OPINIÓN
Aunque no lo parezca el feminismo no ha matado a nadie en sus casi tres siglos de existencia, o más.
Mary Astell (1666-1731) ya dijo aquello de:” Si todos los hombres nacen libres, ¿Cómo es que todas las mujeres nacen esclavas?”. Como vemos, han pasado años, bastantes.
Después han seguido llegando las diferentes olas feministas y, salvo alguna de las propias activistas por el voto en Gran Bretaña en la época de las sufragistas, como fue el terrible caso de Emily Wilding Davison que fue arrollada por el caballo del rey Jorge V en el Derby de Epsom el 4 de junio de 1913 y falleció a causa de este suceso cuatro días después, ninguna feminista ha asesinado a ningún hombre por ser machista o sano hijo del patriarcado.
Hecho este pequeño apunte histórico, quiero referirme a los horrorosos hechos acaecidos el pasado dos de octubre en el Colegio Mayor Elías Ahuja de Madrid con sus gritos profundamente machistas y misóginos contra sus compañeras del Colegio Mayor Santa Mónica.
Los estudiantes del colegio masculino Elías Ahuja se comportaron como buenos hijos del patriarcado, excusando tanto ellos como las estudiantes del colegio femenino Santa Mónica, esos gritos violentos y machistas, como parte de las tradiciones de los dos colegios mayores.
Me he permitido el lujo de mirar los precios de las habitaciones de ambos colegios mayores y solo aparecen en el masculino. Y el precio con IVA de una habitación ronda los dos mil euros mensuales, exactamente mil novecientos noventa euros. Un precio que obviamente solo pueden pagar una élite económica que, a su vez forma parte de un grupo social favorecido económicamente bien por estirpe o bien por negocios que no siempre pueden ser tachados de lícitos.
En cualquier caso, esa élite, tanto los estudiantes como las estudiantes, forman parte de un grupo social que goza de unos privilegios que no todo el mundo pude tener. Y, por tanto, los van a defender. Y dentro de esos privilegios están esas “tradiciones” profundamente machistas y misóginas por parte de ambos sexos.
Si, porque si los estudiantes gritaron obscenidades contra las estudiantes, estas, también de clase acomodada, cuando vieron el revuelo mediático que se armó no dudaron en sacar un comunicado, “aceptando” las disculpas que se vieron obligados a pedir los estudiantes, pero, al tiempo justificando las agresiones verbales dentro de las “tradiciones” de ambos colegios mayores.
Y volvemos a las tradiciones, como si estas no pudieran evolucionar con los tiempos e incorporar nuevos modelos sociales de respeto e igualdad entre los sexos sin buscar la ofensa verbal i las amenazas de violaciones vertidas a voz en grito.
Al final vemos que, por muchas disculpas que se pidan y que sean aceptadas, esta gente de élites vive en sus mundos en los que la evolución hacia modelos más igualitarios y menos asimétricos son algo que, al parecer no les atañe y que, por tanto, no va con ellos ni ellas.
El feminismo y por tanto sus valores reivindicativos de una sociedad igualitaria entre mujeres y hombres es algo que, al parecer no les atañe. Y, si ellos gritaron obscenidades, ellas pidieron “discreción y respeto a los medios de comunicación” en su comunicado.
Un comunicado que ya dudo si fue a iniciativa de las estudiantes o imposición de las empresas que gestionan dichos colegios mayores para zanjar la polémica. Porque no podemos olvidar que estos colegios mayores son un gran negocio para esas empresas que alientan los privilegios, aunque de “cara a la galería” condenen lo ocurrido y lo zanjen expulsando a un solo alumno y no a toda la manada que salió a las ventanas gritando.
Como vemos, la tradición feminista sigue sin calar en estas élites. Como vemos para ellos, las mujeres seguimos siendo putas a quien follar cuando les dé la gana y nos gritan que salgamos de nuestras madrigueras tratándonos como conejas.
Pero también como hemos visto y muy a mi pesar, el feminismo tampoco ha calado entre las estudiantes que exculpan con “la tradición” a sus compañeros, en lugar de tomar medidas legales por los insultos vertidos contra ellas y de plantarles cara de forma contundente, como mujeres con plenos derechos que son y con un largo futuro por delante, los exculpan.
Ellos, de nuevo, han impuesto su código machista y violento y ellas, de nuevo los han vuelto a justificar desde la subordinación que les impone el patriarcado tradicional.
Como seguimos viendo, un claro ejemplo de la salud de la que goza el patriarcado, siempre opresor y cambiante, para mantener su estatus y sus privilegios.
Pero que nadie se olvide de que las feministas y el feminismo seguimos con tanta o mayor vitalidad que el patriarcado y que seguiremos denunciando en todas partes actitudes como estas que no dejan de formar parte de las violencias machistas que se ejercen de tantas y tantas maneras contra las mujeres.
Por algo formamos parte de la mayor revolución silenciosa, porque poco a poco y sin violencias ni muertes, vamos avanzando en derechos para todas las mujeres, incluso para las que colaboran con el patriarcado.
Siempre adelante, unidas, sóricas. Siempre feministas!!!