Hoy, 22 de Febrero, es el día que el Parlamento Europeo ha pedido a las instituciones europeas que lo reconozcan como el Día Europeo por la Igualdad Salarial.
Según el Informe 2010 de la ONU sobre los Objetivos del Milenio, la cantidad de mujeres que tienen un trabajo remunerado fuera de la agricultura ha aumentado lentamente hasta alcanzar un 41% en el año 2008. Sin embargo, en Asia Meridional y Occidental o África del Norte este porcentaje es de sólo un 20%. Por otro lado, en el 2009, el 65% de los trabajos de las mujeres eran considerados vulnerables.
En el mercado de trabajo las mujeres estamos discriminadas en el acceso, la promoción, la permanencia y el salario. La tasa de inactividad y de paro en las mujeres es mayor que la de los hombres y además trabajamos, mayoritariamente, en actividades económicas informales. Trabajo precario, sin seguridad, estabilidad, beneficios, sin posibilidad de cualificación profesional ni promoción.
La actual crisis ha afectado más a las mujeres. Según la Organización Mundial del Trabajo, se estima que la crisis acabará con 18,7 millones de mujeres desempleadas más, empujando a muchas de ellas al trabajo informal e inseguro. En muchos casos, el único salario que se está percibiendo en los hogares es el de las mujeres, que tienen que aguantar unas condiciones laborales precarias y, además, están expuestas a toda arbitrariedad por parte de la empresa contratante.
Según los datos de la encuesta de estructura salarial 2007 del INE, publicada en Septiembre de 2009, las mujeres en el Estado español cobran —como media— un 25,6% menos de salario que los hombres. Según el informe, el 20,2% de las mujeres tenían ingresos menores o iguales al salario mínimo interprofesional (SMI), mientras que sólo el 7% de los hombres estaba en esta situación. Además, el 16,7% de los hombres tenía unos ingresos cuatro veces superiores al SMI, frente al 7,4% de las mujeres. Estas diferencias se deben a la mayor precariedad laboral que padecemos las mujeres, con más temporalidad y empleo a tiempo parcial.
El pasado año en el territorio del Estado español, los hombres recibieron entre un 27 y un 35% más de salario que las mujeres. Esta brecha salarial es superior a la del resto de Europa, donde el salario de las mujeres —como media— es un 17,8% menor que el de los hombres. En las economías más avanzadas de Europa, como la escandinava, las mayores diferencias salariales se producen en los trabajos de alta cualificación. No así en el Estado español y otros países del mediterráneo, donde estas diferencias salariales se dan en todos los niveles de cualificación. Estos datos nos deben hacer reflexionar sobre los motivos y razones por las que no se consiguen superar estas discriminaciones.
Es una mujer joven y licenciada universitaria, y trabaja como corredora de bolsa en un pequeño banco de Finlandia ¿Sabía que las diferencias de retribución entre hombres y mujeres existentes en su entorno laboral alcanzan un 26 % por término medio?
Es un hombre y trabaja como empleado de ambulancias en una organización de 35 empleados en Italia y está llegando al final de su carrera profesional. ¿Sabía que sus ingresos son por término medio un 43% más altos que los de las trabajadoras con una capacitación similar?
Según un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya, en las profesiones TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) los hombres ganan 349 euros más que las mujeres. En otros sectores esta diferencia es de 322 euros. El estudio demuestra que las mujeres que trabajan en TIC son las que tienen mejores condiciones laborales respecto al resto de sectores, pero siguen estando peor remuneradas que los hombres en el mismo sector. Además, las mujeres suelen tener un trabajo relacionado con la labor administrativa.
Factores y consecuencias de la discriminación salarial
La discriminación salarial viene determinada por múltiples factores sociales, económicos o legales. Se asienta sobre la división sexual del trabajo, el modelo de hombre sustentador y mujer cuidadora. Y esto sucede a pesar de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, ya que el rol de encargada del trabajo doméstico, del cuidado, sigue siendo en exclusiva problema de ella, que tiene que compaginar y conciliar como mejor pueda ambos trabajos, el asalariado y el no remunerado.
A pesar del incremento de mujeres en el mercado de trabajo y de que están mejor preparadas que los hombres, las mujeres se incorporan en desigualdad de condiciones y arrastran estas diferencias a lo largo de toda su vida laboral. La discriminación salarial tiene un impacto negativo en los ingresos de toda su vida. Salario más bajo, prestación por desempleo más baja, pensiones más bajas que las de los hombres. Un 70,63% de las mujeres perciben pensiones no contributivas mínimas (menos de 15 años cotizados), lo que comporta que una de cada cuatro mujeres mayores de 65 años viva en el límite de la pobreza.
La desigualdad en el acceso a los recursos —además de incidir de forma negativa en la salud de las mujeres por la carga de trabajo y responsabilidades, el cuidado de las personas— se les niega el acceso a la educación y formación, a la vida social y pública y, por supuesto, a poder promocionar y mejorar su posición en el mercado de trabajo. Los puestos mejor remunerados, los de mayor responsabilidad o de decisión, siguen siendo de los hombres.
Según la ONU, a nivel mundial sólo uno de cada cuatro puestos de dirección está desempeñado por mujeres. Y estos datos son del promedio entre los países más desarrollados y aquellos donde las discriminaciones son más graves. Las mujeres representan tan sólo el 32% en las gerencias de empresas ubicadas dentro de la UE y sólo un 10% son miembras del consejo de administración de las mayores empresas. Las mujeres representan un 29% en la ingeniería y la ciencia en toda Europa.
Podemos decir que la discriminación salarial directa, donde las mujeres cobran menos por realizar el mismo trabajo, es menor que la indirecta puesto que la legislación, tanto a nivel europeo como del estado, ha sido efectiva. Sin embargo, siendo de igual valor, el trabajo de las mujeres está infravalorado, las competencias de las mujeres no se valoran de igual forma.
A igual capacidad, mérito o experiencia, los trabajos que se realizan por las mujeres se pagan peor. Un ejemplo claro lo tenemos en los hornos-panaderías, donde a las mujeres —aún teniendo la preparación para ser horneras— se les contrata para dependientas, cobrando menos que los horneros (hombres).
La segregación del mercado laboral es otra de las causas de discriminación salarial. Por un lado, las mujeres y los hombres suelen predominar en diferentes sectores. Por otro lado, dentro del mismo sector o empresa, las mujeres predominan en ocupaciones menos valoradas y peor pagadas.
Más del 40% de las mujeres trabaja en sanidad, educación y administración pública, el doble del porcentaje de hombres que trabajan en estos sectores. Si consideramos únicamente los sectores de salud y trabajo social, un 80% de los que trabajan allí son mujeres. Los sectores más feminizados son los peor remunerados.
Las mujeres, a menudo y a pesar de su cualificación, son contratadas para los trabajos domésticos, de cuidados, dependientas… los peor remunerados.
La elección de estudios
Uno de los factores que nos ayudan a entender la segregación laboral es la elección de estudios. Las chicas sacan mejores notas, son más estudiosas, pero se decantan por profesiones a las que llamamos feminizadas.
Orientación académica y profesional sin sexismo Junta de Castilla-León
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Influencias internas |
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CHICAS |
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CHICOS |
Madurez vocacional |
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Interés por profesión> estatus profesional
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Interés económico> interés vocacional |
Expectativas personales |
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Mundo afectivo> mundo professional
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Mundo profesional> mundo afectivo |
Elección profesional |
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Menos diversificación |
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Menor transgresión a profesiones femeninas
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Uso del tiempo individual |
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Compatibilizar tiempo estudio / trabajo doméstico |
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Compatibilizar tiempo estudio / tiempo libre |
- Las mujeres representan el 59% de las titulaciones universitarias en España, pero el 24% en informática y telecomunicaciones y en los últimos diez años ha bajado más su presencia en estos estudios.
- La medicina, biología y biotecnología son ámbitos donde predominan las mujeres.
- 8,4 de cada 1.000 mujeres entre 20 y 29 años son licenciadas en matemáticas, ciencia y tecnología, en comparación con 17,6 hombres. Hay menos mujeres que trabajen en estos campos, lo que hace que trabajen en sectores menos valorados y peor pagados de la economía.
Las barreras institucionales y culturales que desaniman a las mujeres respecto los estudios científicos y profesionales, industria y tecnología, son los prejuicios y estereotipos de género, la permanencia y la promoción, las condiciones laborales o los usos del tiempo. Sin embargo cuando su presencia es mayor, se producen mejores resultados desde el punto de vista de investigación, innovación y competitividad en las universidades, centros de investigación y empresa.
Las chicas valoran más compaginar el mundo afectivo, ser aceptadas por otras mujeres y no le dan el mismo valor que los hombres al poder, el dinero, la promoción. En formación profesional, siguen imperando estos estereotipos y prejuicios, las chicas escogen estudios de administración, comercial, moda, confección, peluquería, sanidad… y los chicos se decantan por la construcción, madera, metal. En las universidades, las chicas eligen humanidades, sociales o jurídicas y los chicos ingenierías y tecnologías.
Los estereotipos culturales empujan a las mujeres a reducir sus jornadas de trabajo para la crianza y el cuidado, incluso que abandonen el mercado laboral. Las mujeres son las que disfrutan en solitario de los permisos de maternidad, de las excedencias o permisos para cuidados. Las que tienen reducciones de jornada, contratos a tiempo parcial, las que ponen todo de su parte para poder conciliar la vida familiar y la laboral.
Según los últimos datos del Ministerio de Trabajo e Inmigración, en los primeros nueve meses de este año se han tramitado 247.326 permisos de maternidad, de los cuales los hombres han disfrutado tan sólo 4.422. En cuanto a las excedencias para el cuidado de un familiar, se tramitaron 32.875 de las cuales 1.681 las solicitaron los hombres.
Corresponsabilidad en la vida doméstica
Por último, pero no menos importante, hemos de hablar necesariamente de la corresponsabilidad en los trabajos domésticos. Un reparto equitativo de todas las tareas y responsabilidades, de todos los trabajos no remunerados en el hogar, para que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades para formarse, para encontrar un trabajo digno y adecuado a su preparación, para permanecer en él y no tener que dejarlo para compaginar su vida laboral con la personal.
Sólo con la corresponsabilidad y el reparto del trabajo no remunerado, sólo encargándonos madres y padres de la crianza y educación de nuestros hijos e hijas, conseguiremos que las empresas dejen de discriminarnos a las mujeres por ver en nosotras un potencial de problemas al hacer valer nuestros derechos. Si cada progenitora o progenitor tuviese derecho a los mismos permisos por nacimiento y adopción, las empresas no verían diferencias entre contratar a un hombre o a una mujer.
En palabras de María Pazos: “Mientras los empresarios tengan cada vez menos obligaciones con los hombres y cada vez más obligaciones con las mujeres, seguirá aumentando la discriminación salarial y las diferencias por sexos en todos los indicadores de precariedad, desempleo, temporalidad y subempleo. Los planes de igualdad no conseguirán contrarrestar las desigualdades introducidas por las supuestas ventajas ofrecidas a mujeres, ventajas que en realidad no son para ellas sino para sus familias a cambio de que ellas se sacrifiquen”.
Si además contásemos con unos servicios públicos como escuelas infantiles de 0 a 3 años y centros de atención a personas dependientes o centros de día y hubiese un reparto equitativo del trabajo doméstico, podríamos empezar a pensar que las mujeres accederían y se mantendrían en el mercado laboral, en trabajos acordes con su preparación, sin tener que elegir entre ser madres o realizarse profesionalmente. Mejoraría su calidad de vida y su salud.
Pero no sólo eso: la sociedad saldría ganando. Porque el potencial de las mujeres no se puede desperdiciar como se está haciendo ahora. Invertir en igualdad es hacerlo en progreso y bienestar.
Encuesta población activa INE, estado español,
4º trimestre 2010
4.696.600 personas paradas
20,79% mujeres
19,95% hombres
Ministerio de Trabajo e Inmigración Estado español, 2008
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4º trimestre 2008 |
10 millones de mujeres en el mercado de trabajo: 8,5 trabajando y 2,5 en el paro.
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Últimos 15 años |
Se 4.147.000 de mujeres en el mercado de trabajo a 8.500.000- También ha aumentado en extranjeras, 44,6% trabajando frente a 42,9% en paro.
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Edad |
Tasas de actividad más elevadas en el tramo 25-54 años. En las más jóvenes se mantiene estancada (se alargan los estudios).
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Cualificación |
49,6% educación superior (igual que los hombres 46,1% educación secundaria 36,8% estudios primarios
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Actividad según cualificación |
Casi la totalidad: estudios secundarios. La tasa de inactividad va aumentando sin estudios, secundaria y doctorado, por este orden. La tasa de ocupación de las mujeres sin estudios se sitúa 20 puntos por debajo de la de los hombres con el mismo nivel.
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Sectores |
Sector servicios: 54% Agricultura: 28,5% Industria: 25,4% Construcción: 5,8% |