Anna Ara Sorribas, Colectivo Mujeres Matagalpa @tcarreras
Las mujeres del Colectivo de Mujeres de Matagalpa (CMM), en Nicaragua, combaten con información, la constante desinformación a la que el gobierno de Daniel Ortega tiene sometida a la ciudadanía del país, controlando los medios de comunicación y escondiendo la información.
Para ello, el grupo está publicando información sobre cómo curarse colectivamente durante la pandemia. Anna Ara Sorribas y, tres miembros más, vinieron a Barcelona a participar en los actos del 8-M. Cuando se produjo el cierre de fronteras por la pandemia han quedado retenidas en Cataluña y trabajan desde aquí en comunicación directa con el país.
El colectivo de Mujeres de Matagalpa, es un colectivo feminista que trabaja en red en los ámbitos educativo, de salud, de cultura y de desarrollo comunitario. Nació en 1984 cuando derribar la dictadura de la familia Somoza levantó olas de solidaridad en todo el mundo. Actualmente en el colectivo lo forman 24 mujeres, sobre el terreno las mujeres organizadas en las comunidades son 54 que cuentan con 500 mujeres en la organización comunitaria. Además hacen red con unos 45 jóvenes que trabajan con unos 600 niños y niñas.
Trabajar para la salud de la comunidad
Actualmente y ante esta emergencia sanitaria el Colectivo que trabaja en salud preventiva y en salud comunitaria ha preparado información para la población nicaragüense a través de las redes sociales. Se puede encontrar en Facebook i a Youtube.
Esta información tiene como objetivo tranquilizar a la población y permitir que puedan tomar medidas en función de sus posibilidades y de su entorno social.
A través de la historia de Paca, una nicaragüense de 75 años, hipertensa, con un hijo que vive en el exterior del país, surgen muchas preguntas y se explica muy bien que es y qué consecuencias a todos los niveles tiene la afectación por coronavirus.
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Además el Colectivo ha publicado un pronunciamiento para frenar el autoritarismo del Presidente y defender la vida, los cuidados, los derechos y la dignidad humana frente al covid19
“En Nicaragua la ciudadanía carece de cifras oficiales, comenta Anna, porque que el Gobierno de Ortega las esconde y tergiversa con el control de todos los medios de comunicación. La información que llega a la gente es a través de las redes sociales. El Presidente cada día invita a la ciudadanía a participar en actos militares masivos, a ir a los centros recreativos gratuitos y celebraciones religiosas. Y así no se detendrá la pandemia “.
Esta pandemia llega en un momento muy complejo para Nicaragua. Es la época seca y mucha gente de las clases más pobres, entre las que hay muchísimas mujeres, no tienen acceso al agua. Los gobiernos municipales, cuenta Anna Ara, no han hecho hasta ahora ningún plan para garantizar el agua como un elemento vital. Y en Nicaragua las familias pobres de cinco o seis personas viven hacinadas en una pequeña habitación de 4×4.
Las mujeres de Matagalpa al pie del cañón
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Anna antes de ir a Nicaragua ya había estado colaborando en Brasil con el teatro y la educación del oprimido y en Perú. Volvió y cuando en Cataluña se creó un movimiento de solidaridad con el país centroamericano muchos vieron una posibilidad real de trabajar para la transformación social y favorecer a los más pobres. “Llegadas a Nicaragua muy pronto, dice Anna Ara a La Independent, vimos que la revolución no iba por el camino que nosotras pensábamos. Decíamos que teníamos que hacer una revolución para ser críticas y trabajar por una fuerte transformación social. Una transformación que hiciera cambiar las raíces del patriarcado, las raíces del capitalismo y por eso decidimos conservar, como movimiento, la autonomía en relación a los partidos, especialmente el FSLN “.
Cuando Anna llegó a Nicaragua lo hizo a la zona de guerra de Pancasán, donde el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) había decidido derribar la dictadura de Somoza a través de la lucha armada.
Allí había un grupo de mujeres que hacían radio y otras hacían teatro y Anna entró al grupo de teatro. “Quedé impresionada por la miseria que había tanto en el campo como en las ciudades. Me sorprendió mucho ver la mirada triste de niños y niñas. Allí me sentí con muchas necesidades pero muy bien “, continúa.
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Decepción con la dictadura de Ortega
Vio muy pronto que el FSLN no defendía ninguna propuesta de economía social y de justicia si no una economía mixta que permitió que los grandes capitales entraran en el país. En su opinión, el país ha avanzado un poco pero todo ha sido una gran decepción porque los mismos del Frente Sandinista se han convertido en los grandes empresarios y terratenientes del país. No ha habido ningún proceso de memoria histórica y en cambio si que ha habido ideológicamente una colaboración muy fuerte del Gobierno con la Iglesia católica, concretamente con la Prelatura del Opus Dei, y las Iglesias Evangelistas.
“Para nosotras, dice Anna con mucha fuerza, tener un Presidente acusado de la violación de su hijastra, en 2006, y que nunca ha dado la cara, es una gran decepción. La denunciante es la hija de un primer matrimonio de la mujer del Presidente y vicepresidenta del Gobierno, Rosario Murillo, que lo defendió. Una madre, una persona que venda su hija para tener poder es inadmisible “, dice. La primera legislatura de Daniel Ortega, continúa, fue una gran decepción para todos y todas. Y en esta segunda el Gobierno busca naturalizar la impunidad de sus crímenes y su corrupción “pero las Mujeres de Matagalpa no callaremos”.