Una población de 235 mil personas han votado para el regreso del centro derecha al gobierno de Islandia, con un ministro, Bjarni Benediktsson, que es parte de la elite financiera que había provocado la crisis especulativa del 2008, cuando la caída de Lheman Brothers congeló el mercado financiero.
Como se recordará, los ciudadanos de Islandia en un referéndum se negaron a pagar la deuda de los bancos y juzgaron unos cuantos banqueros culpables del desastre. La primera ministra socialdemócrata, Johanna Siguroardottir, nombrada en el 2009, procedió a los cambios de la Constitución propuestos por la ciudadanía y logró que el país saliera del bache, con algunas medidas como el manejo de la inflación.
Sin embargo, los ciudadanos y ciudadanas siguen afectados por los altísimos tipos de interés hipotecario, que obligan a la gente a hacer doble trabajo para pagarla, fruto de la política de ajuste impuesta por el FMI.
El centroderecha ha cabalgado el malestar social prometiendo una rebaja de impuestos (lo mismo que está haciendo Berlusconi en Italia) y la negociación con los acreedores internacionales por una quita de la deuda, a favor de las familias. De esta forma han reconquistado el electorado, que por otro lado no está entusiastas a la idea de entrar en la Unión Europea, como proponía la primera ministra. Y la rueda gira.