Lupita ramos
El mundo se ha comprometido a garantizar 17 objetivos del desarrollo hasta el año 2030. La desigualdad sustantiva que viven las mujeres en el mundo debe interpelarnos a todas y todos.
Recientemente, Laura Lopresti quien es enlace de CLACSO en Barcelona y parte de la organización feminista catalana Dones Juristes y Pablo Gentili, quien es secretario ejecutivo de CLACSO y profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, publicaron un artículo en el que señalan las 100 razones por las que el 8 de marzo, millones de mujeres en todo el mundo fueron a la huelga.
Señalaron que la movilización ha interpelado de manera directa a los gobiernos y a los organismos internacionales, a las empresas y a las organizaciones gubernamentales, a las policías y a los ejércitos, a los partidos políticos y a los sindicatos, al mundo del deporte y a la industria del espectáculo, a los medios de comunicación y a las empresas que los administran, a las iglesias y a los profesionales de la fe, a las escuelas, a las universidades y al sistema científico. Señalan que la huelga nos ha exigido que abandonemos la hipocresía de sostener discursos o acciones favorables a la igualdad, pero que nunca se cumplen o que se encarnan de forma inocua en sociedades patriarcales, machistas y racistas.
La huelga nos exige que ampliemos y mejoremos nuestras leyes y que hagamos de nuestras democracias una plataforma efectiva para construir y garantizar derechos. Algunas de las 100 razones que Laura y Pablo señalaron para que el 8 de marzo mujeres de más de 50 países exigieran justicia, igualdad, reconocimiento y derechos, los compartiré en tres entregas. Estas razones son:
Porque el mundo se ha comprometido a garantizar 17 objetivos del desarrollo hasta el año 2030. Y porque todos estos objetivos están atravesados por el desafío de construir condiciones efectivas de igualdad de género. Sin embargo, esta dimensión, así como el propio Objetivo 5 (“lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas”) no avanzan o lo hacen de forma muy lenta, siendo los que se encuentran más lejos de ser alcanzados. Porque todos los días miles de mujeres son violadas, torturadas, asesinadas, mutiladas o quemadas por sus parejas, sus ex parejas y familiares o por desconocidos. Porque a las mujeres, cuando las matan, las matan sus maridos o compañeros.
En Estados Unidos, el 93% de las mujeres asesinadas murieron en manos de una persona cercana o con la que convivía. 64% de las norteamericanas asesinadas, murieron en manos de sus propias parejas. Porque gran parte de las mujeres asesinadas no son víctimas de ningún robo, delito ni víctimas de una violación. Gran parte de las mujeres que son asesinadas, lo son sin otro motivo que el desprecio por su vida, su libertad y su dignidad. Las matan porque son mujeres. Porque la violencia de género la sufren con mayor intensidad las mujeres más pobres. Porque de los 25 países más peligrosos del planeta para las mujeres, 14 son latinoamericanos. Por día, son asesinadas al menos 12 mujeres en América Latina y de esas 12, 8 son mexicanas. Porque, en el mundo, 21 millones de personas han sido víctimas de trata. De ellas, más del 70% son mujeres y niñas. En una década, en México, fueron asesinadas 23.800 mujeres. Y casi todos estos crímenes han permanecido impunes.
La desigualdad sustantiva que viven las mujeres en el mundo debe interpelarnos a todas y todos. La violencia y discriminación sistemática deben ser erradicadas si queremos vivir en un mundo igualitario en donde quepamos todas y todos.