Violence against Elderly Woman. Procedia – Social and Behavioral Sciences) sitúa la violencia que sufren las mujeres mayores en manos de sus parejas en el 29,4%, con una duración media de 21 años para las mujeres mayores de 55 años; varios estudios enfatizan que en muchas ocasiones este tipo de violencia no es comunicada por la víctima; otros estudios ponen el énfasis en las dificultades para detectarla que tienen las profesionales de la salud consultadas por mujeres mayores en situación de violencia en la pareja.

Los problemas de salud mental – en el Estado español entre un 3 y un 4% de la población entre 75 y 79 años está diagnosticada de alzhéimer, la forma más común de demencia, y ese número aumenta hasta el 34% en mayores de 85 años- afectan principalmente a mujeres. En Cataluña existen más de 86.000 casos diagnosticados y la mayoría se corresponden a mujeres. Son factores que aumentan el riesgo de victimización en el sentido de que es más probable que las mujeres no puedan reaccionar, interpretar o actuar sobre la violencia sufrida (Fundació Aroa. Les violencies masclistes vers les dones grans: una aproximació feminista i interseccional, Generalitat de Catalunya, Institut Català de les Dones, Observatori de la igualtat de gènere).

La base del estudio “Mujeres mayores de 65 años víctimas de violencia de género” realizado por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género en 2019, expone que las mujeres mayores experimentan la discriminación de género en mayor medida que las mujeres jóvenes, y la discriminación por edad en mayor medida que los hombres mayores. Esta doble discriminación está en la base de la invisibilidad de la violencia de género contra las mujeres mayores. Se identificó la invisibilidad de la violencia de género en mujeres mayores de 65 años, que al haber sido socializadas en un sistema patriarcal que determina la asunción de roles de género tradicionales que definen la duración de la violencia, el auto reconocimiento como víctimas, la respuesta del entorno sociofamiliar e institucional, son algunos de los factores determinantes para el maltrato.

Un estudio internacional de 2017 (Sandmoe, A., Wentzel-Larsen, T., & Hjemdal, O. K. 2019. Violence and abuse against elderly people in Norway: A national prevalence study. Oslo: Nasjonalt kunnskapssenter om vold og traumatisk stress), identificó – en base a datos de más de 800 estudios- una mayor prevalencia de violencia entre las mujeres con factores socioeconómicos específicos, como ingresos bajos, pobre escolarización y el divorcio/separación. Una de las conclusiones relevantes de un estudio en Noruega en 2019 se refiere a las consecuencias en la salud física de haber sufrido violencia en la vejez, específicamente por las mujeres: significativamente más mujeres que hombres que fueron víctimas de violencia reportaron enfermedades cardiovasculares, derrames cerebrales y lesiones.

Uno de los estudios europeos más recientes y exhaustivos sobre el maltrato a las personas mayores, desarrollado por el proyecto TISOVA en Estonia, Finlandia y Grecia, concluye que es necesario concienciar al público sobre el problema de la violencia hacia las mujeres mayores, combatiendo estereotipos hacia las personas mayores, mejorando su conocimiento y sus derechos, incluidos los servicios de apoyo disponibles para las que sufren abusos. Y pide: La mejora de la prevención y detección por parte de los cuerpos policiales; Que la información sobre la violencia y el apoyo disponible sea fácilmente accesible tanto en su acceso online como en formato impreso, difundido periódicamente en los espacios de encuentro además de los entornos sanitarios y centros residenciales; La  coordinación entre las y los profesionales de la atención primaria de salud, la atención a largo plazo y los servicios sociales para un intercambio de información en los casos de maltrato a personas mayores; Centrarse en mejorar el conocimiento de las personas mayores y cómo pueden defender sus derechos; La financiación y los recursos se  asignen especialmente a la acogida de las mujeres mayores víctimas de violencia; Establecer la cooperación y el intercambio de información entre los diferentes servicios de apoyo especializados y las autoridades locales (casas de acogida para mujeres, ONG, residencias, profesionales de la salud, policía y servicios sociales) para reducir la victimización secundaria y garantizar una reacción rápida en casos de violencia.

La Federació d’Associacions de Gent Gran de Catalunya (FATEC) en su comunicado de 15 de junio de 2023 en motivo del Dia Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato a la Vejez pide que “el envejecimiento se considere como una parte natural del ciclo de la vida, donde haya el derecho a vivir con dignidad sin sufrir ningún tipo de maltrato ni explotación y se nos brinde la oportunidad de continuar participando plenamente en la comunidad”. Parece un planteamiento que no admite demoras ya que, en 2030, las personas mayores de 60 años serán 1.400millones, provocando un cambio demográfico ya que superarán el número de personas jóvenes.

Las participantes de este proyecto han identificado distintas situaciones de violencia a lo largo de su vida y señalan que es la desigualdad estructural -que implica que los cuidados estén mayoritariamente a cargo de ellas- la que debemos considerar cómo raíz de situaciones de violencia hacia las mujeres mayores, como menciona Rosa Maldonado. O al peso de los roles establecidos e inamovibles que señala Tica Font y que se acrecientan tras las duras crisis económicas donde tantos jóvenes han regresado a las casas de sus progenitores precisa Isadora Pedra Gil, quien señala que además de un marido maltratador ahora se puede sumar un hijo maltratador o un hijo controlador como señala Francina Gimenez. O la opinión de Remei Sipi: “La violencia de género no se da por ser mayor, sólo que, si la mujer es mayor y vive sola sufre más esta violencia porque no tiene a nadie más y está sola junto a su agresor de muchos años, y eso la hace más vulnerable, eso sí”. Para Nuria Casals, la violencia hacia las mujeres lesbianas comienza con “la invisibilidad, la no existencia, el estribillo forzado al armario; es un tipo de violencia que vivimos”.

Familia, libertad sexual, matrimonio, divorcio, maternidad, aborto y potestad masculina

Todas las entrevistadas reconocieron haber sufrido discriminación por razones de género a lo largo de sus vidas.

Con la dictadura franquista (1939-1975), el feminismo y los logros en derechos de las mujeres conseguidos durante la II República desaparecen y las mujeres volvieron al sistema de tutela masculino, en los valores del catolicismo y la familia tradicional. Entre los derechos perdidos, el del aborto, proclamado por primera vez en el Estado español, el 25 de diciembre de 1936 por parte de la Generalitat de Cataluña.

La legislación actual del derecho al aborto es la Ley Orgánica 1/2023, de 28 de febrero, modificando la Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo. Esta ley había despenalizado la práctica de la interrupción voluntaria del embarazo durante las primeras 14 semanas del embarazo. Una regulación anterior -Ley Orgánica 9/1985- había despenalizado el aborto en varios supuestos.

Los roles transmitidos en la familia, como la discriminación en relación con los hermanos varones (horarios, tareas en la casa, relaciones…), como cuenta Francina Giménez y explica Isadora Pedra: “En ese entonces la mayoría de las madres se volvieron las ‘guardianas’ de lo que se ‘tenía’ que hacer dentro del patriarcado franquista, supongo que por nuestra propia seguridad”. Época donde no se podía abrir una cartilla de ahorros propia, no se podía sacar dinero del banco sin permiso del marido o se necesitaba su permiso para viajar al extranjero con un hijo, recuerda Maria Olivares. Josi Hernansaez señala: “Yo he vivido que los hombres eran mayores de edad a los 18 y las mujeres a los 21”. La mayoría de las mujeres dependían del salario del marido e incluso de la disposición o no de este para cubrir los gastos de la casa.

La lucha contra el Franquismo fue prioritaria para muchas mujeres, luego se ampliaría a la “doble militancia” y minoritariamente la lucha feminista seria la prioridad para algunos colectivos de mujeres al final de la dictadura. Así lo recuerda Pedra Gil: “El feminismo, el ecologismo, la lengua catalana, etcétera, cuando estabas luchando contra el franquismo, todos estos elementos estaban ahí, pero no se profundizaban, porque la lucha prioritaria era contra el franquismo”. Maria Olivares, en cambio los vivió de forma inseparable.

Hasta 1981 no se aprueba la Ley del Divorcio en el Congreso, existiendo el delito de adulterio y leyes contra la libertad sexual, como la de Peligrosidad social. La infidelidad de una mujer podía ser un atenuante en caso de ser asesinada por el marido y por el contrario las de los hombres se celebraban entre ellos. Cuando una mujer migrante se divorciaba, recuerda Remei Sipi o la acogía una compañera o se encontraba desamparada en la calle.

La Iglesia católica y los valores sociales conservadores ponen a las mujeres divorciadas bajo la crítica, pero también la gente de izquierdas “La mujer no deja a su compañero” le decían a Francina Gimenez y se las define como mujeres de “mala vida”, “¿dónde vais con separadas o divorciadas?, os van a llevar por mal camino” intentando evitar la participación de mujeres migrantes en sus asociaciones, relata Remei Sipi.

Durante mucho tiempo se usó la condición de ser madre y “buena madre” para impedir el acceso al trabajo remunerado y a las actividades fuera de la casa. Esa idea caló también en los partidos de izquierda, como recuerda Isadora Pedra, hasta el punto de que ello le llevó a renunciar en conciencia la militancia de partido. La incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral las llevaría a la “doble jornada” y a ser “super mujeres”.

La falta de libertad sexual, nos la recuerda Núria Casals Pérez en su camino personal y colectivo para poder ser en pleno derecho mujer y lesbiana. Los años 70 y 80 fueron tiempos de lucha por la liberación gay y lesbiana y principios de la lucha LGTBI. La transición tan poco modélica encarceló a 600 homosexuales en sus 2 primeros años (1976-1977).  La primera manifestación LGTBI de Catalunya (y del Estado español) fue el 28 de junio de 1977 organizada en Barcelona por el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (incluía a las organizaciones de mujeres lesbianas). Hasta 1995 no se derogaba totalmente la Ley estatal de Peligrosidad Social. El matrimonio homosexual se legalizaría el 2 de julio de 2005, siendo el tercer Estado del mundo en hacerlo. En Cataluña, desde el Decreto de 26 de junio de 2007 de  creación del Consell Nacional de Lesbianes, Gais i Homes i Dones Bisexuals i Transsexuals se llegó a la  LEY 11/2014, de 10 de octubre, para garantizar los derechos de lesbianas, gais, bisexuales, transgéneros e intersexuales y para erradicar la homofobia, la bifobia y la transfobia que el Parlamento de Cataluña desarrolla y garantiza los derechos LGBTI y evitarles situaciones de discriminación y violencia, para asegurar que en Cataluña se pueda vivir la diversidad sexual y afectiva en plena libertad. La Ley recoge la demanda histórica de las asociaciones que lideraron por décadas la reivindicación de los derechos de lesbianas, gais, bisexuales, transgéneros e intersexuales, para lograr el reconocimiento social y político que se les había negado.

Educación

Relata Maria Olivares sobre las escuelas franquistas: “… las identificaciones por género eran muy marcadas. Separaban a los niños de las niñas. Recibíamos semanalmente la visita alternativamente de una militante falangista y de un cura de la parroquia que nos adoctrinaban o lo intentaban en su política e ideología franquista. Poco tiempo después de escolarizarnos, a mi hermana y a mí nos expulsaron motivando a que teníamos piojos, cuando en realidad era porque no estábamos bautizadas”. También la presión en institutos y universidades para que las mujeres no hicieran estudios científicos.

Tica Font nos cuenta su experiencia con un catedrático machista al elegir la carrera universitaria de Física Nuclear. Isadora Pedra recuerda que en el campo de la educación “siempre las direcciones, los puestos de poder donde se toman las decisiones eran de los hombres, por muy limitados y mediocres que fuesen. En el consejo escolar, lo mismo”.

Salarios y pensiones

Además de la brecha salarial, que deja en entredicho el derecho constitucional de a igual trabajo igual salario, en situaciones irregulares de acceso a sus derechos laborales y a la protección social, son mayoritariamente las mujeres las que han padecido las peores condiciones debido a la falta de acceso al mercado del trabajo fuera de las tareas de cuidado, y a las situaciones de precarización.

Esta discriminación a lo largo de sus vidas no les ha permitido garantizar algo tan elemental como el sustento en igualdad de condiciones, ni de oportunidades. Solo hay que recordar las décadas de la industria textil y manufacturada donde las mujeres trabajaban a destajo y muchas veces en su propia casa y con la falta de pago de las empresas a la Seguridad Social. Horas diurnas y nocturnas mal pagadas, donde el trabajo aún se subempleaba entre abuelas, madres, hijas, vecinas y amigas. Sea por los efectos de la discriminación salarial, del trabajo ilegal o sencillamente del trabajo de la casa y del de cuidados la realidad es que las mujeres mayores cobran en general una menor pensión de jubilación que los hombres. Teresa Cortina explica la importancia de la lucha sindical y las huelgas de brazos caídos de tantas obreras para mejorar las condiciones laborales. Francina Giménez relata cómo era el cobro de billetes en sobre y la semi legalidad de muchos trabajos. Tica Font señala la obligación que tiene la mujer de mostrar siempre su excelencia y denuncia la masculinización de los escalafones superiores en la mayoría de las profesiones.

La Doble Jornada es una sobrecarga para las mujeres. “Representó un gran esfuerzo compaginar la vida laboral con el cuidado familiar de un hijo y dos hijas, que nunca desatendí”, asevera María Olivares. Y Remei Sipi añade: “nosotras hemos sufrido la triple jornada, que es la laboral, la del cuidado y la de nosotras mismas”. Nuria Casals recuerda que el cuidado de las personas de la familia no está reconocido legalmente “…que las pensiones de las mujeres sean mucho más bajas que las de los hombres después de tanta dedicación, es absolutamente inaceptable”, afirma.

Isadora Pedra advierte que “si no has trabajado formalmente, no hay jubilación y acabas viviendo con la jubilación del marido. Dependes hasta de mayor de él, independientemente de cómo te lleves.

La brecha de las pensiones en el Estado español es de un 35% entre mujeres y hombres, siendo la media de los hombres unos 1.250 euros y no llegando las mujeres a los 800 euros.  A ello hay que añadirle que la mayoría de las ayudas para personas que no han cotizado lo suficiente, y que son otra vez mayoritariamente mujeres, rondan entre los 500 y 650 euros que no son suficientes para vivir dignamente.

Las entrevistadas que por ser funcionarias o trabajar en empresas más igualitarias no han sufrido discriminación de sueldo son todas ellas conscientes de que la mayoría de las mujeres la padecen tanto en sueldos como en pensiones.

Migración

Las leyes migratorias tanto de la Unión Europea como del Estado español profundizan las inequidades. Incide en el puesto laboral ya que sin la nacionalidad no puedes optar a una plaza fija y como ello influye directamente en las pensiones, como explica Rosa Maldonado.

También la feminización de los sectores de tareas de cuidados, salud y educación se corresponden con los estereotipos de género y son los puestos de trabajo más accesibles a las mujeres migrantes. “Esto es algo que se acrecienta en el caso de tratarse de lesbianas, personas no binarias, travestis o trans. Para las disidencias es mayor, la brecha salarial se sostiene”, puntualiza.

Para Remei Sipi hay desigualdad porqué el hombre migrante siempre encuentra trabajo fuera y la mujer migrante “si no encuentra trabajo mayoritariamente en el sector doméstico, pues se queda en casa”. Denuncia también que las mujeres que han trabajado en servicio doméstico no tienen acceso a prestaciones ni pensiones dignas.

El idioma

Todas las personas nacidas en Cataluña que vivieron la dictadura franquista fueron obligadas a expresarse en castellano en todos los ámbitos públicos. Las políticas lingüísticas franquistas impusieron y promovieron el uso exclusivo del castellano en la educación, la administración, los diversos paisajes lingüísticos e incluso en las actitudes. No solamente la lengua vehicular sino el uso de una u otra variedad se asocia a valores sociales y culturales, entre los que la noción de prestigio juega un importante papel.

Tica Font lo reseña en el momento de salir de su casa para ir a la universidad: “En mi pueblo, todos hablábamos valenciano y al llegar a la universidad, cuando nadie hablaba en valenciano, fue como diciendo, ésta es una de pueblo y tiene que ser de pueblo y pobre, porque si no, su lengua de uso sería el castellano”.

A pesar del reconocimiento de la lengua catalana como propia y vehicular de Catalunya en el Estatuto Autonomía y la LLei de Normalització Lingüística de Catalunya 7/1983 de 18 de abril, las consecuencias de las políticas anteriores continúan afectando el conocimiento del catalán y el perfil lingüístico.

Rosa Maldonado, de procedencia argentina, nos dice: “También hubo que transitar la exclusión de quien no sabe hablar catalán. Defiendo al pueblo catalán y estoy al lado de sus reivindicaciones, pero no saber hablarlo o no comprender su idioma, al principio, me hizo sentir no solo racializada, sino excluida”. 

La salud

Tener algún problema de salud es otro aspecto discriminatorio y un obstáculo. Todas las entrevistadas, consideran que esa discriminación se ha sostenido a lo largo de la vida.

En el caso de Francina Giménez, al padecer de fibromialgia. La depresión, la fatiga crónica y la fibromialgia son enfermedades más extendidas entre las mujeres y su reconocimiento médico ha sido tardío y sólo gracias a expertas del campo de la salud y a las asociaciones, mayoritariamente formadas por mujeres, que han luchado por ello. Isadora Pedra se jubiló antes por una enfermedad de la vista: “En el instituto estaba muy integrada. Fue doloroso hacerlo por una condición de salud -pérdida de visión- y te das cuenta de que fuera de esa burbuja, cuando envejeces, te comienzan a tratar como si fueses imbécil”.

En el ámbito de la salud integral de las mujeres mayores, una situación especial a tener en cuenta es la afectación por Covid. Durante la epidemia por Covid 19, en Barcelona el pico de hospitalización se produjo en el grupo de 75-84 años con un 40,2% de hospitalizados. La letalidad aumentó de forma proporcional con la edad, según la investigación Impacto de la fragilidad y COVID-19 en una cohorte de gente mayor de la ciudad de Barcelona. Otro informe, citado en el mismo estudio, identificó que pertenecer a colectivos especialmente vulnerables, como las personas ingresadas en una residencia asistida, aumentó las probabilidades de ingreso al sistema de salud, y que los hombres tuvieron un 55% más de probabilidad de ingresar que las mujeres.

Las entrevistadas para este proyecto ponen voz a la epidemia, compartiendo cómo vivieron esta situación inédita a nivel mundial para la salud física, psíquica y emocional. Rosa Maldonado estuvo en la primera línea de asistencia sanitaria, sufrió dos veces la enfermedad y tiene secuelas de inmovilidad en un brazo y gran impacto psicológico que le hizo pensar sobre la muerte tras esta situación vivida tan desastrosa. También nos acerca al problema de las mujeres que querían abortar, que fue una carrera de obstáculos. Un infierno terrible para las que se quedaban en casa con los depredadores, que allí descargaban todas sus frustraciones machistas, nos recuerda Isadora Pedra. A Francina Giménez “físicamente” la pandemia la “ha anulado totalmente”, le cuesta reemprender las actividades que la hacían feliz.  Maria Olivares expresa el sufrimiento que sentía hacia la gente que desaparecía, tantas personas mayores, familias que perdían a uno o más miembros… Preocupación por las amistades que enfermaron, por los países africanos para los que les representó otro reto cómo el ébola, el paludismo…una pandemia más remacha Remei Sipi.

Para otras, personalmente la cuarentena impuesta fue una etapa positiva como describe Tica Font “porque tenía una gran necesidad de volver al silencio, a la soledad”. También una etapa de recogimiento, de escoger con quien relacionarse y de activar nuevos sistemas de comunicación como recuerda Maria Olivares.

Las Redes

Las redes, históricamente, son sinónimo de feminismos, para activar en distintos campos sociales. Y así lo testificamos las propias periodistas de este proyecto en nuestra pertenencia a la XIDPIC.CAT y a la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.

Así también lo testimonian las entrevistadas, quienes consideran a las redes como: prioritarias, vinculantes en el feminismo, base del compromiso político y con la lucha feminista, tal y como asevera Maria Olivares; Mesa de salvación, espacio de la amistad, capas desde la mayor proximidad a  la lejanía, red de apoyo mutuo sobre todo para las mujeres mayores, una segunda familia, para Nuria Casals; Arropamiento, lugar de fortaleza contra el sistema patriarcal y de reflexión sobre unas mismas, sola no se puede y hay que articularse, dice Rosa Maldonado; redes de mujeres de todos los orígenes, redes de migrantes,  de activistas radicales …redes que nosotras, las mujeres mayores conservamos, apunta Remei Sipi.

A modo de conclusión:

En la tarea de reconocer la historia del activismo de mujeres que han dejado un legado y una contribución política a nuestras luchas actuales, la situación que revelan las mujeres entrevistadas es que, aun habiendo participado de luchas trascendentales en la conquista de derechos para las mujeres, son muchas las brechas que persisten, sumándole ahora al edadismo, concepto que resume la discriminación por edad. Esas brechas profundizan las inequidades y discriminaciones que han sufrido las mujeres y personas de los colectivos de LBTIQ+, que ven en esta etapa de la vida la síntesis de un proceso político, cultural, económico, social que no ha considerado este aspecto clave del reconocimiento de sus derechos en la vejez.

 “Las mujeres tienen el poder de la vida, lo que debemos mirar es cómo ponernos en valor. La energía femenina es una energía de valores y de vida, y la energía masculina es una energía de poder y trabajo. La transformación de la sociedad vendrá por un poder que aporte valores y un trabajo que me haga sentir mi vida. Será magnífico que las mujeres lleguen a sitios de poder para aportar mejores valores”, señala Josi Hernansaez.

Rosa Maldonado está segura de que: “las nuevas generaciones son las protagonistas de los cambios desde el punto de vista político. Decir no al patriarcado es decir no al capitalismo y esto lo hemos logrado al aunar redes, compartiendo espacios en los cuales nos sentimos más seguras. Así hemos logrado metas”.

De acuerdo con su experiencia en colectivos de mujeres migrantes, afirma Remei Sipi: “No hablaría de logros igualitarios sino de avances que todavía no son suficientes, todavía tenemos una brecha salarial, todavía hablamos de conciliación de la vida laboral y familiar. Los hombres todavía no están implicados en los cuidados. Estamos todavía frente a un largo camino”.

Y nos emplaza María Olivares “hay más derechos aceptados y al mismo tiempo conflictivos, pero es así. Y es bueno que haya debate en el movimiento feminista”.

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