jueves 04 julio 2024

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tere moll

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Un año despues

 

 

 

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OPINIÓN

Hoy primero de febrero, todas recordamos la multitudinaria cita del año pasado en Madrid ante la convocatoria del llamado “Tren de la libertad”.

  

Incluso las que no pudimos ir sentimos aquella inmensa energía desde la distancia física, que no la ideológica ni el emocional.
Ya me he paseado esta mañana por las redes sociales y he visto cómo vuelven a estar llenas de fotos de aquel acontecimiento que marcó el fin del recorrido de la tramitación de una contrarreforma de la Ley del aborto que pretendía recortar los nuestros derechos a decidir libre (o casi) sobre ser o no madres. Lo conseguimos pararlo.

Pero el camino hacia la igualdad sigue lleno de piedras y rocalla que no siempre son visibles.
La permanente actitud de algunos compañeros e incluso compañeras de viaje de la izquierda que siguen ejerciendo la mayor fidelidad a la servidumbre hacia el patriarcado es un claro ejemplo de lo que intento explicar. Y ahora no estoy pensando sólo en lo que ha pasado con la conformación del gobierno masculino de Syriza en Grecia, ni en ningún partido en particular. Quiero decir que sin ir más lejos esta semana comentaba con uno de estos compañero de izquierdas lo duro que me parecía el tema de Syriza. Un compañero y gran amigo personal que milita en la izquierda de mi pueblo. Su reacción a mi comentario fue casi furiosa y sus palabras las sentí como un jarro de agua fría. Su reacción desmedida me dejó boquiabierta.

Según él, aparte de que hay que buscar siempre “los mejores sin importar el sexo” y cuando criticamos a Syriza o cualquier otro partido por el tema de la falta de mujeres en las listas electorales, nos olvidamos (en este caso me olvidaba ) de lo complicado que resulta “encontrar mujeres disponibles para ir en listas electorales”. Y se quedó tan ancho. No negaré que intenté hacer pedagogía y explicar algunas causas de esta “falta de disponibilidad”, pero se cerró en banda. Sencillamente no quería escuchar ni entender nada. Su rabia hacia mi comentario lo cerró en su cáscara y ya casi no pude hacer nada con el poco tiempo que tenía. Me quedé muy tocada ya que en este momento se están elaborando las listas electorales para las elecciones de mayo y es importante llegar a visibilizar esta necesidad de paridad en las listas.

No voy a negar que gracias a la Ley de Igualdad las cosas han cambiado bastante en los últimos diez años, pero el resultado final sigue siendo el mismo: falta de paridad en la constitución de Ayuntamientos y resto de instituciones. El monstruo del patriarcado sigue presente a pesar del camino recorrido. Y lo que es peor, se camufla para convencer de su inexistencia incluso a los que tienen clara la desigualdad de clase, de reparto de la riqueza, etc., pero son ciegos a la desigualdad de género.
Como he dicho en varias ocasiones, cada día encontramos más compañeros que van despertando a la evidencia de la desigualdad de género y se suman a estas exigencias de igualdad. Esto les honra ante mis ojos.
El patriarcado, como he dicho antes, se camufla y aparece bajo nuevos discursos que justifican la “naturalidad” de esta desigualdad e incluso su inexistencia y la convierten en una simple manía de las feministas a las  que se nos han acabado los argumentos de verdad ya que, “Quizás la Constitución no garantiza ya la igualdad en su artículo 14?, ¿Qué más queremos las feministas radicales?”. Me pongo enferma cada vez que escucho este tipo de argumentos. Y si no, este otro en boca de una mujer un poco mayor que yo: “Con todo esto de la ley de igualdad y el discurso feminista radical, las mujeres más jóvenes están muy crecidas”. Uf !!! Puedo asegurar que tuve que practicar eso de las respiraciones profundas y darme tiempo para responder de forma pausada a lo que comportaban sus palabras. De nuevo el muro del no poder entender, que en realidad es no querer entenderlo.

Hay muchas más piedras y pedruscos todavía en el camino hacia la igualdad real como decía al principio y estos son sólo dos ejemplos, pero hay más, muchos más. No quiero empañar para nada lo que pasó hace justo un año en Madrid con la gran manifestación del “Tren de la libertad”. Aquello fue histórico en muchos sentidos. Y se consiguio pararle los pies al misógino de Ruiz Gallardón. Y se consiguió.

 

Hoy es un día para rememorar lo que fue aquello pero también lo es para reflexionar sobre lo que nos queda por desmontar este monstruo llamado patriarcado. Y las aulas, todas ellas, son escenarios fundamentales para ir haciendo este trabajo día a día, palabra a palabra.

La formación en Igualdad entre el personal docente es fundamental para que puedan convertirse en agentes de cambio de modelo social actual. Pero no sólo es fundamental formar al personal docente, lo es también formar al resto de la sociedad. Formar madres y padres, personas trabajadoras, a cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, a todo el aparato que conforma el poder judicial, a los que conforman los poderes y gobiernan a las instituciones, a la sociedad en general. Sería esencial esta formación para que pudiera darse un cambio real, pero reconozco que lo que planteo es algo utópico, ya que el patriarcado ha instaurado en la mente de las personas en general un sistema de valores en que lo “natural” está por encima de la “equidad”, en la que lo “desigual” está por encima de lo que es “justo.”
Mi experiencia como formadora me indica que, en algunas ocasiones, con el debate que se produce en las aulas reales o virtuales, alguna persona se interesa por este tema y luego busca profundizar y cuestionar la desigualdad. El hecho de que se abran los ojos y se cuestione el sistema patriarcal es, en sí mismo, una victoria.

Que alguien abra los ojos y se coloque las gafas violetas para observar desde otra perspectiva la sociedad, que se cuestione el orden “natural” que se nos impone, que desconstruexin poco a poco los fundamentos heredados y se modifiquen pautas como el lenguaje o los nefastos discursos sobre “no puedo, versus no quiero” que nos impiden romper moldes, es todo un éxito. Y a veces ocurre. Se despierta la conciencia feminista y entonces poco a poco todo va cambiando.
Al calor del recuerdo de lo que pasó hace un año, reflexiono sobre lo que se ha logrado y lo pendiente. Estoy feliz por lo que pudimos revertir. Era muy importante y no sólo para las mujeres de España mantener una ley vigente que, aunque con algunas lagunas, nos permite decidir sobre nuestra maternidad. Y como bien habrá podido comprobar la  que me conoce, no he mencionado el terrorismo machista y sus consecuencias que prefiero dejarlo para la próxima semana con más información sobre un caso y sus consecuencias reales y simbólicas.

El recuerdo del momento emocional vivido hace un año debe permitir ver las piedras y pedruscos pendientes y llevar como muy bien dice Mar Esquembre en su artículo de hoy que “El tren de la libertad no puede parar. Tenemos que darle a toda máquina. Nos jugamos la vida en ello. “
Desmontar el patriarcado es cosa de todas y también de todos, ya que con la igualdad ganamos todas y todos. Con la fuerza que nos da la sororidad y la SOLIDARIDAD podremos sacarle las sucesivas disfraces que utiliza para camuflarse y poco a poco ir desmontando-lo.
Al conseguir esto ya nos encontramos muchas y, cada vez más, muchos.

 

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Amada Santos

Fotoperiodista i Socióloga. Activista Feminista, Defensora DDHH i Cooperant. Presidenta de la XIDPIC.Cat. Co-coordinadora i Editora de La Independent. Coordinadora Internacional a la RIPVG
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