Escrit per *Arwa Mahdawi– Periodista. Sin permiso
Como sabe cualquiera que haya practicado el juego alguna vez, las piezas de ajedrez son engañosamente pesadas. Se requiere una enorme fuerza manual y capacidad pulmonar para mover hasta un diminuto peón por el tablero. ¿Mover una torre o una reina? Eso puede agotar los delicados dedos de una dama durante semanas. Y no hablemos ya de la inteligencia espacial y la agudeza mental que requiere el ajedrez. Solamente pensar en el juego hace que me duela mi pobre cerebrito de mujer.
Evidentemente, todo esto no son más que tonterías. Y, sin embargo, los hombres llevan mucho tiempo insistiendo en la idea de que, de algún modo, son innatamente mejores que las mujeres en materia de ajedrez.
“[Las mujeres] juegan fatal al ajedrez”, es lo que Bobby Fischer proclamó en 1963. “Supongo que sencillamente no son tan inteligentes…Creo que no deberían meterse en cosas intelectuales, deberían ceñirse estrictamente al hogar”.
En fecha tan reciente como 2015, Nigel Short, entonces vicepresidente de la Federación Mundial de Ajedrez (FIDE), afirmaba que “los hombres están predestinados a ser mejores ajedrecistas que las mujeres”, y añadía: “Hay que aceptarlo graciosamente”. El gran maestro inglés continuaba explicando que estaba claro que los cerebros de hombres y mujeres son diferentes, pues él ayuda a su mujer a sacar el coche del garaje y ella tiene más inteligencia emocional que él.
La FIDE parece seguir creyendo que las mujeres cis nacen carentes de algún tipo de gen ajedrecístico. Si no, ¿cómo se explica su reciente decisión de que las mujeres transexuales no puedan competir en sus competiciones oficiales para mujeres hasta que sus responsables lleven a cabo una revisión de la situación, algo que puede llevar hasta dos años? Ciertamente, la FIDE no ha dejado claro de qué tipo de ventaja innata cree que pueden gozar las mujeres trans.
Por supuesto, ya se han registrado varias defensas de la decisión de la FIDE. Pero en lugar de basarse en pruebas sólidas, parecen haberse construido a partir de suposiciones sexistas y datos científicos poco fiables. Debbie Hayton, una mujer trans que escribe con frecuencia para medios conservadores, escribió en UnHerd: “Es posible que la evolución haya dejado a los hombres con una ventaja innata en el ajedrez”. Hayton respaldó esa afirmación con una cita de una bióloga de Harvard acerca de que los hombres gozan de una gran ventaja sobre las mujeres en capacidad espacial. Pero eso no es del todo cierto. Si bien ciertamente se pueden seleccionar a conveniencia muchos estudios que demuestren que es superior la capacidad espacial de los hombres, también hay muchos estudios recientes que lo refutan. Un estudio publicado en 2020 en Nature Scientific Reports, por ejemplo, no encontró diferencias entre las capacidades espaciales de hombres y mujeres. Muchas investigaciones sugieren que las diferencias encontradas anteriormente pueden deberse a la metodología empleada en las pruebas.
Cierto es, por supuesto, que los hombres dominan los escalones más altos del ajedrez. Pero, ¿por qué pensamos que es así? ¿De verdad creemos que es porque los hombres son más inteligentes? ¿Creemos que es porque los cerebros de hombres y mujeres están programados de forma diferente? ¿O creemos que se debe a que el sexismo estructural impide que muchas chicas se dediquen al ajedrez? Las suposiciones sexistas se filtran en nosotros desde muy temprana edad: un inquietante estudio de 2017 descubrió que las niñas de tan solo seis años creen que la brillantez es un rasgo masculino. Este condicionamiento social afecta a todo, desde la elección de carrera hasta las aficiones.
Olvidémonos por un momento de las mujeres trans, ¿debería haber categorías separadas para mujeres y hombres en el ajedrez? Eso resulta un poco complicado. Dado que el número de mujeres que se dedican al ajedrez es mucho menor que el de hombres, hay razones de peso para mantener por el momento categorías separadas para hombres y mujeres. Pero la idea de que las mujeres no ganarían nunca si las categorías fueran mixtas es errónea. A Nigel Short lo derrotó una mujer: Judit Polgar, que llegó a ser número 8 del mundo y tiene un historial de victorias en sus enfrentamientos con él.
Quizá hombres como Short estén tan interesados en la separación de sexos porque les preocupa su propio rendimiento. Fijémonos, por ejemplo, en el tiro con carabina de aire comprimido, un deporte en el que hombres y mujeres están igualados. “El tiro no siempre ha estado dividido por sexos”, explicaba en ESPN Heinz Reinkemeier, entrenador de tiro con carabina de aire comprimido, en un artículo de 2021. “En los Juegos Olímpicos de 1976, la norteamericana Margaret Murdock ganó la medalla de plata en la prueba de tiro libre…Después de aquello, los hombres decidieron dividir el tiro en masculino y femenino porque no les gustaba que les adelantaran las chicas”.
Una vez más, creo que resulta delicada la cuestión de si hombres y mujeres deben jugar en categorías separadas en el ajedrez de alto nivel. Sin embargo, no veo ningún motivo para impedir que las mujeres trans compitan en la categoría femenina. En última instancia, el ajedrez femenino no se beneficia de las definiciones de “mujer”. No sirve de ayuda excluir a las mujeres trans; lo que ayuda es animar a más mujeres a que entren en el ajedrez y desmantelen los estereotipos de género. Si tu argumento para excluir a las mujeres trans es que las mujeres tienen un cerebro inferior al de los hombres, entonces lo que no eres es feminista: eres un peón del patriarcado.
*Arwa Mahdawi Periodista y publicitaria británica de origen palestino radicada en Nueva York, estudió en la Universidad de Oxford y en la Facultad de Derecho de la Universidad BPP. Es columnista del diario londinense The Guardian.
Fuente:
The Guardian, 19 de agosto de 2023
Traducción: Lucas Antón
