OPINIÓN
Rindo homenaje al gran latinoamericano y ciudadano del mundo, el entrañable uruguayo Eduardo Galeano, activista social como el que más, ideólogo de la izquierda pero también su más severo crítico; su claridad, su realismo y su sarcasmo a la hora de escribir lo definían como un gran narrador de historias.
Censuró la tradición machista parodiando a la Revolución francesa; pionero en Latinoamérica de la legalización del matrimonio homosexual; criticó la tendencia de los medios a mentir; y se refirió en muchos de sus escritos a la democracia del miedo, cuando afirmaba que “La democracia tiene miedo a recordar, las armas tienen miedo a la falta de guerra, y los hombres tienen miedo a la mujer sin miedo”
He seguido a Galeano desde que empecé mi carrera de Derecho a mediados de los 80, llena de inquietudes y deseos de comerme el mundo, leí “Las venas abiertas de América Latina” con tal fruición que casi podría recitarlo, era un texto de referencia para la cátedra de economía política, recuerdo que su contenido fue objeto de un amplio y profundo análisis, más que todo, porque era una especie de manual, hecho con un lenguaje simple y común, capaz de creer que la realidad es cambiable. El libro muestra el proceso histórico de las circunstancias de formación latinoamericanas.
Aún recuerdo la indignación que causaba en la mayoría de estudiantes cuando se explicaban las grandes desigualdades sociales entre ricos y pobres en América Latina, máxime cuando estaban presentes varias dictaduras, y en Bogotá mis vecinos, eran una cantidad de chilenos que de la noche a la mañana habían invadido el edificio donde vivía, huyendo de la temible dictadura militar de derecha, encabezada por Augusto Pinochet.
Justifico a Galeano cuando en abril del año pasado, en una entrevista en la bienal del libro en Brasil, dijo que no sería capaz de leer su libro “las Venas Abiertas de América Latina” porque se desmayaría, y lo justifico, porque creo que deliraba cuando lo hizo; lo justifico, porque de aquella época a la actual, los tiempos cambian, las circunstancias y las personas también; lo justifico, porque a estas alturas Galeano podía decir lo que le diera la gana sobre el desapego que le generaba su libro más vendido. Alguna vez lo escuche decir que: “Los escritores cuando escriben cambian, renuevan y reviven, al mismo tiempo que la vida vive y el escritor continúa escribiendo”
El Libro publicado en 1969, fue prohibido en los países donde existían regímenes dictatoriales, como, Chile, Argentina y por supuesto Uruguay, de donde tuvo que salir huyendo después de haber sido encarcelado por la dictadura de su país.
Sobre su huída escribió en un libro de recopilación de cuentos cortos, donde la prosa se confunde con la poesía, “Días y Noches de Amor y de Guerra” (1976), en que define las guerras de adentro y las guerras de afuera, editado en versión original por Editorial Laia, Barcelona 1983, en el fragmento “Cierro los ojos y estoy en medio del mar”: “Cuando me separé de Graciela, deje la casa de Montevideo intacta, allí quedaron los caracoles cubanos y las espadas chinas, los tapices de Guatemala, los discos, los libros, y todo lo demás. Llevarme algo hubiera sido una estafa. Todo eso era de ella, tiempo compartido, tiempo que agradezco; y me lancé al camino, hacía lo no sabido, limpio y sin carga. La memoria guardará lo que valga la pena. La memoria guarda de mi más que yo…”.
Luego se fue a vivir a Argentina de donde también huyó para irse a refugiar en Calella, un municipio costero del Maresme, en la provincia catalana de Barcelona, allí se dedicó a escribir, entre otros “Memoria del fuego”. Sobre Argentina escribiría: “Perdí varias cosas en Buenos Aires, por el apuro o la mala suerte, nadie sabe a dónde fueron a parar. Salí con un poco de ropa y un puñado de papeles. No me quejo. Con tantas personas perdidas, llorar por las cosas sería como faltarle el respeto al dolor”.
En el libro “Mujeres”, de la editorial Siglo XXI Editores, que sale a la venta esta semana en España, muestra una antología de sus mejores textos sobre las mujeres, la selección, que ocupa más de 200 páginas, fue realizada por el propio autor.
De Galeano me gustó su humanismo, su compromiso con los menos favorecidos, hizo de las causas sociales su bandera, sobre la violencia machista escribiría: “Hay criminales que proclaman tan campantes ‘la maté porque era mía’, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedo’, porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo”. del Libro de los Abrazos.
Era tan humano como sus poesías en el libro de los Abrazos, allí se confunden las utopías, la muerte, el amor y los miedos. Dedicado a actividades varias a lo largo de su vida, fue poeta, historiador, caricaturista, periodista, editor, mecanógrafo, dibujante, pintor, cajero, y hasta obrero; para él, que decía que creía que éramos hijos de los días, y que cada día tiene una historia y somos la historia que vivimos, toda mi admiración y respeto.
“La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo”. Adiós y muchas Gracias, Eduardo Galeano!
