jueves 07 noviembre 2024

jueves 07 noviembre 2024

Mujeres en Alepo se suicidan para evitar ser violadas

Alepio

 

En la mayoría de los actos contra la guerra a los que estamos asistiendo casi a diario, es habitual que nos concentremos en las estrategias militares, los intereses de los “bandos”, el control geopolítico y la envergadura de los negocios que se derivarán de la “reconstrucción” de los países destrozados.

 

Ahora se añade el drama de las “personas refugiadas”, a menudo convertidas en “terroristas” por políticos y medios de comunicación. Pero hay caras, efectos y consecuencias que son silenciadas, cuya crueldad es estremecedora. Uno de estos fenómenos es la violencia que sufren las mujeres en semejantes escenarios. Un titular: “Las mujeres en Alepo se suicidan para evitar ser violadas”.

Las mujeres son víctimas de todo ese carnaval de violencia que es la guerra. Podemos definir la guerra por el uso que hace de la capacidad de causar dolor, de provocar destrucción y muerte con el objetivo de doblegar la voluntad de otras personas. Y una de las estrategias que se usa para eliminar la resistencia a la imposición es generar miedo, a través de cualquier forma de destrucción y violencia.

Especialmente por el lado del atacante se exhibe la capacidad de hacer daño, porque es esa exhibición la que provoca miedo. Y el miedo paraliza e inhibe la acción.
Siguiendo ese enfoque, es de sobra conocido el uso de la violencia sexual contra las mujeres en la guerra. Las violaciones, los matrimonios forzosos, el acoso, la esclavitud. ¿Podemos imaginar algo que pueda amenazarnos de tal modo que deseemos la muerte? Eso está pasado, en Alepo y en otros lugares.

“Alepo será recordado ya por  las muertes. En los próximos días, cientos o miles de personas serán asesinados y desaparecerán sin rastro alguno. Las mujeres de Alepo se suicidan para no ser violadas. La gente está siendo quemada viva, según reportes”. Estas frases forman parte de testimonios que circulan en las redes. Es el manejo de la capacidad de causar dolor como uno de los mecanismos más refinados y más antiguos de control.

Las mujeres son el botín de guerra de todas las guerras desde que el mundo es mundo. Como bien describe Amnistía Internacional, “las mujeres no van a la guerra, la encuentran en sus países. No son ellas quienes deciden si habrá o no guerra, no están nunca en posición de poder: nadie les pregunta. Y cuando se la encuentran, no sólo sufren asesinatos de seres queridos o pérdidas materiales, como puedan sufrir los hombres víctimas del mismo conflicto sino que tienen un añadido de sufrimiento sólo por su género. Son los trofeos de los soldados, objetos contra los que descargar específicamente la ira, el odio y la violencia”.

Hasta soldados enviados a países en misión de paz cometen violaciones, como sucedió en la República Centroafricana, donde los soldados de la ONU abusaron sexualmente de más de 100 mujeres y niñas.

Hoy en Alepo las mujeres gritan: “No tenemos miedo a la muerte; tenemos miedo a las violaciones y torturas”.

 

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Amada Santos

Fotoperiodista i Socióloga. Activista Feminista, Defensora DDHH i Cooperant. Presidenta de la XIDPIC.Cat. Co-coordinadora i Editora de La Independent. Coordinadora Internacional a la RIPVG
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