OPINIÓN
En un elegante y lúcido artículo sobre Yolanda Díaz (la única nota discordante es el título, «Misión: desactivar a Yolanda», puesto que omite su apellido), Elisa Beni hace notar la trampa de poner un raro punto y seguido delante de una conjunción causal como porque.
Vamos al caso. La boba e improcedente (si se mira bien y sobre todo si se hace la prueba de la inversión) pregunta de la entrevistadora a Yolanda Díaz era:
P. Se percibe una transformación en su indumentaria. ¿Hay algún mensaje detrás, algo que transmitir?
Y su ajustada y cargada de paciencia respuesta fue:
R. Esto no lo comparto. Desde siempre se me ha criticado por la manera de vestir. Porque no soy el prototipo de una mujer progresista. Pero creo que la gente se merece respeto. Cuando iba a los juicios debía respetar a mis clientes y, ahora, en la vida política, lo intento hacer siempre. A mí me gustaría ir en vaqueros, como en el acto de Valencia. Pero si voy al Senado creo que la ciudadanía española se merece ese respeto. La imagen es importante. Lo que estoy ahora es un poco más delgada y más deteriorada [ríe], pero nada más.
Es decir, dice claramente que por lo que respecta a la vestimenta no da la imagen prototípica de mujer progresista, lo cual es cierto, y no dice nada más que eso. También habla del respeto que implica una forma de vestir, o sea, de la importancia del contexto; cosa bien oportuna si tenemos en cuenta que texto proviene de la palabra latina textus que significa justamente tejido.
Ni que decir tiene que en las redes se evaporó el porque y se la juzgó, condenó y ajustició como si hubiera dicho «No soy el prototipo de una mujer progresista» sin ningún tipo de acompañamiento. Que tampoco habría para tanto, la verdad.
Se da la circunstancia de que la propia Elisa Beni hace años terminaba un artículo de opinión, «Celuloide de cristal» (La Razón, 24.09.2009), con unas palabras en qué se manifestaba a favor de eliminar privilegios, cuotas y balanzas decantadas a favor de los hombres, o si lo prefieren, a favor de la discriminación positiva; o lo que también podríamos llamar lisa y llanamente justicia.
Discriminación positiva sigue siendo discriminación, gritan algunos. Sí, pero la discriminación sólo se produce a favor de la mujer si ésta ya está en términos de igualdad de requisitos con el hombre. Así que, con perdón, sólo se trata de inclinar el favoritismo hacia un rasgo determinado con una función social y reparadora de una injusticia. El amiguismo es otro parámetro de discriminación ampliamente aplicado en nuestro país a la ayuda pública y sobre él se discute poco. Veamos qué cine saben hacer las españolas. Visto lo visto, a lo mejor lo agradecemos.
El destacado era letal y para nada inocente.
Discriminación positiva sigue siendo discriminación
Al cortar media frase, se dio la vuelta totalmente a su opinión y pusieron en boca suya una idea ajena y en realidad contraria a lo que ella piensa como se reflejaba en el párrafo que se ha visto más arriba. Este traidor y envenenado mecanismo también se puede encontrar en muchos titulares y pies de foto.
Antes de los tuits y de Facebook, antes de las redes, ya existían pues las falsas noticias.
