miércoles 09 octubre 2024

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“Las africanas tenemos mucho en la cabeza”

Cuando se conocieron Anne Ndedi y Marie Ngopombje, descubrieron que tenían mucho en común. No sólo las dos son de Douala, la ciudad más grande de Camerún, sino que vivían en el mismo barrio. Tranquilamente podrían haberse cruzado algún día por la calle. Pero la mayor coincidencia que les tenía deparada la vida era que se iban a unir, a más de cuatro mil kilómetros de su tierra natal, para formar una institución cuya meta es empoderar a las camerunesas que viven en Barcelona.

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 La Asociación Sociocultural de Jóvenes Mujeres Camerunesas en Cataluña es una organización que tiene apenas nueve meses de formada y fue creada – aseguran las dos – ante la necesidad de este colectivo de aprender a desenvolverse en el país en el que ahora viven, conocer sus derechos y deberes, y, sobre todo, dejar de una vez por todas de “depender del marido”.

“En Camerún hay mujeres que no salen de su casa por su religión, pero principalmente porque el marido se lo prohíbe. Cuando llegan aquí repiten esa situación y nosotras buscamos romper esa dependencia”, dice Anne Ndedi. “¿Cómo?, pues haciéndoles ver que pueden valerse por sí mismas”, agrega.

 Ambas alientan que sus paisanas se conozcan entre sí sin importar su educación o el ámbito social del que provienen. “En España todas somos iguales. A lo que aspiramos ahora es a formar parte activa y libre de nuestra nueva sociedad”, asegura Ndedi.

 

Vidas paralelas

Marie Ngopombje llegó a Cataluña en el año 2000. Tenía 30 años y su meta era encontrar un empleo que le permitiera enviar dinero a sus tres hijos que se quedaron en Camerún. Trabajo en Lleida, en la cosecha de fruta. Luego vino a Barcelona y fue contratada como trabajadora de la limpieza, pero ella aspiraba a más.

Por un lado Marie separaba el dinero para enviar a su familia, pero al mismo tiempo juntó un capital que le permitió alquilar un local en el que montó un restaurante. Eso fue hace cinco años y desde entonces se ocupa de su negocio aunque cuando baja la clientela- y eso pasa a menudo en tiempos de crisis-, no tiene problemas en volver a empuñar la escoba.

“Lo importante es trabajar y seguir adelante”, dice Marie Ngopombje

 


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Marie Ngopombje

 

La historia de Anne Ndedi es un tanto diferente. Ella llegó a Cataluña en el 2003 reagrupada por su marido. En Camerún estaba estudiando derecho y como no pudo convalidar cursos, decidió sacarse la ESO y volver a empezar. Terminó la formación y cuando estaba preparándose para hacer la selectividad, su padre enfermó y tuvo que buscar un empleo para poder enviarle dinero. Ahora Anne trabaja en una empresa de limpieza, y no descarta su anhelo de volver a estudiar.
Fueron unas amigas que ambas tenían en común las que las presentaron. Cuando se conocieron se dieron cuenta que tenían inquietudes similares tanto de crecimiento personal, pero también colectivo.
“Marie tuvo la idea de crear la asociación”, dice Ndedi. “Es un logro haber conseguido, en poco tiempo, que muchas compatriotas tengan las ganas de aprender catalán y castellano. Pero también nos apoyamos ya sea para impulsar alguna iniciativa de negocio o para cuidar a los niños mientras las compañeras trabajan. Nos damos la mano entre todas para salir adelante”, asegura.

Negras e inmigrantes

Anne Ndedi y Marie Ngopombje tienen una voluntad a prueba de balas. Cada día están en busca de nuevas formas de seguir avanzando con la asociación, aunque esta voluntad a veces se resquebraja cuando perciben miradas que las hacen sentirse diferentes.
“Hay gente que nos discrimina por ser negras, pobres e inmigrantes”, dice Ndedi. “Además, para no pocas personas el color negro es el de la prostitución…”, añade indignada.

 


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Anne Ndedi

 

 

“No son pocos los que no ven como unas negras que no tenemos nada en la cabeza. Por eso era necesario crear una asociación y desde allí cambiar esa idea. Que se sepa que las africanas tenemos mucho en la cabeza”, dice Marie Ngopombje . “Muchos abusan. Te contratan para limpiar y luego quieren que cuides a sus parientes. Me han preguntado si en mi país hay coches o casas, se creen que vivimos como salvajes, que no usamos ropa ni zapatos. Esa es la idea que algunos tienen del africano”, asegura.

Por su parte Anne Ndedi afirma que no son pocos los que se sorprenden al saber que tiene estudios universitarios y que habla varios idiomas.

“En mi contrato de trabajo dice “sin estudios”. Eso me molesta porque nunca me han preguntado si tengo estudios o no. Un día llegaré con mis títulos y los mostraré. Por ahora me da igual porque lo que tengo en la cabeza nadie me lo va a quitar”.

Ya son 22 las mujeres que forman parte de la Asociación y hay varias que aspiran a hacerlo. No tienen local pero eso no importa ya que cada semana cada una de ellas ofrece su sala, su patio, el espacio que sea con tal de compartir y seguir creciendo.

“Llegará el día que tengamos un local, mientras tanto trabajamos como podemos y lo más importante, juntas”, dice Anne Ndedi, quien junto a Marie Ngopombje continúan trabajando día a día para construir un espacio desde el cual compartir lo que son y lo que tienen con el resto de la comunidad. Y sin que importe la procedencia o el color de su piel.

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