Protestas en Londres
Si hay alguien, que se haya convertido en símbolo de reconocimiento y fortaleza contra la segregación racial arraigada en Estados Unidos, esa es Rosa Parks, una mujer negra, que cansada de la discriminación, ayudó a iniciar el movimiento de derechos civiles, cuando se negó a ceder su asiento a un hombre blanco en un autobús en Montgomery, Alabama, en 1955.
Rosa Parks / Unite Press International / file Foto
Parks, arrestada por su desafío, accedió también a desafiar la orden de discriminación cuando la Corte Suprema dictaminó, que la segregación de autobuses era inconstitucional
Pero, a la misma velocidad de la expansión del coronavirus, también, llegan noticias de la expansión de los manifestantes en todo el mundo por la indigna muerte de George Floyd, el afroestadounidense que murió bajo custodia policial en Minneapolis. Indudablemente un mal síntoma del sustrato racista y xenófobo que continúa vigente
La muerte de Floyd, abre el debate sobre las disparidades raciales que permanecen soterradas en el tiempo y ahora se convierten en un fenómeno global. En el país norteamericano, los disturbios, según entendidos, son los más graves reportados desde 1968, cuando fue asesinado el líder por los derechos civiles Martin Luther King Jr.
Miles de personas se hacen eco del movimiento “Black Lives Matter” (“Las vidas negras importan”), extendiéndose como el fuego y pidiendo el fin de la discriminación. Las movilizaciones contra el racismo se llevan a cabo en muchas ciudades europeas. En Londres, el domingo, se vio una manifestación masiva, con enfrentamientos con la policía que provocaron daños al mobiliario urbano y ha continuado todos estos días, sin que los manifestantes cumplan con las medidas del distanciamiento social por la pandemia que, entre otras cosas, coincide con un informe de la Oficina Nacional de Estadísticas, que indica que el número de contagios y fallecidos en Reino Unido, se ha multiplicado entre la población negra y asiática
La corriente, “Las vidas negras importan”, denuncia desde el 2013, la violencia policial contra la comunidad negra en Estados Unidos. Trascendió en el 2014, cuando un episodio similar al de Floyd, sucedió en New York, tras la muerte por asfixia de Eric Garner, un vendedor ilegal de cigarrillos, arrestado por el oficial Daniel Pantaleo, quien utilizó una técnica de estrangulamiento prohibida por la policía y había sido demandado en dos ocasiones por maltrato racista. El oficial salió libre de cargos
La imagen que hemos visto del policía blanco, poniendo su rodilla sobre el cuello de George Floyd, hasta asfixiarlo, es la evidencia de una realidad latente de la población afroestadounidense y Latina en el país norteamericano. La larga lista de víctimas del uso excesivo de la fuerza a manos de agentes de la policía sobre hombres, mujeres, niñas y niños, son evidentes. Por poner un ejemplo, los inmigrantes menores de edad separados de sus padres cuando iban a cruzar ilegalmente la frontera sur de Estados Unidos
Pero el racismo y la xenofobia arraigados en la sociedad, sumados a la violencia policial, ponen sobre la mesa, tres problemas coexistentes, racismo, xenofobia y violencia policial, tanto que muchos estudios demuestran que las muertes por estos hechos, constituyen no solo un problema de salud pública, sino que, son el reflejo de patrones profundos de diferencia racial. No es un secreto que, en el país norteamericano, en ciudades como New York, epicentro de la pandemia, los afroestadounidenses y los hispanos, son los más vulnerables y tienen las tasas más altas de contagio y muertes por el COVID-19
El caso de Floyd, visible al mundo, no deja indiferente a nadie, bueno, es un decir, porque parece que a Donald Trump, sí. Lo digo, por su reacción temeraria cuando llama “matones”, a los manifestantes y con sus discursos de odio, sin medir las consecuencias, amenaza con dispersarlos con la mano dura del ejército. En su habitual forma de comunicarse, en un twitter, expresó: “Cuando comienza el saqueo, comienzan los disparos” nada de raro que, por las próximas elecciones, quiera congraciarse con sus votantes blancos y supremacistas
Desafortunado, que actitudes discriminatorias como éstas, aún permanezcan en el imaginario de muchas autoridades y en la sociedad misma. En las minorías silenciadas o negadas, esas discriminaciones son tan sutiles, que muchas veces ocurren, sin que los involucrados sean consecuentes
Es cierto que, a lo largo del siglo XX, el racismo y la xenofobia, han ido ganando adeptos y conquistado pequeñas victorias, amainando el camino hacia la igualdad, pero también es cierto, que, la violencia racial, la incitación al odio, los prejuicios y los estereotipos, forman parte de la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo
Como colofón, la acertada frase de Jacob Frey, alcalde de Minneapolis: “la indignación de los manifestantes, no es solo por la muerte de George Floyd, sino por cuatrocientos años de racismo acumulado, su muerte, debe llevar a un cambio de justicia y de sistema”