El recuerdo más vívido que tiene Verónica Buzica de su adolescencia es el estar rodeada de hilos, agujas y telas. Su madre era costurera y no había forma de que se librase de ayudarla en sus labores, una situación que no le gustaba mucho ya que aquella jovencita aspiraba tener una profesión muy alejada de pespuntes y dobladillos, además de conocer el mundo.
“Mi madre siempre me dijo que algún día se lo iba a agradecer”, dice Verónica con una sonrisa y hoy convertida en la propietaria de Vero Style, un negocio de arreglo de prendas de vestir y de confección de ropa con dos locales ubicados en la zona del Eixample de Barcelona. Un gran logro tratándose de una mujer de 36 años que hace apenas ocho no sabía ni una palabra de castellano y menos de catalán.
Verónica es rumana y llegó a Cataluña en el año 2002 portando en la maleta su ropa y sus certificados de estudios que la distinguían como diseñadora de moda, una profesión que ejerció exitosamente durante 18 años en su Bucarest natal.
La decisión de dejar a su familia y un trabajo estable descansó en ese juvenil anhelo de ver mundo, pero también en la necesidad de forjarse un futuro en un lugar con mayores oportunidades. No ha sido fácil, pero con empeño Verónica ha sabido salir adelante sorteando la crisis y enfrentándose, en ocasiones, a los odiosos prejuicios.
Vencer los obstáculos
En Barcelona, Verónica no tenía ni amigos ni conocidos que le pudieran echar un cable, aún así no se desesperó y apenas bajada del avión ya estaba tocando puertas. “Creo que recorrí todas las tiendas de costura de Barcelona. No hablaba castellano pero me hacía entender para decir que sabía coser”, comenta Verónica.
No sabe aún si fue la suerte o qué, pero a los pocos días consiguió faena en una tienda de costura en la que trabajo tres años. Luego pasó por otros empleos similares hasta que llegó al negocio que ahora es suyo. Era el año 2006.
Allí tuvo dos jefes y fue la última la que, motivada por la crisis, decidió venderle la tienda. “Para mí fue una oportunidad. Sabía que podía salir adelante, había ganado clientes y podía lograr más”, añade. Pero no fue sencillo conseguir el dinero para el traspaso. Los bancos no le concedían crédito debido a su condición de extranjera sin propiedades ni ahorros que la avalaran. “Yo les argumentaba que mi aval eran mis manos y mi iniciativa”, recuerda.
Cuando por fin consiguió el crédito que necesitaba fue como un nuevo comienzo para Verónica, aunque ser mujer e inmigrante ha sido también una dificultad a vencer. Al ser rumana han habido ocasiones que el estereotipo sobre su origen que anida en algunas mentes estrechas se ha puesto en evidencia a veces de manera sutil y otras no tanto, pero eso no la ha amilanado. “Una persona vale por lo que es. Te afecta que te digan según qué cosas porque eres rumana, pero eso no te puede hundir. Lo he vivido muy mal en su momento, pero soy una persona positiva”, dice.
Trabajo duro
A Verónica también le ha tocado lidiar con otros prejuicios, vinculados ésta vez a su condición de mujer y emprendedora. “Desde joven he tenido que demostrar que estoy bien preparada en mi profesión, y lo mismo pasó cuando me hice dueña del negocio”, asegura y recuerda algunas anécdotas con sus clientes. “Al principio venían personas que preguntaban por el sastre o el peletero. Cuando les decía que yo era “el sastre” se sorprendían, no se imaginaban que era yo la que les iba a hacer la faena. La gente desconfiaba, pero he dejado que mi trabajo hable por mí”, dice.
Verónica ha sabido también capear a la crisis apelando a una particular estrategia de marketing: mimar a sus clientes. “Les hago descuentos, regalos. Tengo muchos detalles para con ellos y mi atención es muy familiar, ya sean clientes antiguos o nuevos”, asegura y a eso le añade el plus de la responsabilidad y el trabajo entregado en la fecha pactada. Una maniobra de mercado que le ha sido tan rentable que le permitió, en febrero pasado, montar una segunda tienda.
“En estos tiempos hay que trabajar duro y más si eres mujer. Yo trabajo quince horas al día. Hay meses que son buenos otros que no, lo importante es tener siempre un plan B, estar preparada para las situaciones adversas”, dice Verónica y añade que el secreto para que te vaya bien en los negocios reposa en pensar siempre en el cliente y también en la gente que trabaja para ti.
En sus planes a futuro, Verónica aspira a tener una tercera tienda y también, quizá, formar una familia con su novio peruano. “Los extranjeros tenemos que luchar más y no nos rendimos tan fácil”, asegura. Una lucha permanente que ha dado frutos y por ello no son pocos los que le dicen, al ver que le va tan bien, que seguro debe estar juntando dinero para regresar a su país cuanto antes. “Se equivocan los que piensan así. España ahora es mi país. Me gusta estar donde estoy”, dice con una gran seguridad.