miércoles 24 abril 2024

miércoles 24 abril 2024

Un guardia civil, un militar y una mujer

Manuel Buendia

OPINIÓN

Es urgente abordar el tratamiento de las masculinidades en los discursos que explican la realidad

Hace unas semanas leí un titular sobre la redada policial acaecida en España acerca del asesinato de un hincha de fútbol. Literalmente decía que de las decenas de personas detenidas se encontraba “un guardia civil, un militar y una mujer”.

¿Por qué a los hombres se les identifica por su oficio y a la mujer no? Es muy fácil. Prácticamente son todos hombres y resaltan aquellos oficios que sorprenden. En el caso de la mujer pera el periodista lo que choca es precisamente eso, que es mujer. ¿Por qué sólo se identifica en el caso de los hombres a aquellos con profesiones que ejercen violencia? Es fácil, son profesiones que se supone que son defensoras de la ciudadanía y por eso resulta imperdonable que ejerzan vandalismo.

Es un hecho que la mayoría de los miembros de estos grupos de violentos organizados alrededor del deporte son hombres. Los hombres como colectivo debemos de hacer autocrítica y trabajar la masculinidad y su relación con la violencia. Pero también es un hecho que el periodismo o los diferentes discursos sociales muchas veces reproducen estereotipos machistas sobre la propia masculinidad, sin la más mínima crítica y con los que muchos nos sentimos incómodos.

 

Perspectiva de género para la masculinidad

Hay una anécdota muy conocida sobre la segunda guerra mundial. En los meses previos al conflicto armado se respiraba una intolerancia social y estructural hacia cualquier minoría o mayoría que no fuera la dominante. Una persona le comentó a otra que iban a detener y quizá asesinar a judíos, gitanos, panaderos y minusválidos. La persona que escuchaba quiso saber por qué también a los panaderos. Su visión del mundo, totalmente imbuida por el nazismo, le hacía pensar que el resto de discriminaciones o asesinatos no eran cuestionables. Del mismo modo actúa el machismo generalizado que es estructural, naturalizado y por tanto permanece oculto a aquellos que no se lo han cuestionado. Es la visión del mundo androcéntrica, donde lo masculino hegemónico es la vara de medir y los machismos cotidianos no se ven como una discriminación.

La perspectiva de género es una alternativa, una mirada feminista que analiza críticamente a la sociedad en general y a los discursos sociales y lo hace en pro de la igualdad. Frente a la naturalización del androcentrismo, se propone que el habitual sea cuestionarse la desigualdad de género. Se trata pues de ver como afectan de forma diferente a hombres y mujeres las diferentes políticas públicas o situaciones sociales: el reparto de tareas domésticas y curas a familiares; las políticas de igualdad en la empresa, municipio, comunidad autónoma o gobierno nacional; las diferencias salariales; o a qué de los dos géneros afectan más los recortes en la ley de la dependencia, etc. A la discriminación de género se pueden sumar otras que también hay que tener en cuenta: la pertinencia a otros colectivos estigmatizados socialmente bien por su discapacidad, bien por su orientación sexual, be por su origen, etc.

En este sentido, es urgente incluir la perspectiva de género en los medios y a los discursos sociales y políticos y añadirle el enfoque de las masculinidades. Y tenemos que ser los hombres (por la igualdad) quienes tomemos las riendas de un discurso por una masculinidad igualitaria, plural e inclusiva que supere las limitaciones que nos impone el machismo. Y tenemos que plantearnos como conseguir, sin que sea un reto fácil, que esto cale en todos los hombres, así como el feminismo ha conseguido que la igualdad sea un discurso de las mujeres -y de algunos hombres-. En el caso de los hombres, hay muchos pocos referentes, todo se construye prácticamente desde cero y, a veces, genera rechazo e incomprensión. Muchos no nos sentimos cómodas con la identidad que para los hombres ha diseñado el sistema patriarcal. Y sabemos que este malestar es más generalizado de lo que parece y, por eso, queremos conseguir que se puedan preguntar sin presión social qué tipo de hombre quieren ser. Y que puedan elegir libremente.

Para un cambio social verdadero en pro de la igualdad es necesario abordar las masculinidades tóxicas y su representación en el discurso, especialmente en medios aunque no sólo. Así como abordarlas en el ámbito de cotidianidad con servicios de atención a aquellos hombres que se cuestionan pero que se sienten desorientados.

Mientras no deconstruyamos estas masculinidades tóxicas y machistas, la inercia llevará a los jóvenes a reproducirlas e incluso a reforzarlas en la búsqueda de una identidad propia que les dé seguridad en una época tan inestable como la que nos ha tocado vivir.

 

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Tona Gusi

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Fundadora i Co-coordinadora de La Independent. També és psicòloga menció en Psicologia d'Intervenció Clínica i menció en Psicologia del Treball i les Organitzacions.
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