OPINIÓ
¡No me puedo creer que vayamos a empezar el año con una alegría! La serie de sobremesa de TV3, Com si fos ahir, ha iniciado una trama de dos mujeres de una cierta edad (avanzada, se entiende) que se aman.
La euforia me viene tanto porque se ha desarrollado de una forma bien natural, como por el hecho de que son dos señoras mayores.
Cuando empezó la trama, ojiplática se me puso esa mirada de siesta con la que veo la serie. Dos amigas, una lesbiana, la otra no, que se lo pasan muy bien juntas hasta que la lesbiana se retira porque, dice textualmente, se estaba colgando de ella; i la otra, claro, la echa mucho de menos. El argumento, pensaba yo, tendrá que continuar por los derroteros propios del género: emoción, idas y venidas y peripecias varias hasta llegar a un desenlace en el que… ¿¡¡Os imagináis que sean felices!!?
Si hacemos una revisión de la ficción lésbica, no podemos olvidar que salimos de un Pozo de Soledad y que antes de ese pozo, solo estaba Safo y para de contar; aunque, haciendo arqueología lésbica, se encuentran un montón de mujeres valientes que desafiaron a la sociedad de su tiempo y ahora son tan Desconocidas como Fascinantes. Pero lo que nos interesa es lo que viene después de ese pozo en el que una mujer, por primera vez en la historia de la literatura, se atreve a decir que ama a otra mujer y no como si fuera su hermana, precisamente.
La aventura, como era de esperar, no acaba de la mejor manera y lo que viene después ya os lo digo yo: todo es tragedia y lágrimas como las de Petra Von Kant, las de Nora Flood en El Bosque de la noche (todavía no habíamos salido del pozo y ya nos habían metido en la oscuridad del bosque), las maestras de La Calumnia (una de ellas suicida), el Diario de un escándalo, el dolor y la muerte que llevaba Escrito en el cuerpo mi adorada Jeanette Winterson, etc. etc. etc. Todo son finales para cortarse las venas.
Invisibilidad y tragedia han sido una tradición que ha evolucionado poco a lo largo de los años, aunque hoy en día la leyenda lésbica es algo más variada. Lo he escrito muchas veces, pero no está de más refrescarlo ahora que la televisión pública catalana osa (chapeau) presentar el tema en horario familiar (aunque la chiquillería está en la escuela, puede verla por la noche). Porque la trama seguirá, ¿verdad? No la dejarán cortada ¿eh que no? En la guía de personajes de la página web () no sale apuntada y el personaje de la lesbiana Paz no aparece, pero seguro que es por una desafortunada coincidencia, ¿verdad que sí? Estoy convencida de que solo ha quedado momentáneamente interrumpida en el capítulo 276 cuando Joana (Marta Angelat) le hace esta declaración a Paz (Anna Güell):
—Tú no sabes lo importante que ha sido para mí haberte conocido. Me has descubierto un mundo, me has convertido en otra mujer. Me parece que yo también me he enamorado. Tal vez es que tengo prejuicios, pero no quiero tenerlos, no quiero perderme la posibilidad de vivir esta historia contigo.
Curiosamente, Paz le responde con estas palabras:
—Me gusta ver que me aprecias tanto, porque yo también te aprecio mucho (es textual aunque os suene a chufla), pero me parece que confundes los sentimientos. A ti no te gustan las mujeres.
Y Joana replica:
—Las mujeres no, me gustas tú.
Una variante del famosos yo-no-soy-lesbiana-solo-me-gustas-tu, categoría en sí misma muy extendida en el mundo que nos ocupa.
Siendo las bonitas fechas que son, no puedo evitar hacer una especie de carta a los Reyes/Reinas Magos/Guionistas: Porfi, porfi, no lo dejéis ahí, atreveos a ir adelante y, si fuera posible, llegad a un desenlace mínimamente alentador. Aunque os parezca muy alejado de la realidad, hay mujeres que se han unido en la madurez para compartir la vida y lo llevan la mar de bien. Tanto da que esta resolución que os pido sea un ejemplo de amor romántico (Amor Disney, que dice Brigitte Vasallo), a fin de cuentas, no hemos disfrutado de muchos finales felices. Y si ahora TV3 se atreve a plantear la historia de dos mujeres mayores que, con todas sus peripecias, acaban teniendo un insólito happyendding, habremos coronado la cima de la ficción lésbica.
Habrá que seguirla ¡Que emoción!!
La escena con Marta Angelat i Anna Güell