viernes 08 noviembre 2024

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Las escritoras cubanas consiguen su espacio

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Los años noventa en Cuba “fueron tiempos de aperturas, de rupturas y de descalabros” como señala Mirta Yáñez, periodista, ex profesora y una de las escritoras más reconocidas de la isla. Ella mantiene que “por mucho que la ley insista en la igualdad” en esos años existía una “total ausencia de escritoras” o eran “invisibilizadas” en revistas, jurados o premios literarios y eventos internacionales.

Pero fue tal el “boom” de las narradoras que eclosionaron con la dura realidad de la década de los 90, que los “misóginos literarios” que Yáñez apuntaba “ya no pueden obviar la presencia de escritoras en la literatura cubana”. 

Periodistas e historiadoras, además de doctoras enviadas a África en misiones internacionales sanitarias, se han redescubierto narrando sus propias vivencias o las de personas cercanas, a raíz del “desconcierto ante lo que ocurría en Cuba” y también “del horror de la subsistencia”. Así lo expresa María Elena Llana, periodista y corresponsal en China en los 90, ahora también escritora, en el magnífico libro de entrevistas Palabras sin velo de la periodista Helen Hernández Hormilla, que recoge declaraciones y cuentos o narraciones de 10 importantes escritoras de la isla. 

 

 

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Alguns llibres de les narradores escollides per Hernández Hormilla

 

“Boom” de narradoras tras la crisis de los 90

“Aquella etapa fue el final de las utopías; todo se derrumbó”, afirma María Elena Llana y como “el periodismo es inmediatez y lo que no se dice cuando ocurre es otra cosa”, años más tarde han aparecido en Cuba testimonios de multitud de mujeres relatando historias propias y ajenas. Es como un “boom” de narradoras, que emergieron del ‘naufragio’ tras la tormenta económica y social que se desató en la isla en la década de los noventa.

Marilyn Bobes, historiadora y corresponsal de la agencia Prensa Latina hasta los 90, explica que todo lo que ella escribió en esa etapa “fue a partir no de la razón, sino de la emotividad”. Para sus temas “el contexto fue fundamental”, sobre todo, porque “la mujer fue una de las que más vio alterada su vida durante el Período Especial” de Cuba.

Para ella, “la crisis fue determinante”, pero también significó “una maduración de las mujeres, que alcanzaron muchas cosas. Por ejemplo, desde el punto de vista sexual la liberación ha sido grande”. Bobes revela que “me he casado cuatro veces y me he dado cuenta de que el matrimonio no es para mí”, al tiempo que critica la moral social y denuncia que “no me parece bien considerar a una mujer triunfadora solo cuando tiene un matrimonio, cuando tiene hijos… es el esquema de mujer realizada que viene de los años cincuenta”.

Una “especie de catarsis necesaria”

La doctora internacionalista en África, Laidi Fernández de Juan habla de los 90 como “ese período desastroso, que no sé a quién se le ocurrió llamar especial”. Para ella la escritura se convirtió en un “arma de denuncia” porque hubo una “especie de catarsis necesaria”. Nosotras “sufrimos doblemente en los noventa”… porque “la mujer era  quién tenía que poner el plato en la mesa”.

Pese a que, por “mi condición de mujer casi siempre sin pareja, me ha conminado a criar a mis hijos sola, manifiesta Fernández de Juan, “esa etapa la recuerdo con todo el espanto… cada noche me preguntaba que haría con mis hijos al día siguiente; como iba conseguirles alimento” lamenta.

 “Me fui a Etiopía con el muro de Berlín intacto y regresé sin él”, relata la médica y docente de Salud en Etiopía a principios de los noventa, Nancy Alonso. “Sentí el deseo de narrar como vivimos nosotras todo aquello”… porque “todo fue a peor. La famosa segunda jornada laboral –que nunca ha dejado de existir- se triplicó” señala Alonso, porque “la mujer sufre los problemas de la familia” ya que ese “es un rol que la sociedad nos da casi en exclusiva”. En cambio “aún nos falta más participación en la toma de decisiones”. Por qué si no, se pregunta Alonso, “no ha habido una ministra de salud, si más del 60% de las trabajadoras de la salud son mujeres?”.

 

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El malecon de L’Havana, protagonista en moltes novel.les, sensa gent en un dia de pluja 

 

Para Mylene Fernández Pintado, que vive entre la Habana y Suiza y “eligió la literatura mientras estrenaba su maternidad”, opina que “las mujeres de esta ciudad (La Habana) son heroínas como de cuatro o cinco guerras mundiales, porque asumen lo mismo que, supuestamente se les pide a los hombres… pero después llegas a tu casa y son tuyos los niños, la lavadora, la cocina” reprocha. “En fin, la Revolución les ha dado muchas posibilidades a las mujeres, pero poca educación a los hombres para que se acaben de enterar de que todo lo que se ha hecho –si ellos no ponen de su parte- no llega a otro lugar”, denuncia.

Mentalidad más práctica y menos inhibiciones

En el Período Especial, Fernández Pintado explica que “las que se despertaron fueron las mujeres, porque tenían una mentalidad más práctica…. Muchos hombres decían:”No, ya te di el dinero y no me molestes con eso” porque “la economía cotidiana es casi por entero su responsabilidad”. Ellas “fueron las que decidieron con más fuerza sobrevivir al naufragio” porque “tienen menos inhibiciones para cambiar de vida”. Para esta narradora “las primeras en ponerse la mano a la cabeza y decidir que había que hacer algo para sobrevivir fueron las mujeres”.

Porque, en efecto, en los 90, Cuba tuvo “una situación sumamente compleja que la obligó a reestructurar su economía, nos explica en La Habana, la economista Tania García Lorenzo.  “El rompimiento del CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica) tuvo un impacto brutal en la economía cubana pues tenía integrada toda su dinámica de importaciones y exportaciones, pagos aplazados… Y, cuando se desploma el sistema socialista”, prosigue García Lorenzo,  “fue una década muy dura para este pueblo. Eso obligó a Cuba a rediseñar su sistema económico, buscar nuevos mercados para comprar productos y poder producir”, en definitiva, “reestructurar todas las bases de esa cadena productiva; y eso lleva tiempo”. 

 

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Isabel Moya, directora de la revista Mujeres i de l’Editorial de la Federacio de Mujeres Cubanas

 

Independientes y transgresoras de la norma

Isabel Moya, prologuista del libro Palabras sin velo y directora de la Revista Mujeres explica a La Independent en La Habana que, en efecto, “los noventa fueron un momento de valoración” de las mujeres escritoras, porque “cuando llegan las crisis cambian los paradigmas; hay un reconocimiento de otros sujetos, otras realidades” y ellas abordaron otros temas: “por ejemplo, el tema del amor entre las mujeres o la violencia de género”.

Ellas, continúa Moya “debelan otras construcciones de la feminidad, muy transgresoras de la norma. Son mujeres independientes que, desafiando el ideal construido socialmente, mudan desde el vestuario hasta el amor y la familia”. Se visibiliza una “mujer sin pareja, con hijos o sin hijos, o las que asumen la maternidad de otra manera, que se construyen sobre sí mismas y no sobre el otro”, apunta la también directora de la Editorial de la Mujer de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

Y entonces “comienza el tema de la sororidad  y la complicidad entre mujeres; también se produce un mirada al interior de su propia soledad porque la mujer se quedó sola”. Y Moya concuerda también que “las mujeres son las sobrevivientes del período especial, gracias a sus estrategias de sobrevivencia”.

 

 

“Las mujeres editoras ahora mandan”

“Son las heroínas del período especial; también surgen académicas sobre Género y ese es un hecho muy importante; se ha avanzado mucho en esta línea: Ya hay 30 Cátedras universitarias de Género y un boom de trabajos sobre políticas de género y feminismo” subraya Isabel Moya a La Independent.

Y sobre todo, nos señala que “las mujeres editoras ahora mandan” porque “proponen lo que se publica”; “Aída Bahr con la Colección Mariposas dedicada a la mujer; la editorial Extramuros mantiene una línea de literatura erótica, y otras editoriales ya tienen ensayos sobre sexualidad o como educar en igualdad a niños y niñas”… Otro elemento positivo en el mundo editorial, según esta comunicadora y profesora cubana, “es la existencia, desde hace 8 años, del Premio Especial de la Casa de las Américas a los estudios sobre Mujeres”.

Además, en la presidencia del Instituto Cubano del Libro hay una mujer Zuleica Romay, que es también la presidenta de la Feria del Libro. Ella obtuvo el premio extraordinario de Casa de las Américas en 2012 por su estudio sobre la presencia negra en América y el Caribe: Elogio de la altea o las paradojas de la racialidad. 

 

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