#JOHIVAIG7N
“… estamos trabajando para organizar una MANIFESTACIÓN estatal contra la violencia machista. Buscando un consenso más necesario que nunca: nuestro total rechazo a las violencias que sufrimos por ser mujeres. Las agresiones constantes, las mujeres asesinadas. Estamos llegando a unas cifras insoportables, casi todos los días estamos sumando más asesinatos.
… cuanto más compartimos la propuesta, más personas serán conocedoras de ella y a su vez la reenviaran a sus contactos.
… debe ser una marcha que se olvide, la sociedad no puede seguir volteando la cara, lo conseguiremos…”
OPINIÓN
Así comenzó esta marca, hace diez meses. El diciembre de 2014, alguna hizo una propuesta a la Coordinadora Feminista de Valencia y se aprobó por mayoría hacer una manifestación estatal contra la violencia machista. Un primer objetivo: lanzar el mensaje a los diferentes contactos feministas de unas a las otras, tantear el terreno para ver si el movimiento feminista sería capaz de llevar adelante esta marcha, donde la causa común seria el rechazo a cualquier forma de violencia machista sin que nada ni nadie la monopolizara ni nos separara. Así nació el primer grupo virtual en las redes. Y creció tanto que fue necesario un grupo de correo. Un fórum donde debatir, proponer, compartir ideas, acciones.
Después vino la primera reunión presencia en Madrid donde ya hubo consenso en muchos temas. El lema, Contra las Violencia Machistas. La exigencia de que el terrorismo machista debía de ser considerado una cuestión de estado. La ausencia de siglas y banderas partidistas. La convocatoria por parte del Movimiento Feminista.
Hubo más reuniones y cada vez hemos ido asistiendo más y más. Acordamos la fecha y formamos comisiones de trabajo, cuentas en Facebook, twitter. Creamos una página web. Consensuamos, entre otras cosas, un manifiesto y un modelo de moción para presentar en las corporaciones locales. Y así estamos.
Una sensación de vértigo me invade al recordar aquel grupo pequeñito del inicio, toda nuestra rabia y las ganas de salir a las calles juntas, gritando ¡basta, queremos ser libres, vivir sin violencias!
Sí, violencias, en plural. Aunque sea una sola la causa: ser mujer. En todo el mundo esta violencia continua manifestándose de muchas formas. Visibles o sutiles. No hay mucha sutileza en las agresiones sexuales que hemos de sufrir el 70% de nosotras, pese a que muchas de ellas pasen desapercibidas.
Violencias que soportan las 603 millones de mujeres que viven en países donde no se considera delito que se les maltrate y asesine. Las violencias que sufren las 60 millones de niñas en el mundo entregadas a hombres para que abusen de ellas, las embaracen, las maltraten bajo la tapadera del matrimonio. Son las niñas esposas.
Hay dos millones de niñas cuya vida correrá peligro porque las culturas misóginas las mutilaran genitalmente. Son también violencias. Y las que provocan la muerte cada año de 47.000 mujeres por abortos inseguros y sin condiciones sanitarias porque los gobernantes de sus países han decidido que así se siga prohibiéndoles abortar.
Son violencias machistas los diferentes maltratos que deben aguantar 600 mil mujeres cada año en el Estado Español. Lo es el asesinato de estas 70 mujeres que como promedio son víctimas cada año de un terrorismo – el machista – del cual no se habla, ni contra el que no se toman medidas. Victimas a las cuales no se las homenajea.
Demasiadas agresiones, tantas violencias contra las mujeres y se hace nada. Ni para prevenir este machismo que es la mano ejecutora, el brote del cultivo de esta violencia. No se enseña en igualdad, ni se recupera ni visibiliza a las mujeres y su contribución a la historia de la humanidad. Simplemente, no existimos.
Seguimos cosificadas, no importa que nuestra formación sea excepcional, nuestras capacidades no valen nada si nuestros cuerpos no responden al estándar de belleza. Nuestro valor se sigue midiendo en tallas imposibles y maternidades.
En el Estado Español es vergonzosa la falta de interés político para erradicar esta violencia. No hay recursos asistenciales, ni formación de personal profesional que intervenga en el proceso cuando una mujer presenta una denuncia. Desde el personal sanitario, al de fuerzas de seguridad, de judicatura o de asistencia social. No hay trabajo para garantizar la independencia económica necesaria para salir de la situación de maltrato.
Se continúa intentando centrar la atención sobre si las mujeres asesinadas habían interpuesto o no una denuncia previa. Pero se esconde la realidad del 27% que si lo hizo y del como solo en el 9,8% de los casos el agresor fue condenado.
Se sigue hablando de denuncias falsas y de nada sirve recordar una vez y otra que el porcentaje – un 0,01% del total de las denuncias – es más bajo que en cualquier otro delito. Y sigue subiendo el número de casos en que se impone la custodia compartida de las y los menores, pese a la condena de maltrato del padre. Solo se suspende la custodia en un 6,7% de los casos y el 0,3% en los casos de régimen de visitas.
Es claro, estas cifras no interesan. Como no interesa que continuemos discriminadas en todos los ámbitos de la vida. Que con las justas ocupamos un 15% en los lugares de decisión. Que seguimos aguantando una brecha salarial que sigue en aumento (la última EES habla de un 24%, la más alta desde el año 2008) y que repercutirá en un futuro en las pensiones, un 38% más bajas que las que cobran ellos.
Somos más de la mitad de la población y, no obstante, nuestras vidas no valen lo mismo. Por eso hemos de ir el 7 de noviembre a Madrid. Es nuestra marcha. La mía, la tuya, la de él, la de nosotras, la de todas y todos quienes queremos que nuestro derecho a una vida sin violencia sea una realidad garantizada por el Estado y reconocida por toda la sociedad.
Yo voy, ?y tú? No te quedes en casa, el 7 de noviembre tienes una cita a la que no puedes faltar porque sabes que el silencio te hace cómplice.
