domingo 10 noviembre 2024

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La Posibilidad de lo Imposible

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Los trabajos de investigación feministas, desarrollados en diferentes disciplinas, han aportado gran cantidad de datos y argumentos

Estos datos han permitido desenterrar las raíces y descubrir los mecanismos de la opresión de las mujeres y como consecuencia, se hacía visible que, desde perspectivas muy distintas, llegábamos a conclusiones muy similares. El intercambio de conocimientos que se producía en reuniones interdisciplinares, jornadas,
congresos y diversas formas de cooperación, nos abrían la puerta a nuevos universos de conocimiento.

Los análisis pluridisciplinarios nos han hecho entender que no sólo nos conciernen las “cuestiones de mujeres” sino que las cuestiones de mujeres son todas aquellas que conciernen a nuestra sociedad. Tanto lo privado como lo público son asuntos de nuestra incumbencia, porque la sociedad en la que vivimos es nuestra sociedad. Sin la presencia y los trabajos de las mujeres todo se paralizaría y sin su capacidad de reproducción, la especie humana desaparecería. Esa afirmación tan obvia, axioma de la humanidad, es una de las evidencias que, por serlo, puede parecer innecesario destacar.

También se ha puesto en evidencia que toda forma de opresión nos concierne ya que todas ellas tienen un origen común, como también lo tienen todas las formas de violencia, desde el maltrato y asesinato de mujeres hasta el asesinato colectivo e indiscriminado de mujeres, hombres y criaturas que denominamos “guerra”. Estos análisis nos han conducido a visones más amplias que han desembocado en la creación de redes de mujeres que nos unen a través de los cinco continentes y que han permitido llevar a cabo acciones simultáneas a nivel global. El poder de las mujeres no reside en la violencia sino en la inteligencia y en la
solidaridad.

Desde que las mujeres han tenido acceso a todas las carreras universitarias se ha producido un gran avance en todas las disciplinas científicas gracias a sus aportaciones, aunque estas no siempre han sido reconocidas. Las nuevas aportaciones en historiografía han modificado la concepción que se tenía del pasado de la humanidad. Como afirmaba la historiadora Gerda Lerner en 1986, hasta un pasado reciente, los historiadores han sido varones y lo que han registrado es lo que los varones han hecho, experimentado y considerado que era importante y añade el registro de la raza humana que se ha escrito e interpretado es sólo un registro parcial, pues omite el pasado de la mitad de la humanidad”.

Las guerras, los personajes masculinos más poderosos, los guerreros más mortíferos, las traiciones y las muertes, han sido los protagonistas preferidos de la historiografía patriarcal. A cualquier joven en formación que lea estos anticuados libros de historia -y esto es lo que todavía predomina en la mayoría de escuelas, institutos y universidades- adquiere la idea de que lo más importante que ocurre a través de los tiempos son los sucesos que más envilecen a los seres humanos, como son los asesinatos masivos en las guerras llevados a cabo por hombres.

Pero lo más llamativo es que los hombres que matan a más hombres, mujeres y criaturas desconocidos, que no les han hecho ningún daño, no se describen en los libros de historia androcéntricos como asesinos en serie sino como “héroes” merecedores de premios.

Se silencian aquellas personas pacifistas que han propuesto sustituir las armas por las palabras. Lo peor es que ponen, como modelo a imitar, a los “héroes” más sanguinarios, ensalzando la peor cara de lo que consideran la virilidad.
Esta es sólo una pequeña muestra de la influencia que tiene el patriarcado en nuestra sociedad, en el siglo XXI. Sin embargo, las aportaciones del pensamiento no androcéntrico están cambiando la visión que se tenía de los orígenes del patriarcado. Este sistema de organización social, vigente todavía, en sus aspectos más esenciales, en la mayoría de culturas actuales, se inició, según Gerda Lerner, aproximadamente unos 3.000 años antes de nuestra era.

Han sido los trabajos llevados a cabo por mujeres los que han puesto en evidencia que la forma más violenta de resolver los conflictos entre colectivos humanos, data de un largo periodo en el que se va consolidando lentamente el patriarcado, cuyos seguidores fueron eliminando brutalmente las pacíficas poblaciones, gestionadas por mujeres, que habitaban el territorio que ahora llamamos Europa. Paralelamente a este proceso, van desapareciendo las diosas -madres benevolentes y pacíficas- siendo sustituidas por dioses violentos, castigadores y lanzadores de rayos.

No solo conservamos la guerra como herencia milenaria del paleolítico, sino también muchas de sus secuelas, como son los gobiernos totalitarios -que intentan aun hoy dia imponerse en países desarrollados como el nuestro- la violencia contra las mujeres y el papel de subordinadas que muchas sociedades contemporáneas les atribuyen. Sea cual sea su forma de manifestarse, la violencia nace de las mismas raíces. Arqueólogas, prehistoriadoras, sociólogas y filósofas feministas, al revisar la prehistoria escrita por hombres, han descubierto lo que ellos no querían o no eran capaces de ver, recreando así una prehistoria mucho más plausible y explicativa de los siguientes sucesos históricos y de nuestro presente.

Para comprender el patriarcado y sus secuelas actuales, es imprescindible conocer los trabajos y publicaciones de mujeres como Riane Eisler (El cáliz y la espada, 2021), Dolors ReguantFosas (Trascendir més enllà de l’Olimp 2017), Gerda Lerner (La creación del patriarcado, 1990), Anna Boyé (Matriarcats, 2006), Marija Gimbutas, Diosas y dioses de la vieja Europa, (2007).

¿Es posible el cambio?

Todos los acontecimientos adversos que han ido acumulándose y acelerando en los últimos años amenazan con hacer insostenible la vida en nuestro planeta. ¿Hasta cuándo aguantaremos la ferocidad de las guerras que podrían convertirse en mundiales, las agresiones en aumento a mujeres, el hambre y la miseria de tanta gente, paralela a las ganancias de quienes se lucran de ellas, la destrucción de la flora y la fauna y la incompetencia de quienes nos gobiernan para evitar el desastre?

El cambio no sólo es posible, sino que es inevitable y constituye una ley universal: tanto los átomos como las galaxias están sometidos a cambios y, por supuesto, también lo está el pensamiento humano.

Cuentan que Séneca le dijo a Nerón: Tu poder reside en mi miedo, si yo no tengo miedo tu ya no tienes poder. Con otras palabras, le estaba diciendo: tu poder está en mi mente y yo mando en mi mente.

Desde la psicología se ha repetido y constatado muchas veces que el poder reside en la mente de las personas. Esto es así porque actuamos de acuerdo con aquello que creemos que es la realidad y son nuestras creencias, y las emociones que provocan, las que guían nuestra manera de actuar. No hay que olvidar que cada persona construye su particular manera de concebir lo que es real y verdadero y lo hace seleccionando y relacionando entre sí ciertos aspectos de los objetos, situaciones o sucesos que contempla. Pero, en este proceso, deja de lado muchos datos que no considera significativos y a los que otra persona puede atribuir mucha importancia. No todas las personas consideramos real una misma realidad ni habitamos en un mismo universo mental. En definitiva, las verdades y las creencias tienen diferentes propietarios.

Un cambio en nuestra manera de pensar y en nuestras creencias puede provocar cambios de gran importancia individual, modificando nuestra trayectoria vital. Si el cambio es colectivo su repercusión puede ser de gran alcance social. Una de las formas de iniciar un cambio de este tipo consiste en cambiar el significado de lo ya conocido.

Verdades alternativas

El patriarcado vive incrustado en la mente de las personas y se transmite de generación en generación. Sus “leyes” no formuladas explícitamente ni registradas en ningún estatuto, son conocidas y ejecutadas en casi todo el mundo, aunque con diferentes grados de intensidad.

Una de las más urgentes necesidades para un cambio sostenible, es que se reconozcan verdades alternativas a las androcéntricas, que no sean excluyentes sino inclusivas y abarquen toda la humanidad, sin distinción de clases, edades ni sexos. Este proceso requiere la divulgación de importantes acontecimientos, no narrados, que provoquen el cambio de significado de muchos sucesos.

Por ejemplo, necesitamos desvelar el verdadero significado de algunos conceptos. Participar en una guerra no es patriotismo ni conduce a la paz sino a la muerte, es contribuir a destruir pueblos, ciudades y muchas vidas; ser un héroe no es matar a la gente sino salvarles la vida, el enemigo no son miles de personas desconocidas, sino quienes obligan a matarlas y la solidaridad no consiste en ayudar a quienes matan sino a quienes buscan la paz a través de la palabra y el acuerdo.

En un reciente artículo, Federico Mayor Zaragoza, ex director de la UNESCO, pensador y activista por una sociedad mejor, decía: Durante siglos hemos vivido guiados por un adagio perverso, aplicado inexorablemente por el poder absoluto masculino: “Si quieres la paz prepara la guerra”, que es el principio de la ley del más fuerte, del predominio de la imposición. El resultado ha sido catastrófico, asegura, y cita una frase del poeta estadounidense Archibald Mac Leish: Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz.

En el campo de la psicología encontramos instrumentos para comprender cómo se forma el pensamiento humano y qué caminos recorremos para modificar nuestra manera de pensar. En la historia y en la prehistoria no androcéntricas encontramos la explicación de los procesos que nos han conducido a la sociedad en la que vivimos, la sociología nos ayuda a comprender cómo reaccionan las sociedades a los acontecimientos que afectan a amplios colectivos, la antropología nos muestra la existencia de culturas no patriarcales, su organización social y su pacífica forma de vida.

Pero no acaba aquí la lista de disciplinas y profesiones necesarias para propiciar un cambio en la manera de pensar de la población. La creación de grupos de trabajo interdisciplinarios y feministas nos proporciona un amplio abanico de instrumentos imprescindibles para el cambio. Es necesario que estos grupos cooperativos proliferen y se difundan sus trabajos.

Para que algo deje de ser imposible primero tenemos que creer que es posible y luego poner los medios para que lo sea realmente.

*Catedràtica Emèrita de la Facultat de Psicologia de la Universitat de Barcelona

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Amada Santos

Fotoperiodista i Socióloga. Activista Feminista, Defensora DDHH i Cooperant. Presidenta de la XIDPIC.Cat. Co-coordinadora i Editora de La Independent. Coordinadora Internacional a la RIPVG
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