viernes 26 abril 2024

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¿Dónde se esconden las Irene Polo?

Una tertulia en el Colegio de Periodistas reivindica el reporterismo de la periodista de la época de la Segunda República Española

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Era cosmopolitana, trabajaba a pie de calle, practicaba el periodismo de investigación y de infiltración, hacía crónicas visuales avanzándose al mundo audiovisual que todavía no existía y nunca rehuía del punto de vista propio e irónico. Así era la periodista de la Segunda República Española Irene Polo (Barcelona, 1909-Buenos Aires, 1942).


 

 

Calidades y maneras de hacer periodismo que se encuentran bien lejos del reporterismo gris y basado en los intereses de las industrias periodísticas que encontramos hoy en día. Cuando menos, estas fueron unas de las premisas que coincidieron los asistentes y asistentas que intervinieron en la tertulia que se celebró el pasado jueves en el Colegio de Periodistas bajo el título ¿Es reporterismo lo que se hace hoy? En el debate participó la licenciada en filosofía y ciencias de la comunicación Glòria Santa-Maria, quien junto con la investigadora Pilar Tur, han recogido las principales crónicas de Polo en La fascinación del periodismo. Crónicas (1930-1936) de Cuadernos Quema (2003).

La primera constatación entre el periodismo de Polo y el de hoy en día es que “ha habido una rotura con esta generación”, según el periodista y reportero Bru Rovira, dado que ”no se habla del periodismo de la Segunda República Española en las facultades de periodismo”. En segundo lugar, Rovira consideró que el periodista tendría que hacer como Polo e ir a cubrir los lugares de los hechos. Por ejemplo, Polo, que era una luchadora incansable de los derechos laborales, se va a las minas de potasa de Sellent y Súria a investigar las condiciones de vida de los mineros y para averiguar si era cierto o no el rumor que había sobre que los obreros en huelga venían pagados, cosa que desmiente el Ayuntamiento, publicó la crónica bajo el título Jornadas trágicas. Sellent, la madriguera del repelús. “Hay que recordar que eran en 30 que Polo era una de las pocas mujeres que había a las redacciones y que ir de Barcelona en Sellent a hablar con los mineros no era nada usual”, recordó Santa-Maria.

Rovira también destacó la interviu -tal como solía decir Polo– que le hizo la joven periodista al entonces decano del Colegio de Periodistas en qué él le confiesa que él empezó como linotipista, cosa que según Rovira: “Actualmente es impensable. Los decanos, directores y jefes de sección de los medios antes eran los que tenían más experiencia. La persona que brillaba tenía un lugar a las redacciones”. Rovira también destacó el carácter despampanante de Polo y de cómo consigue que las entrevistas se conviertan en conversas, muy diferente de cómo son las entrevistas de hoy en día: “Los periodistas de ahora cuando tienen que ir a hacer una entrevista te piden qué tienen que preguntar. No se documentan previamente”.

irenepolo1El ingenio de Polo llegó hasta los límites que, por ejemplo, como no pudo entrevistar al político Francesc Cambó, optó para describir el diputado a través de seguirlo durante un día y lo relata a: A la cacería de cuatro palabras de Cambó. “El que hoy se suele hacer, entonces fue una innovación”, describió Santa-Maria. Polo también se hace pasar por una seguidora del partido fascista Acción Popular y se hasta Madrid en coche para escuchar el mitin en la Escorial del político José María Gil Robles o bien la entrevista a la estrella de cine Buster Keaton a propósito de su visita a Barcelona que se va a pasar el día en Sitges (foto) y a quien Polo describe como “una cara de que os llega al corazón, pero que no dura. Porque Buster Keaton es un cómico auténtico” y a quien Polo probará de robarle una sonrisa. Polo es una periodista sin pelos en la lengua, por eso, si tiene que criticar la FAI porque habla en nombre de los obreros, lo hace, como se aprecia en el artículo No se hace una huelga con crímenes ni con mentiras. Contra la FAI, en defensa de los obreros. Un artículo que, escrito en plena convulsión social, no es descabellado pensar que quizás le hubiera costado la vida, como le pasó precisamente al periodista Josep Maria Planes.

Pero actualmente existe alguna Polo? Donde se esconde? Qué se los carece a los periodistas de hoy en día? “Actitud combativa a primera línea” respondió Rovira, que confesó decirlo no con nostalgia sino con “cabreo”. Según el periodista, las empresas periodísticas de hoy en día acaban matando la brillantez, pareciendo a la de Polo que puede tener cualquier redactor o la redactora. La periodista y profesora de la UAB Elvira Altés, autora del libro Las periodistas en el tiempo de la República también estuvo de acuerdo con Rovira y subrayó cómo: “Con la tendencia que hubo a las facultades de buscar la objetividad, que no existe, se ha despersonalizado el periodista. Y en esto también tenemos parte de culpa los profesores universitarios”.

Polo, autodidacta, empezó a escribir a los 20 años por los medios más destacados de la época como la revista Imágenes, al Semanario Gráfico de Actualidad y, también, al semanario madrileño Mundo Gráfico, entre otros. A partir de 1931 trabajó por La Humanidad y, a la juntos, por el semanario La Rambla hasta 1934. Fue redactora de La Opinión, en 1933-34, trabajó por El Instante (1935) y por el diario por la tarde, Última Hora (1935-1936). Según destaca Elvira Altés, el hecho que se sintiera atraída por las mujeres era sabido y aceptado por el resto de periodistas. El 29 de enero de 1936, Polo se embarcó hacia América como secretaria general, directora artística de la puesta en escena y ninguno de prensa de la compañía de Margarita Xirgu, a quien admiraba como artista y amiga. Con el estallido de la Guerra Civil, la periodista ya no pudo volver. Durante tres años trabajó para la compañía de Margarita Xirgu, organizando las tournées por el continente americano hasta que el 1939 se disolvió la compañía teatral. Polo se quedó en Buenos Aires, retomó el trabajo de traductora de francés (que, por cierto, ya había hecho en Barcelona), ahora por las editoriales Losada y Sopena, y consiguió traer la madre y las hermanas en Argentina. A partir de 1941 entró en una etapa de gran desaliento y depresión que la trajo a poner fin a su vida, cuando tenía 43 años.

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