domingo 30 junio 2024

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Es cosa de toda la sociedad

Hace pocos días conocíamos la existencia de un grupo de chat en una muy conocida red social de los estudiantes de primer curso del grado de Educación Primaria de Ciencias de la Educación de la Universidad de La Rioja, donde los estudiantes hacían comentarios sexistas y homófobos sobre sus compañeras, las estudiantes chicas, del mismo grado.

Comentarios sobre el físico de sus compañeras del tipo “Espero que estén buenorras” u otro como “Hay que romperles las bragas” que ya han motivado una concentración de rechazo en la que se concentraron, aproximadamente unas quinientas personas para manifestar su exigencia por una tolerancia cero hacia el machismo y la homofobia. Y, según informó el rector, Juan Carlos Ayala, “ahora se abrirá un proceso informativo para ver si lo ocurrido es digno de ser puesto en manos de la Fiscalía”.

Se podría pensar que es un caso aislado, pero hay que recordar lo que ocurrió el curso pasado con los cánticos machistas de los alumnos masculinos del colegio mayor Elías Ahuja, vinculado a la Universidad Complutense de Madrid hacia las alumnas mujeres que residían en el col colegio mayor Santa Mónica, ubicado justo frente al masculino. La fiscalía acabó archivando sus actuaciones y el principal actor de aquellos cánticos vergonzosos fue readmitido en el colegio mayor, como si nada hubiera pasado.

Como se puede comprobar, no son hechos aislados. Son las consecuencias de un sistema que está vivo y todavía muy potente y cree que las mujeres, sobre todo las mujeres jóvenes, pueden ser objetos para ser usados por los hombres. Un sistema, por el que la pornografía violenta es la herramienta que sustituye al que debería ser una asignatura de educación afectiva sexual obligatoria en la educación obligatoria. Al menos en la educación secundaria y el bachillerato.

Un sistema que legitima que haya mujeres explotadas y vejadas sexualmente en los burdeles y viviendas donde se ejerce la prostitución cada hora de cada día y en la que las mujeres son tratadas como esclavas sexuales por los puteros que las violan cada día y cada hora.

Y no, no son exageraciones. Son realidades duras y crudas de ver y que cuentan con muchas, demasiadas complicidades en todos los estamentos para favorecer que no desaparezcan. En caso contrario, no se hubiera readmitido al estudiante de Elías Ahuja, No se hubiera archivado ese caso. Se hubiera implicado mucho más al Tribunal Arbitraje Deportivo en el caso Rubiales. No se hubiera “normalizado” el “No voy a dimitir” de este fatuo y ridículo personaje. Y son sólo unos ejemplos, todos ellos muy recientes.

Pero para mí, el caso de la Universidad de La Rioja tiene, además, un agravante importante. Que estos alumnos que hicieron estas manifestaciones en el chat, serán docentes de niños durante su vida laboral. Y, al menos teóricamente, deben transmitirles valores totalmente opuestos a lo que manifiestan en el chat. Valores como el respeto, la no violencia, la tolerancia cero hacia el machismo, la homofobia o la xenofobia. Y, al menos por el momento, la predisposición, no se ve por ningún lado.

Tienen razón quien dice que todas las personas hemos cometido fallos a lo largo de nuestra vida, y mucho más cuando hemos sido jóvenes. Toda la razón. Pero estos errores deben tener consecuencias cuando son atentatorias a los derechos humanos de otras personas. No deberían quedar impunes, porque el ejemplo que dan es que nunca ocurre nada cuando se atenta contra los derechos de las mujeres o de las personas homosexuales o inmigrantes. Y sí, sí que ocurre. Ocurre que con sus actos manifiestan una supuesta superioridad que nadie les ha otorgado y que aquellas personas a las que ofenden, pueden sentirse muy mal.

Ya bastan estas actitudes. Pero sobre todo, ya basta de tantas complicidades que lo único que consiguen es que nos cueste mucho más avanzar hacia una sociedad más igualitaria entre las personas. Entre todas las personas.

Y ahí las instituciones, todas, deben implicarse muy en serio.

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Tere Mollá

Empleada pública del Govern valencià des de 1983. Sindicalista. Formadora en Igualtat d'Oportunitats, Violència de Gènere, Micro masclismes i Coeducació des de 2006.
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