Este editorial fue escrito, el cambio de año, como un balance internacional sobre los derechos de las mujeres por la periodista Premio Nacional de Periodismo de México, Sara Lovera.
Progreso cero en 2010
Si pudiéramos obtener una fotografía nítida de la realidad de las mujeres en el mundo bajo las nevadas del invierno, las guerras persistentes, la violación de los derechos fundamentales, hallaríamos una línea transversal dolorosa: la violencia contra ellas que se sobresale como un halo que afecta a más de la mitad de la población.
Y a pesar de que en todas las regiones del mundo se tiene conciencia de la situación, se desarrollan políticas públicas, leyes y acciones, la dura realidad parece intocada y persistente de un lado al otro de la tierra de El Congo a los países islámicos, de Greolandia a la Patagonia.
La violencia contra las mujeres está unida a la incapacidad global de disminuir la desigualdad entre hombres y mujeres. Hace poco más de un mes la jurista sudafricana Navi Pillay,
Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, afirmó que “ninguna nación rica o pobre, sea una dictadura o una democracia, ha estado cerca de eliminar la violencia contra las mujeres”.
Los informes de Amnistía Internacional, los balances de las Metas del Milenio, la relumbrante nueva oficina de Naciones Unidas llamada ONU Mujer o los informes estatales y regionales
Las cifras son escandalosas seis millones, sesenta millones o 600 millones. El 60 por ciento de las mujeres en el mundo han sufrido actos de violencia, al menos una vez en su vida, por el único hecho de ser mujeres. Los números son de proporciones pandémicas y es tan enorme la cifra que congela cualquier dato de progreso.
Quizá esta realidad que puede pintar de rojo inmensas zonas geográficas, indica que la violencia contra las mujeres es por motivos de género pero no ocurre en el vacío. Suele ser un problema vasto, de fracaso institucional, de normas que perpetúan o toleran los malos tratos, de relaciones entre los géneros peligrosamente distorsionadas o desiguales. En 2010 estas prácticas profundamente arraigadas echan por tierra cualquiera de los propósitos nacionales o internacionales para atajarla, como los de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer que cumplió 15 años; o los informes de Desarrollo Humano que cumplieron 20 años o las Metas del Milenio, que aportan casi las mismas conclusiones.
Desequilibrios democráticos y las diversidades de la violencia
La guerra y los desastres no causan la violencia por motivos de género, pero la exacerban, o propician que estalle con mayor frecuencia. En 2010 tuvimos a mano las violaciones sucedidas por los desastres en Haití, la guerra en Afganistán y las cifras crecientes de feminicidio en América Latina y en zonas de guerra que dejaron una estela de violencia machista en Guatemala, México o Colombia.
El contexto cuenta, la violencia no está en el vacío, los débiles tejidos democráticos contrastan con algunos tímidos avances para las mujeres, como las cifras mundiales de cobertura educativa y el creciente liderazgo político y social, aunque ellas sean las principales víctimas de maltrato y que el número de abusos y asesinatos.
Los informes siguen considerando a la violencia como el reflejo de la división sexual del trabajo, las barreras familiares relacionadas con el cumplimiento de las responsabilidades domésticas que se les atribuyen a las mujeres (disponibilidad de tiempo, carga familiar, tensiones entre las diversas actividades y funciones públicas y domésticas, poco apoyo de las parejas,) sean consideradas como algunas de las dificultades y condicionantes que enfrentan las mujeres para lograr niveles de libertad y autonomía.
Ahondar en las diversidades de la violencia, es un asunto de las y los periodistas del mundo y de quienes buscan nuevos equilibrios democráticos. Mirar al mundo a vuelo de pájaro indica:
• Desalojos forzosos masivos de personas que perdieron sus casas en África; por ejemplo, en Angola, Ghana, Kenia y Nigeria, que a menudo las sumieron aún más en la pobreza.
* Aumento de violencia intrafamiliar contra las mujeres, violaciones, abusos sexuales, y asesinatos y mutilaciones en México, Guatemala, El Salvador, Honduras y Jamaica.
* Millones de personas migrantes en países de Asia y Oceanía, como Corea del Sur, Japón y Malaisia, fueron víctimas de explotación, violencia y abusos.
•Existe un brusco aumento del racismo, la xenofobia y la intolerancia en Europa y Asia Central.
•En Oriente Medio y el Norte de África se produjo un aumento de la inseguridad a causa de los ataques de grupos armados –algunos de ellos aparentemente alineados con Al Qaeda– en Estados como Irak y Yemen.
•En todo el mundo, con millones de personas sumidas en la pobreza a causa de la crisis económica, energética y alimentaria, muestran la urgente necesidad de abordar los abusos que repercuten en la pobreza.
Algunas de las recomendaciones en 2010 para frenar esta situación que pone en peligro los derechos adquiridos por las mujeres en los últimos cien años, indican que los gobiernos deben rendir cuentas por los abusos contra los derechos humanos que causan y agravan la violencia de generó en todo el mundo.
Las mujeres, especialmente las pobres, son las más afectadas. Aproximadamente 500.000 mujeres murieron por complicaciones derivadas del embarazo; la discriminación de género, las violaciones de los derechos sexuales y reproductivos, y la negación del derecho a atención medica son causas directas de la mortalidad materna.
La suma y resta en todo caso, es cero progreso en los derechos de las mujeres.
Sara Lovera es responsable de las Relaciones Institucionales Internacionales de La Independent.