viernes 10 mayo 2024

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El optimismo de Arianna Huffington

“Esta podría ser la época dorada del periodismo”, me dijo Arianna Huffington en la SER, y luego lo repitió ante muchos e ilustres colegas que torcieron el gesto porque, sencillamente, no se lo creen. ¿Cómo es posible ejercer con dignidad esta profesión en la era de los blogueros y las blogueras, las tuiteros y las tuiteras o los ciudadanos y ciudadanas periodistas, cuando la circulación de la prensa escrita en todo el mundo no para de desplomarse?

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Arianna Huffington


 

A Huffington no le parece incompatible. La suya es la historia de un éxito cimentado en unos cuantos fracasos. El éxito es  The Huffington Post, un periódico digital que nació entrelazando blogs de personajes famosos y otros no tanto, junto con enlaces a lo más atractivo de los medios tradicionales. Los temas van desde alta política a consejos para personas divorciadas, de cotilleos sobre celebrities a historias personales pero anónimas que se enriquecen con las que aportan los lectores y las lectoras. El cóctel, claramente low cost,ha funcionado tan bien que en apenas seis años está compitiendo directamente con la web del New York Times, hasta el punto que el gigante AOL decidió pagar más de 300 millones de dólares por el Huffington post y dejar en manos de la nueva dama del periodismo todos sus productos en la red.


Dice Huffington que esta inyección de dinero le ha servido para enriquecer su periódico, para contratar a nuevos y nuevas periodistas que trabajan conjuntamente con los tecnólogos y las tecnólogas no sólo a la hora de contar historias, sino de acercarlas al público y enriquecerlas con sus aportaciones. “Pasó la época de consumir las noticias sentados en un sillón: ahora la gente quiere participar en los medios”, asegura.


Los fracasos sobre los que ha construido su éxito van desde las 36 editoriales que se negaron a publicar su primer libro, hasta su fallida carrera política frente a Arnold Schwarzenegger en California. Tampoco fue un éxito su matrimonio con el multimillonario y ex congresista de Texas que le dejó dos hijas y el apellido antes de anunciar que era bisexual, y convertirse en un portavoz del movimiento LGTB desde dentro del partido republicano. Las vueltas que da la vida: Michael Huffington acabaría también siendo bloguero del diario que lleva su nombre.


“No sé si hubiera funcionado igual de llamarse The Stassinopoulos Post”, rie Arianna, que no tiene reparos en recurrir a sus orígenes griegos. De su acento se burlaron tanto, y tantas veces la acusaron de arribista, que ahora exhibe su categoría de nueva gurú del periodismo sin complejos.


The Huffington Post está creciendo: a las ediciones de EE.UU, Canadá y Reino Unido se incorporará en breve la francesa, de la mano de Le Monde. Es posible que pronto haya otra en español. Da igual el idioma:  lo  importante será constatar si realmente funciona su apuesta por el encuentro entre los mejor de los dos mundos: el periodismo tradicional y el digital, sin que se pierdan por el camino los valores de la profesión. Ese sí que sería el gran éxito de Arianna Huffington.

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