Paqui Perona, mediadora y activista gitana por los derechos de su pueblo, es la presidenta de la Asociación Voces Gitanas.
Se trata de una entidad que lucha contra la estereotipada representación de las mujeres gitanas y su comunidad.
¿Cómo surge la Asociación Voces gitanas y qué objetivos tiene?
A raíz de un grupo de mujeres técnicas y mediadoras, no todas gitanas, que trabajábamos en diferentes barrios y empezamos a debatir sobre qué necesidades teníamos los y las gitanas. Veíamos claro que teníamos que fomentar la relación con nuestro pueblo y, en concreto, con las mujeres. Y a partir de ahí nació un proyecto de radio online que se llamó Voces gitanas. Creamos una radio en diferentes barrios y empezamos a trabajar con la idea de crear redes de mujeres y a la vez trabajar las diferentes identidades gitanas, las diferentes costumbres y tradiciones diversas que existen y también para que las niñas gitanas pudieran empezar a participar en otros espacios no gitanos. Empezamos en el barrio de La Mina, en el Gornal, en un barrio de Sabadell y en Gracia. Y la verdad, fue todo un éxito, ya que las niñas gitanas empezaron a interrelacionarse, a colaborar en diferentes jornadas feministas gitanas, conocieron a diferentes activistas y trascendieron más allá de sus barrios. El proyecto duró un tiempo hasta que, por falta de recursos, tuvimos que abandonarlo. Y en el 2010 pensamos que había llegado el momento de crear una asociación y le pusimos el mismo nombre que el proyecto de radio, “Voces gitanas”.
El objetivo fundamental es trabajar proyectos pensados desde la necesidad de las propias gitanas, ya que hasta entonces casi todos los proyectos que se realizaban eran impuestos desde fuera. Otro de los objetivos era empezar a trabajar desde una perspectiva interseccional para combatir los enfoques de asimilación. Los proyectos en los que todas estábamos trabajando tenían que ver con la educación, el empleo, el acceso a la vivienda y otros temas, también muy necesarios, pero pensados desde un posicionamiento neoliberal, donde convierten a los y las gitanas en mano de obra, siempre relegadas como último eslabón de la sociedad. Y ante el fracaso de esas políticas seguíamos segregadas del mercado de trabajo, de la educación… De ahí la importancia de crear proyectos que tengan en cuenta la identidad gitana y que incidan en el empoderamiento cultural cosa que no se hacía entonces.
Voces gitanas se define como una organización feminista.
Sí, somos gitanas de base y nuestro feminismo surge desde los barrios donde trabajamos como mediadoras. Reflexionamos mucho al respecto y nos negábamos a que fuera un feminismo impuesto, ni hegemónico ni repensado por personas que no estuvieran donde estamos el 90% de las mujeres gitanas, o sea en espacios y barrios segregados. Lo importante era hacer proyectos de empoderamiento, y crear debate y análisis, desde nosotras mismas, para empezar a pensar como es el feminismo que queremos y desde qué perspectiva. También teníamos claro que nuestro feminismo no podía estar separado del resto del pueblo gitano. Y si somos una cultura que tiene una mirada y trabaja desde una visión comunitaria y familiar era incompatible luchar, como lo había hecho el feminismo hegemónico blanco, desde el empoderamiento único y exclusivo de la mujer. Reconocimos que no nos queríamos emancipar ni de nuestras familias ni de nuestra comunidad. Que queremos avanzar y conseguir la igualdad con nuestro propio pueblo y eso incluye también a los hombres. Si perteneces a una minoría donde solo evoluciona y avanza una parte, la otra queda atrás como desgarrada. Y no queremos quebrantar o romper una cultura que llevamos transmitiendo, conservando y evolucionando durante mil años.
Por tanto, somos una asociación que trabaja desde una perspectiva de género para conseguir la igualdad de las mujeres, pero a la misma vez, también luchamos contra la discriminación que atraviesa a toda la población gitana.
Trabajar por conseguir la igualdad y la no discriminación entre géneros en la comunidad gitana, ¿es difícil? ¿Qué resistencias encuentran?
No es más difícil, simplemente, hay que trabajar de forma diferente y específica a las necesidades que tiene nuestra cultura. Tenemos más dificultades y resistencias a la hora de empezar a trabajar en diferentes ámbitos como puede ser el de las violencias institucionales que sufrimos las mujeres gitanas y que venimos sufriendo desde que llegamos aquí, hace 600 años, y que ya están súper naturalizadas. Son dinámicas que han generado las discriminaciones que sufre el pueblo gitano, y donde las mujeres estamos más discriminadas y estigmatizadas que los hombres gitanos.
Trabajamos con las mujeres pero también con los jóvenes ya que hay que incidir en ellos y lo hacemos en proyectos que están enfocados en la recuperación de nuestra historia, pero analizada desde nuestra visión y desde nuestras realidades. Hay que tener en cuenta que la historia está llena de estereotipos y creencias negativas que han repercutido en nuestra forma de reconocernos. Por eso hay que desmontar para volver a montar una historia creada y construida desde la comunidad.
Han de superar la doble discriminación que tienen por ser mujeres y gitanas, ¿cómo combaten el racismo y el sexismo?
Ponemos en valor la independencia de las mujeres gitanas. Por ejemplo, cuando llegamos a España las mujeres tenían una economía propia, siempre han sabido ganarse la vida, y eran mucho más libres que las payas. Es curioso como a lo largo de los siglos nos han marginado y discriminado. Y como, hoy en día, nos han metido en guetos y en barrios apartados urbanísticamente con barreras arquitectónicas y muchas otras deficiencias sociales. Han mutilado las formas de ganarnos la vida, y la sociedad nos dice que si no hemos conseguido la igualdad es por culpa de unos hombres muy machistas, ya que pertenecemos a una cultura muy machista, y ese es el estigma que tenemos. Pero claro, nuestra cultura está reeducada dentro de la cultura patriarcal occidental. Y no es una cultura más machista que la paya, todo lo contrario. Lo que ha habido es un proceso de machaque continuo.
El término Porrajmos o Samudaripén hace mención al holocausto del pueblo gitano, sin duda poco conocido y que ha quedado ensombrecido por la Shoa o genocidio judío. Han realizado un documental sobre el tema recuperando parte de la memoria histórica de su pueblo. ¿Qué les llevó a realizarlo y por qué es tan poco conocido, incluso, entre el pueblo gitano?
Personalmente prefiero utilizar el término Samudaripén para referirme al holocausto del pueblo gitano. Efectivamente, ha sido un genocidio invisibilizado durante décadas y esto te da pistas de cómo nos han deshumanizado a los gitanos en Europa, y como siguen deshumanizándonos. Cuando hay una injusticia hacia otro colectivo o minoría se denuncia y aparece en todos los medios de comunicación. Cuando, por ejemplo, un afroamericano muere injustamente a manos de un policía blanco en los EEUU las manifestaciones llegan a Barcelona y a Catalunya. Y sin embargo, a un gitano lo matan durante el confinamiento, yendo con su hijo por el campo y por coger dos puñaditos de habas que están junto a la carretera, llega el dueño y le dispara sin mediar palabra. Y España, y Cataluña, callan. Los únicos que hemos salido a manifestarnos hemos sido los gitanos en soledad.
Hoy en día estamos sufriendo mucha discriminación, violencia y racismo. En muchos lugares los están matando y absolutamente nadie mueve un dedo. ¿Por qué? Pues porque los gitanos seguimos deshumanizados. No es casualidad que el genocidio nazi hacia el pueblo gitano haya sido invisibilizado. Hemos tenido que ser los propios gitanos activistas los que lo hemos reivindicado. Y fueron asesinados mucho más de medio millón de personas como se dice. También cabría preguntarse qué pasó en la guerra civil española y en el franquismo. O como aquí también hubo un intento de genocidio en el 1700 y se ha invisibilizado totalmente. Hasta la llegada de la democracia no desaparecieron 3 artículos específicos sobre los gitanos, o las políticas antigitanas de peligrosidad que existieron hasta los noventa. Te paras a pensar y sabes que todo esto no es casualidad. Y por eso pensamos que teníamos que hacer un documental. Cada año hay un viaje de gitanos a Auschwitz para sensibilizar a la juventud de que esto puede volver a suceder de nuevo. Y el genocidio no fue producto de la locura de alguien, sino que se fue retroalimentando durante siglos, y pensamos que la mejor forma de combatir al fascismo, que está creciendo tanto en Europa y en nuestro país, era llevar a grupos de jóvenes a esos espacios para que vieran cuáles son las consecuencias del racismo. Y hoy en día, creo que ha habido un gran trabajo desde el activismo gitano para que se conozca.
De todos los proyectos realizados hasta ahora, ¿de cuál se siente más satisfecha?
Hicimos una obra de teatro dirigida por Marta Galán, y con la participación de 25 chicos y chicas de La Mina, donde también participaron sus familias. Empezamos a hacer sesiones grupales en las que los chicos conocieran su historia y que fuesen ellos quienes crearan esas dinámicas con ayuda de la directora. Así empezaron a crear una narrativa y de esa historia salió la obra de teatro “Akana” que se estrenó en el Festival Grec, en el 2018. Y la verdad, es que fue todo un éxito. Una experiencia sumamente importante para los y las chicas y sus familias. Ahora están todas empoderadas, con un conocimiento sobre la historia y con unas reflexiones muy importantes. Y también con un análisis de género ya que las niñas conocieron y recuperaron hábitos que tenían sus abuelas y sus madres, de autodefensa gitana como mujeres, cuando iban por los caminos. Fue un trabajo precioso y del que más orgullosa me siento y, sin duda, el que más impacto ha tenido en los barrios de Barcelona.