El 25 pasado me dediqué a investigar acerca de lo que dice la Constitución del reino de España en su artículo 104, dedicado a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Lo primero que se destaca es la diferenciación establecida en la Constitución entre las Fuerzas Armadas (a las que se alude en su artículo 8) y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (artículo 104). Desde un punto de vista constitucional, se trata de dos instituciones distintas. Esto me tranquilizó… un poco. A nivel interno, la actuación policial, por ley, no puede actuar como si estuviésemos en guerra o como si tuviese al enemigo en casa. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad tienen como misión proteger del libre ejercicio de los derechos libertades y garantizar la seguridad ciudadana.
En este último aspecto, compete con carácter exclusivo al Estado la “seguridad pública” (artículo 149.1.29ª de la Constitución), concepto que supone una noción más precisa que la de “orden público” según señaló tempranamente el Tribunal Constitucional en su Sentencia 33/1982. Afirmó entonces que en el concepto de “orden público” pueden incluirse cuestiones como las referentes a la salubridad, lo que normalmente estará excluido del concepto de “seguridad pública”, sin perjuicio de la posible existencia de casos extremos en los que ambos conceptos puedan llegar a confundirse y, en definitiva, que la preservación de la seguridad pública implique actuar en el ámbito, por ejemplo, de la salubridad. Supongo que os hacéis la misma pregunta que yo: ¿acaso la manifestación de la ciudadanía en espacios públicos es “insalubre”, del latín insalubris, “Dañoso a la salud” según la RAE?
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Sabiendo esto, el 25 en la noche y en la mañana del 26, recorro los titulares y uno de los que me queda en la retina es el que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, señala a la prensa, señalando a ojos cerrados, piejuntillas, con certeza absoluta, que la policía actuó “magníficamente” en las manifestaciones convocadas este martes en los alrededores del Congreso, ya que “algunos manifestantes” usaron “demasiada violencia”. “Hubo una perfecta respuesta ante la agresión”, señalaba también el progresismo hecho carne, Alberto Ruiz Gallardón.
En declaraciones dentro del Congreso, antes de la sesión de control, Fernández Díaz ha afirmado que la Policía “cumplió la ley (¿cuál de ellas, señor ministro?) en unas circunstancias especialmente complejas” y ha subrayado que cuando “[la policía] carga es porque se ve obligada a hacerlo”.
Sabemos que desde el muy temprano por la mañana, habia mas de 1000 policias “tomando” las calles, el espacio público. La pregunta es ¿para qué? ¿para “proteger del libre ejercicio de los derechos libertades y garantizar la seguridad ciudadana”? ¿para proteger a la ciudadanía de la ciudadanía?
“Hubo una perfecta respuesta ante la agresión”. Me pregunto cual debería ser la respuesta a la agresión hacia miles de personas que querían ejercer el libre ejercicio de los derechos y libertades (como la de expresión y reunión), sin por ello atentar contra la seguridad ciudadana (contra si mismos/as). “Felicito a la Policía, que actuó extraordinariamente bien y gracias a ella esa intención manifiestamente inconstitucional e ilegal de ocupar el Congreso y coaccionar a los diputados cuando están reunidos en sesión, no se pudo llevar a cabo”, señalaba Fernandez Diaz. La pregunta es CUÁNDO, CÓMO y DÓNDE no se cumplió con la constitución o se ocupó el Congreso o se coaccionó de manera alguna a algun o alguna diputada. ¿Qué tipo de falacias discursivas nos estamos tragando, cuales embudos en esófagos?
Para el responsable de Interior, ‘Rodea el Congreso’ era una convocatoria ilegal, porque según la Constitución [supongo que se refería al congreso…] es inviolable (como el derecho a la libre expresión y a la manifestación en períodos sin excepcionalidades). “Es evidente que no se podía permitir semejante agresión al orden constitucional y al orden jurídico-penal y la Policía actuó espléndidamente”. Evidentísimo, señor Fernández.
También el ministro de Justicia ha descalificado la actuación de algunos manifestantes ensalzando la actuación policial. La vicepresidenta del Gobierno, Sáenz de Santamaría, coincide con el ministro remarcando que el respeto a las urnas merece más atención que las protestas callejeras: “Hay que escuchar a la calle, pero obedecer a las urnas”.
Yo le respondería que hay que atender a los contextos, pero obedecer a las promesas de los programas electorales. Así pues, se obedece a las urnas.
Quienes no obedecen a las urnas, sois ustedes, señoras y señores del gobierno. Quienes estais faltando a la constitución sois vosotras y vosotros, utilizando las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en contra del libre ejercicio de los derechos libertades, atentando contra la seguridad ciudadana.
El respaldo a la actuación policial ha llegado también desde la Cámara baja: “La policía cumplió con su obligación que dice el Código Penal que es proteger el Congreso de los Diputados”, dictaba la vicepresidenta primera de la Mesa, Celia Villalobos, quien atentara contra el orden público hace unos meses, al ofrecer un triste episodio de vulgaridad y ausencia completa de civismo y educación en el trato hacia su chofer. A eso si que le llamaría desorden público y le habría acercado unas cuantas “lecheras” para intentar “reducirla”.
