Consuelo Barea. www.consuelobarea.es
OPINIÓN
Tomar como indicador de la violencia de género el número de mujeres asesinadas anualmente induce a error, aún siendo muy importante por su gravedad no da una imagen real de la extensión de la pandemia machista. Ni siquiera el número de denuncias o de sentencias condenatorias clarifica la situación porque la mayoría de mujeres maltratadas no denuncia, si lo hace con frecuencia se retira de la acusación.
Muchos casos de maltrato a la mujer o a los hijos afloran en el divorcio cuando se plantea el tema de la custodia. Entonces la mujer se da cuenta de que no basta con que ella escape del terror, éste continúa para los hijos, pero ya es muy tarde para arreglarlo porque generalmente los jueces de familia, no quieren ver los malos tratos.
Además de las anteriores dificultades para concretar un indicador de la violencia de género, existe el obstáculo del criterio oficial de recuento de mujeres asesinadas, diferente al del criterio feminista. Marisa Soleto Ávila de redfeminista.org, (1) dice:
Los datos que aparecen en las estadísticas oficiales corresponden a la definición de violencia de género según la Ley Integral, es decir la violencia de hombres contra mujeres en el seno de una pareja (parejas y ex parejas), se refiere a las situaciones en las hay o ha habido una relación afectiva.
Sin embargo las asociaciones de mujeres trabajamos con un concepto de violencia de género más amplio, cuando se comete un asesinato contra una mujer por el hecho de serlo. Es por ello que contabilizamos las muertes a mano de parejas y ex parejas, pero también aquellos casos en los que el hombre no conocía a su víctima y la mató tras una agresión sexual, por ejemplo. O aquellos casos en los que un hombre asesina a una mujer de su familia aunque no sea su pareja. Por lo tanto a la hora de contabilizar, las entidades feministas siempre tenemos cifras superiores.
La cifra de asesinatos anuales por violencia de género, debe incluir también a los niños. La propensión de un maltratador a considerar a su pareja como una posesión personal suele extenderse a sus hijos. Ambos abusos provienen de la misma ideología patriarcal. Hay que englobar la violencia contra los menores y otras personas del ámbito familiar en la VIOLENCIA DE GÉNERO, que no quiere decir violencia contra la mujer por ser mujer, sino violencia salida del hombre por ser hombre, por la construcción patriarcal social e histórica del concepto hombre.
Desde los años 60 se utiliza el concepto de violencia de género (2) en las universidades americanas y europeas, y en el Comité Antidiscriminación de la Mujer de Naciones Unidas (CEDAW), para denominar a la violencia surgida de los roles sociales masculino y femenino, no de los sexos. Este es el punto de vista feminista asumido por las más altas instituciones. Que la violencia de género incluye también la violencia del padre contra los hijos, se puede entender mejor con el uso de la expresión violencia patriarcal.
Violencia patriarcal, tal como la define el “UN Special Rapporteur on Violence against Women”, es un término colectivo para la violencia que se encuentra en todo el mundo, y está enraizada en las estructuras de poder patriarcal que defiende. Mientras que los hombres generalmente, están expuestos a la violencia fuera de la familia, las mujeres y las niñas primariamente son víctimas de la violencia en el hogar y dentro de la familia. En diciembre del 2004, Suecia organizó una importante conferencia internacional sobre la violencia patriarcal contra las mujeres. El informe final de la conferencia establece que las causas de la violencia son las estructuras patriarcales y las percepciones de subordinación femenina y superioridad masculina, que se encuentran en todo el mundo…(3)
Patriarcado etimológicamente significa régimen de poder del padre.
El aumento de mujeres asesinadas por violencia de género en los últimos meses, no es significativo. Según la fuente antes nombrada, Red Feminista, del 2006 hasta ahora la media anual de mujeres asesinadas por sus parejas o ex-parejas en España es del orden de 87 al año, casi 90. Por otra parte en los últimos 10 años, han sido asesinados 68 niños por la figura paterna, pareja o ex-pareja de la madre, y como venganza a esta. El promedio es cercano a seis niños al año, casi siete. No se incluyen en estas cifras las víctimas indirectas (familiares, amigos, testigos). Redondeando podríamos afirmar que entre mujeres, niños y víctimas indirectas, cerca de 100 personas son asesinadas al año por hombres maltratadores. Unas 1.000 personas por década. Según las cifras anteriores, a medio año le corresponderían unas 40 mujeres asesinadas. Estamos, pues, dentro de la media: a 19 de junio, 38 mujeres asesinadas, según cifras reales, no oficiales.
Tal como he explicado, no existe un auténtico remonte en el número de asesinatos sexistas, pero sí remonta el machismo y la complicidad general con él. Se están dando diversas circunstancias que hacen cada vez más difícil salir del maltrato.
1. Se han difundido infamias sobre denuncias falsas de las mujeres, sobre que ellas maltratan igual que los hombres, y que con mucha frecuencia manipulan a los hijos para predisponerlos contra los padres. Da igual que se haya demostrado que todo eso es rotundamente falso, el mito ha calado en los juzgados y denunciar es cada vez más difícil:
La Fiscal Delegada de Sala contra la violencia de Género, Soledad Cazorla, dice que “cada año se detectan (en esta materia) menos de 20 denuncias falsas entre las 100.000 que se presentan”: 0,02 %. En delitos en general la estimación de denuncias falsas es un 4%, por lo tanto las denuncias falsas por violencia de género son muy inferiores en número a otros tipos de denuncias falsas.
Cuando las mujeres agreden a su pareja suele ser en defensa propia, no ha habido un control y abuso de poder previos continuados, y no se genera el mismo miedo en el hombre que la violencia de éste genera en la mujer.
Se supone que generalmente las madres manipulan a los menores contra los padres, generando el “Síndrome de Alienación Parental”. La Asociación Psiquiátrica Americana ha decidido no incluir el concepto de alienación parental en la edición actualizada de su catálogo de trastornos mentales, el manual DSM-5. El “SAP” no tiene base científica, es un concepto peligroso para niños y madres, y resulta útil a los hombres que tratan de desviar la atención de su comportamiento abusivo y conseguir custodias.
2. Muchos profesionales (de psicología, trabajo social, justicia), no quieren ver la violencia de género.
El abordaje feminista teórico para interpretar la dinámica general de la violencia doméstica utiliza frecuentemente el modelo Duluth de poder y control, (4) que coloca el origen del maltrato en un abuso de poder y control del hombre hacia la mujer y los hijos, causado por una ideología patriarcal, y no por una enfermedad mental del agresor o un conflicto entre iguales. El maltrato es visto como un comportamiento voluntario (elegido) por el padre, y se considera que es responsabilidad primaria de la persona más violenta. Cuando se aplica este modelo se suelen recomendar planes de parentalidad más seguros para los hijos y la madre; se entiende por interés superior del menor, en primer lugar su seguridad y bienestar, y en segundo lugar que pase tiempo con ambos progenitores, sometiéndose la segunda condición a la primera.
Pero algunas tendencias teóricas muy implantadas en ámbitos psicológico-jurídicos, aplican un modelo sistémico. La perspectiva sistémica, es más propensas que otras a referirse a la violencia doméstica como a un “conflicto” entre iguales, culpa más frecuentemente a la víctima en las evaluaciones, y suele creer que al acabar la relación acababa la violencia, no siendo probable que el maltratador agreda de nuevo a su ex pareja, y no existiendo ya peligro para los niños. Con frecuencia se responsabiliza a las víctimas del maltrato, se dice que repiten relaciones con maltratadores, que eligen seguir con ellos, que algunas se vuelven vengativas y provocan la perpetuación del maltrato. También hay muchos profesionales que describen el maltrato como una falta de control de los impulsos.
Bajo la perspectiva sistémica generalmente las denuncias de maltrato son minimizadas, ignoradas, o rechazadas, considerándolas como exageradas. Se le supone a las madres que durante el divorcio alegan violencia doméstica o maltrato infantil paterno, la intención de obtener una ventaja táctica en la disputa por la custodia. Se afirma que por encima de todo el niño necesita mantener el contacto con el padre, aunque haya maltratado a la madre (e incluso al mismo niño según algunos psicólogos). Se recomienda la custodia compartida como una panacea.
El análisis basado en el modelo de “poder y control”, se corresponde con el consenso de los expertos en violencia doméstica. La investigación internacional parece coincidir mucho más en este enfoque que en el sistémico, sin embargo el punto de vista sistémico, mucho más cercano al posicionamiento patriarcal, es el que parece prevalecer en los juzgados y en muchos colegios de psicólogos.
3. Los recortes, las tasas judiciales, el paro, se ceban en las mujeres maltratadas
El día que desapareció el Ministerio de Igualdad dando a entender a la opinión pública que era un ministerio prescindible, muchas mujeres temblamos presintiendo lo que podía venir. Ahora que han desaparecido recursos y servicios para mujeres maltratadas, que han disminuido los cursos de formación para profesionales, que apenas se pagan las subvenciones para las asociaciones que las atienden… sabemos que en la evolución de la sociedad siempre es posible un retroceso, que los avances en derechos humanos de la mujer apenas se apuntalaron y todavía pueden involucionar más. Estos cambios no se deben achacar a la crisis, hay una clara voluntad de “poner a la mujer en su sitio”. Los temas de mujer nunca son prioritarios y en épocas de crisis las mentalidades reaccionarias aprovechan la oportunidad para devolver inmediatamente a las mujeres al antiguo status quo.
Tradicionalmente, las mujeres se llevan la peor parte de la crisis económica, se perpetúa e incrementa su situación de precariedad en relación a los hombres: mayor tasa de paro, desigualdad salarial y de condiciones de trabajo. Aspectos como la conciliación, los permisos e incluso la representación paritaria en los órganos de gobierno de las empresas e instituciones quedan aparcados ante la absoluta prioridad de mantener los puestos de trabajo. Las mujeres cobran menos por el mismo trabajo, tienen trabajos temporales y poco valorados (limpieza, ventas al menor, cuidadoras, administrativas…) Todo ello comporta el riesgo evidente de una mayor dedicación de la mujer al hogar y, por tanto, de un mayor trabajo no remunerado.
Muchas mujeres maltratadas no se divorcian porque no pueden pagar los abogados y peritajes que supone una lucha por la custodia. Saben que los maltratadores se presentarán como padres solícitos, y ellas no podrán ni recurrir sentencias inadecuadas. En el primer trimestre de 2013 se ha observado una reducción del número de demandas presentadas tanto en separaciones como en divorcios respecto a igual periodo del año 2012
4. La tendencia legislativa es claramente reaccionaria. El anteproyecto de reforma del Código Penal pretende eliminar la expresión «violencia de género», tipificar amenazas y coacciones a la mujer como faltas leves, hacer que los delitos de violencia prescriban en un año, cambiar la posibilidad de cárcel en casos en los que hoy se da, por multa, y desproteger a los menores al dejar de considerar un agravante que el maltrato se produzca en su presencia. La reforma de la ley del aborto, por ejemplo, nos evidencia el carácter fundamentalista de la tendencia legislativa actual, y nos permite imaginar cómo pueden seguir las cosas en todo lo relativo a los derechos de la mujer.
5. En el año 2012, en España se concedieron el 61 por ciento de las órdenes de protección solicitadas por las víctimas. Es decir se denegaron dos de cada cinco. Es un porcentaje muy alto de denegaciones, aproximadamente un 40% de las veces las mujeres no fueron creídas en su vivencia de peligro ante el maltratador.
Pero en Cataluña además de que haya más solicitudes denegadas que aceptadas, se invierte la proporción siendo aproximadamente un 60% las denegadas, es decir tres de cada cinco.
Y en el extremo de desamparo para las mujeres maltratadas tenemos a Barcelona, donde el porcentaje de órdenes de protección denegadas es 66,9%. En el resto de provincias con más peticiones rechazadas que aceptadas (Asturias, Cantabria, León, Valladolid, Madrid y Gerona) poco más de la mitad de las solicitudes son denegadas.
En Barcelona aproximadamente son denegadas siete de cada diez solicitudes de protección por maltrato
No es extraño que las mujeres denuncien menos, porque su situación económica ha empeorado, son menos creídas, y pueden perder la custodia más fácilmente. Se está dando una peligrosa involución en igualdad y derechos de mujeres y niños, que puede necesitar generaciones para volver al nivel en que estaba. El mismo Estado se está convirtiendo en garante de las exigencias fundamentalistas patriarcales de la Iglesia Católica, la violencia de género institucional se está haciendo cómplice del maltratador.
Algunos pensarán que mi forma de analizar el problema es apasionada y tremendista, pero día tras día llegan a mi consulta casos terribles de violencia de género e incesto, que quedan atrapados en redes jurídicas y sociales favorecedoras de la figura paterna. Las víctimas de la violencia patriarcal sufren una victimización secundaria gravísima que agota toda su fe en la sociedad y las leyes. Por este motivo hablar sólo de las muertas me parece insuficiente.
Esta situación es inaguantable para mujeres y hombres igualitarios; no podemos legar a nuestros hijos e hijas un mundo así, no queremos volver a la pesadilla del pasado. Imaginemos que las mujeres hubieran matado a sus parejas e hijos a razón de 100 al año, durante décadas, ya se hubieran sacado los tanques a la calle contra ellas. ¿NO VA SIENDO HORA DE QUE SAQUEMOS NOSOTRAS LOS TANQUES A LA CALLE?
1 La Red Feminista es una plataforma de Organizaciones de Mujeres contra la Violencia de Género; surgió en un intento de reivindicar una Ley Integral contra esta que atajase la impunidad de las violencias que sufrimos las mujeres por el hecho de serlo.
2 El concepto de género, introducido en 1955 por John Money, distingue entre el sexo biológico y el rol social que se le atribuye. En la década de los 60 se difunde el uso de este término gracias a la teoría feminista.
3 Gerd Johnsson-Latham, Patriarchal violence – an attack on human security, Sweden 2005
4 ¿Qué es el Modelo Duluth? Desde principios de la década de 1980, Duluth, una pequeña comunidad en el norte de Minnesota, innovó la forma de responsabilizar a los maltratadores y proporcionar seguridad a las víctimas, desarrollando la erradicación de la violencia doméstica desde un punto de vista comunitario. El paradigma de este modelo está descrito en la conocida: “Duluth power and control Wheel” http://www.theduluthmodel.org/pdf/Poder-y-Control.pdf