Justa Montero. Foto de Álvaro Minguito (cedida per Justa Montero)
“Este 8 de marzo ha sido la respuesta de la voluntad de miles de mujeres de cambiar sus vidas y evidenciar la situación de hartazgo”, dice Justa Montero a La Independent.
Justa Montero es una histórica activista feminista, una de las fundadoras de la Asamblea Feminista de Madrid. Forma parte de la Comisión por el derecho al aborto y de la Coordinadora estatal de organizaciones feministas. Hablamos con ella sobre el pasado 8 de marzo.
¿Cómo valoras personalmente, desde tu implicación en la asamblea feminista de Madrid y la coordinadora estatal, el pasado 8 de marzo?
Ha sido un éxito que ha superado incluso la convocatoria del 2018. Lo que alguna gente no se imaginaba pero que hemos vuelto a demostrar la profundidad social de las reivindicaciones y la voluntad de miles de mujeres de cambiar sus vidas y evidenciar la situación de hartazgo de lo que vivimos.
Ha sido un éxito, además, en lo que fue la huelga laboral en sí misma y el debate previo suscitado en los barrios, las universidades, los institutos, en las casas… ha sido un tema de debate social importante, eso en sí mismo es un éxito. Ha sido impresionante la participación en las manifestaciones en todas las ciudades del estado español, pero no solo en las ciudades. Por ejemplo en un pequeño pueblo de 60 habitantes, las mujeres salieron a la calle con una pancarta. Esto ha llegado a todos los rincones.
Justa Montero durante una manifestación.
Las críticas de la derecha, de que era una reivindicación de unas pocas intelectuales, se desmiente con estos datos.
Este año, como el pasado trataron de deslegitimar, desmovilizar, disputar el contenido de la propia huelga, las distintas derechas, pero los hechos han sobrepasado esta crítica absurda que nada tenía que ver con la realidad.
La convocatoria de la huelga no parte de la nada, tiene un enorme calado que viene de todo el trabajo feminista que se viene haciendo, no ya históricamente sino desde el año pasado de todos los colectivos feministas y todas las mujeres que desde diferentes ámbitos han ido exigiendo cambios. La pancarta de Madrid decía «Somos imparables» y eso se demuestra, hay una fuerza impresionante.
¿Cómo lo vivís en Madrid? Estáis en el centro de muchas batallas, con la ultraderecha en crecimiento y con encendidos debates internos. Y a la vez unos medios de comunicación que se posicionaban claramente en contra pero que finalmente se apuntaron a la huelga como si se tratara de una moda.
En primer lugar, destacar que es importante tener en cuenta que esto no es un tema exclusivo del Estado sino de un movimiento feminista internacional, con prácticas internacionalistas, con un análisis común sobre muchos de los problemas, aunque se contextualiza a nivel territorial. La propuesta de huelga parte del reconocimiento de la diversidad, para que todas las mujeres tengan cabida y puedan participar de alguna manera. Eso significa que es un planteamiento claramente inclusivo.
En segundo lugar, que todo el mundo haya tenido que hablar de feminismo ya es un éxito, hace seis años aún era un término estigmatizado; en cambio, ahora todo el mundo habla.
Otra cosa es la fuerte disputa por el contenido: la derecha lo quiere reducir, de hecho hace políticas que van en contra de lo que plantea la huelga, o esta otra derecha neoliberal que habla de un feminismo liberal, de un tipo de igualdad hecha a las mujeres a un mercado liberal flexibilizado y sin derechos, a tener que salir desahuciadas de sus viviendas… en fin, que crea la ilusión liberal de que es posible lo de derechos para todas sin cambios, pero creo que hemos podido contrarrestar también. Ha sido un intento de restar radicalidad y fuerza a la convocatoria sin conseguirlo.
En cuanto a la ultra derecha, no hemos querido que sea quien centre nuestros debates, hemos huido de esa trampa de que nos establezcan el terreno del debate y hemos respondido con nuestras reclamaciones, seguir avanzando y resistir, somos las mujeres del movimiento feminista las que plantean el debate.
Hay una parte minoritaria de la izquierda que ha criticado la huelga diciendo que no plantea una transformación social.
El feminismo que convoca la huelga feminista es un feminismo que incomoda y no solamente a la derecha, con la que claramente hay una confrontación total en la idea de sociedad, de las relaciones, de derechos y libertades, sino que también a una izquierda que lo que querría es circunscribirlo a los cambios que el sistema puede conceder, pero el planteamiento de la huelga va mucho más allá. Parte de reivindicaciones muy concretas y pone el foco en la necesidad de una transformación profunda, radical de la sociedad, de cambios reales.
La capacidad del movimiento feminista de articular las distintas luchas, esa propuesta de cambio de forma intersectorial y transversal, de hablar de las causas estructurales que genera el patriarcado. La izquierda descafeinada se siente incómoda con este discurso. La situación de precariedad, de violencias, de despojo de derechos es muy grave para muchas mujeres y debemos profundizar, no se pueden poner parches.