viernes 26 abril 2024

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Café, política y bizcochos en los Estados Unidos

 

No es un momento, este, para dormirse en los laureles, ni en el corazón de Estados Unidos, territorio tradicional del ahora machacado american dream. Es que los vicios de un sistema financiero desregulado, que ha arrastrado en su caída las economías occidentales, no han sido minímamente corregidos, y hay crisis para rato. Obvio que también las madres vean con preocupación el futuro de sus hijas e  hijos y del país, (según ciertas investigaciones, aun más que los hombres).ama_decasa

 

Y tampoco sorprende que no se sientan representadas por unos políticos que persiguen más los intereses de los grandes lobbies (financiera, petrolera, armamentos etc.) que de los de la gente común, del empleado y la peluquera. Pero, ¿qué pasaría si un día todas las madres americanas se juntaran en un partido, e hicieran sentir con fuerza sus opiniones? Pensó un día la activista Lindsay Ferrer, que había participado en la vida política de varios partidos, antes de casarse y tener hijos.

Cualquier candidato o candidata al Congreso o a la presidencia en 2012 no podría ignorar lo que más interesa a una armada de madres decididas, mejor dicho, podría encontrarse en las nubes o hecho trizas por ellas, pues las madres estadounidenses son 85 millones, y cada año hay cuatro millones y medio más de jóvenes madres. No hay lobby que numéricamente pueda compararse con ellas, por eso Lindsay Ferrer tuvo la idea de fundar un Partido de Mamás, recogiendo centenares de millares de adhesiones en un sito de Internet llamado Café Mom, (el Café de las Madres), con el lema: “Mothers matter 2012”, las madres importan. Su objetivo es, justamente, condicionar las elecciones presidenciales del 2012, obligando a las candidatas y los os candidatos a tomar en cuenta los problemas reales de la gente que vive lejos de Wall Street.

“Nuestra agenda no es de izquierda ni de derecha, ni republicana ni democrática”, afirma Lindsay Ferrer,” y las mujeres pueden expresarse en 360 grados, en Café Mom”. ¿Sobre cuáles temas las opiniones de las madres coinciden? Todas están de acuerdo sobre el derecho al permiso de maternidad, y a seguir con la carrera aun después de largas ausencias para cuidar al bebè; hay unanimidad también sobre la condena a violadores y pedófilos, que deberían ser excluidos para siempre de la sociedad.

Por el resto, las diferentes creencias religiosas, filosóficas o políticas merman la unidad y la fuerza de la armada potencialmente invencible de las mamás. ¿El aborto? Un derecho sagrado para algunas, un acto impìo para otras. ¿Los impuestos? Todo el mundo debe contribuir al funcionamiento del estado según su renta, opinan algunas. Pero esto limita la libertad individual en que se funda la sociedad norteamericana, afirman otras. Y son las personas pobres, no las ricas, que deberían sentirse en culpa, por fracasadas. ¿Seguros privados o públicos de salud? Una interminable contienda aguó bastante, como se sabe, la reforma propuesta por Obama. ¿Las guerras? Es lo normal, para proteger la nación, consideran unas. Qué va!, son sólo máquinas de matar, que podrían devolvernos nuestros hijos e hijas en una bolsa de plástico, y….¿para beneficio de quién? Rebaten otras.

Paradojicamente, han sido también dos “super mamás” quienes han calentado el debate político nacional, llevándolo a tonos paroxísticos. Después de Sarah Palin, ha surgido la estrella de Michelle Bachmann, líder del Tea Party, decidida y elegante, que presume de cinco hijos propios, 23 adoptados, un marido leal, y un fusil siempre bien aceitado. Escéptica sobre el calentamiento global, hostigando furiosamente a Obama, ha lanzado campañas contra los gays, y ha propuesto la disolución del dipartimento de Educación. Admirada o detestada como pocas por las madres, recientemente ha abandonado la carrera a candidata presidencial para los republicanos.

Y ¿qué aires soplan entre las jóvenes (futuras madres, o empresarias, o las dos cosas, o ninguna de las dos cosas)? Como es de esperar, las chicas muchas veces quieren romper con las costumbres familiares y buscar formas de vida más en línea con la modernidad, dedicándose también a actividades transgresivas, que sus madres o abuelas mirarían con desaprobación. Como qué, ¿por ejemplo? ¡Como hacer mermeladas en casa! La subida de un 35% de la venta de accesorios para preparar mermeladas domesticas en los últimos tres anos en EEUU, indicaría que se está asistiendo a un repentino descubrimiento de la domesticidad: esto es lo que afirma entre otras Emily Matchar, una joven de 29 anos que escribe en el Washington Post y tiene varios blogs de gastronomía, y se dice feliz recogiendo frutos de bosques, y pasando la navidad con un delantal, para preparar platos deliciosos. En fin: hay un nuevo mercado de mujeres jóvenes que redescubren con entusiasmo costumbres ancestrales como hacer yogur natural, cultivar tomates, albahaca y romero en el jardín. Madres y abuelas las miran a veces con desconfianza, sobre todo en casos como la mamà de Emily Matchar, una animosa feminista de los setenta, que ha rechazado cualquier tarea domestica como expresión de la esclavitud femenina, mientras la abuela, una protofeminista de los años cincuenta y sesenta, había visto con alivio la difusión de alimentos precocinados considerándolos un factor de liberación de la mujer. En ella, està todavía vivo el recuerdo de progenitoras o abuelas que en las grandes familias de inmigrantes pasaban sus días lavando y cocinando para una turma de hombres. Y era sólo por la ventana que podían ver como los hombres hacían y deshacían la Historia.

Pero las chicas como Emily Matchar tratan de explicar a las madres que no se trata, esta vez, de simples hobbies, sino que es el momento de un cambio de costumbres y de consumos: por un lado, hay que salir de la borrachera de la química y la tecnología, para recuperar la manualidad, el saber hacer con sus propias manos, utilizando ingredientes naturales. Hay también la búsqueda de nuevos valores, como la sobriedad versus el consumismo exasperado, la sosteniblidad versus el despilfarro energético, el (re) descubrimiento de los afectos familiares (que aparece en películas como Somewhere de Sofia Coppola). Por lo tanto, estas jóvenes pueden ser a la vez progresistas y ecologistas, participar en Occupy Wall Street, y también dejar el trabajo en la oficina, o llegar a organizar el homeschooling, la escuela en casa, tradicionalmente una costumbre de los grupos religiosos que quieren proteger a sus hijos de las influencias de una sociedad considerada demasiado materialista.

Bien, bien!, replican madres y abuelas que han vivido la época de Revolucionary Road. Pero cuidadito. El riesgo, cuando se llegue voluntariamente a asignarse tareas y deberes domésticos, es que los compañeros vuelvan a considerarlos parte exclusiva de la “naturaleza” femenina, para evitar sus responsabilidades. El péndulo de la historia podría volverse atrás, y las mujeres podrían mirar otra vez por la ventana, como los hombres construyen y destruyen el mundo.

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Tona Gusi

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Fundadora i Co-coordinadora de La Independent. També és psicòloga menció en Psicologia d'Intervenció Clínica i menció en Psicologia del Treball i les Organitzacions.
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