Dentro de la programación del Homenaje de XX aniversario de la muerte de Maria Aurèlia Capmany, alumnas y profesores del Instituto del Teatro de Barcelona han editado un documental bajo la dirección de Xavier Manich, producido por Teresa Enrich.
Lunes el auditorio del Instituto era completamente lleno de público muy diverso haciendo un contraste interesante; desde jóvenes alumnos que conocen poco o nada la obra de la escritora a gente de instituciones y entidades culturales, amigos, amigas y estudiosos de su obra.
El documental alterna opiniones de personalidades del ámbito de la cultura de la política y otras personas conocidas sobre la vida y la obra de Maria Aurèlia, con representaciones, recreaciones y lecturas de algunas de sus obras literarias junto con recortes documentales donde ella se expresa en momentos de nuestra historia reciente.
A la presentación, hubieron diferentes intervenciones haciendo alusión a la riqueza de su obra. Jordi Font dijo que se trataba de una obra inabarcable, con un horizonte inmenso, donde siempre te acaban sorprendiendo facetas nuevas de su personalidad de su creatividad polifacética, no tanto sólo de escritora y pedagoga sino, también, como activista cultural.
A lo largo del documental, con las aportaciones de las diferentes personas que intervienen, desde Benet y Jornet hasta Pilar Aymerich poniendo por el caso, se adivina que la obra de Capmany es poco y mal conocida, por otro lado desde el punto de vista de orden de aparición, es difícil de entender, en parte por la censura de los años de dictadura y me parte por su propia dispersión. Dispersión que està relacionada con la esencia y el talante de la autora.
Pasqual Maragall, afirma que se trata de una mujer potente, un modelo diferente de mujer que fue un referente valiosísimo por la generación de hombres y mujeres de los años 70. Cruz que hizo un papel fundamental en la segunda oleada feminista. Se trataba de una feminista rebelde. Real ejemplo de aquello que no tenían que ser las buenas chicas de la época.
Su magisterio era abierto, a pie de calle, en tertulias caseras con gente insurgente donde se hacían conocimientos esenciales para gestar proyectos de todo tipo. Proyectos que por otro lado son plenamente vigentes y cuando menos pueden servir de referente para analizar situaciones reales de nuestro día a día.
Hay que releer la obra de Capmany para aprender, para sorprendernos y, sobre todo para defendernos de la desoiría que todo lo abruma.