La nueva línea de ropa de mujer de la firma Mango, que ha sido lanzada esta semana, es una campaña de comunicación y publicidad “desafortunada”, “discriminatoria” y de riesgo porque plantea un salto perceptual cualitativo de la talla 38 a la 40 que puede resultar traumático para su público, de acuerdo al análisis de dos expertas consultadas por La Independent.
El anuncio de la salida al mercado de “Violeta by Mango” destinada a cuerpos más grandes de mujeres jóvenes sólo ha logrado críticas desde hace varias semanas. Si la marca buscaba ofrecer una línea para un nicho más amplio y diverso, de acuerdo a fisonomías reales de las mujeres, no ha logrado su objetivo al ser planteado como “especial” un patrón que, si bien llega a la talla 52, se inicia en la 40.
“Cuando se separa de manera evidente una talla de otra para agruparla en una categoría distinta, como es la talla grande, se estigmatiza a las personas”, afirma Mónica Figueras, socióloga, investigadora en temas de género y directora en el postgrado de Comunicación y Periodismo de Moda del IDEC-UPF.
“Si bien en ningún momento Mango habla de tallas grandes, el hecho de dividir, de meter los modelos más de la talla 40 hasta la 52 en una especie de cajón, implica poner al mismo nivel todas esas tallas y ese hecho tiene efectos negativos”, coincide Mónika Jiménez, experta en el discurso publicitario de las firmas de moda y profesora en la UPF.
La Independent buscó tener una versión de la empresa catalana Mango, pero no tuvo respuesta.
Colectivos vulnerables
Los efectos pueden verse “especialmente en determinados colectivos, como el adolescente, para el que, con campañas de este tipo, pasar de una talla 38 a una 40 supone un verdadero trauma”, agrega Jiménez.
“Si a esto añadimos que, en el caso de Mango, la talla 40 es considerada como una talla especial, los efectos sobre la percepción de la autoimagen corporal de ese colectivo son altamente nocivos y, en muchos casos, pueden ser la base de potenciales trastornos alimentarios”, afirma.
Figueras también coincide con esta idea al señalar que efectivamente “la población adolescente es muy vulnerable a esta presión ya que está en un momento vital de la construcción de su identidad y de su reafirmación como mujeres, con cambios fisiológicos y psicológicos”. Igualmente, añade, son vulnerables todas aquellas mujeres con falta de seguridad en sí mismas y en su propio cuerpo.
Estrategia desafortunada
Los colectivos feministas en reiteradas ocasiones se han mostrado contrarios a que se señale, refiriéndose principalmente a la talla 38 y otras menores, modelos ideales de medidas del cuerpo ya que éstas son totalmente alejadas de la realidad y motivadas sólo por intereses comerciales.
“Es claramente una estrategia comercial para ampliar su mercado, buscan un nicho muy específico que cada vez es más numeroso porque la tendencia es el sobrepeso o la delgadez extrema, y quieren explotar esas tallas”, afirma Figueras.
Para Jiménez, el lanzamiento de “Violeta by Mango” obedece, por un lado, al clamor social de una normalización del sistema de tallaje en el Estado (como la campaña “Motius per donar la talla”, de la que ella es co-impulsora) y, por otro lado, a “ese interés de Mango por la imagen corporal femenina y, obviamente, al hecho de cubrir nichos del mercado aún no saturados”.
Si bien los objetivos comerciales de la marca son correctos, agrega, “considero que la campaña de comunicación llevada a cabo es absolutamente desafortunada por la discriminación de conlleva lanzar una línea especial”.
A favor de Mango
Jimenez rompió una lanza a favor de Mango, dijo que “es una de las pocas empresas de moda española que a lo largo de los últimos años ha mostrado una cierta preocupación por el tema de las tallas. En su momento mantuvieron contactos con asociaciones y agentes implicados en la lucha contra los trastornos alimentarios, de lo que implementaron en su estrategia de comunicación diferentes elementos vinculados a una imagen corporal saludable”.
Por otra parte, agregó, “Mango es una de las pocas firmas de moda que, hasta el momento, disponía de las tallas XS y XL en algunos de sus modelos (no en todas las tiendas), hecho que, aunque debería, no es habitual en todas las marcas de ropa”.
Si bien la campaña resulta desacertada, agrega Figueras, es posible que si en la tienda no hay una diferenciación clara en la colocación de tallas, si se muestra la diversidad de manera integrada, es posible que se disminuya el efecto.
Están establecidas como grandes las tallas a partir de la 48 y suele haber tiendas especializadas para ellas.
Periodismo de moda
Mónica Figueras añadió que la prensa, generadora de opinión, suele no ser crítica con este tipo de situaciones, ya que no existe un periodismo especializado en moda, siendo la información que se da muy generalista, donde no se buscan expertos como portavoces y se acepta la influencia de la publicidad y la presión de parte de las marcas.
Las revistas femeninas suelen responder a las lógicas de los anuncios y, respecto a la moda, generan una especie de guetos donde marcan cánones y sobrepesos en cuerpos que no los tienen, por lo que reivindicó los medios alternativos que muestran otro tipo de información sin influencias.
Para Jiménez, es necesaria la implicación del gobierno sobre este tema, ya que no debe ser resuelto o definido por las marcas y empresas, sino por los organismos responsables de la salud pública.
“Actualmente, el propio gobierno es cómplice de la discriminación que sufren millones de personas en este país por el simple hecho de no encajar en el patrón que dicta la moda”, dijo.
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