¿Qué se puede decir que no se haya dicho ya sobre Alice. La Munro, claro. No la hay otra. La que ganó el premio nobel. La anciana que juega al escondite detrás de sus libros y los cientos y miles de fotos que andan dando vuelta al mundo en estas semanas. La maravillosa escritora de cuentos, relatos frondosos y deslumbrantes.
Tuve la suerte de conocer a Alice Munro – en apoyo escritura – antes de que la premiarán (no me pasó lo mismo con Doris Lessing, a la que adoro también). Alguien la recomendó hace unos años en un suplemento dominical de cultura y desde entónces caí en la trampa de sus historias de gente sencilla, que pasa por cosas horrorosas y sobrevive, y no hace del sufrimiento una gran cosa, que está movida por pasiones que la desbordan; que son tenaces hasta el final. Gente cincelada por Alice con destreza sutil y precisa, considerándolas múltiples, movedizas, variables cualidades que nos hacen humanos (sí, la mayoria de protagonistas son mujeres).
Es curioso porque ella no se considera una mujer”normal”. No sabia que hacer cuando intento retirarse, porque no tenía la más remota idea de como levantarse por la mañana y hacer lo que una mujer de su edad se supone que hace: ver amigas, nietos, acompañar a su marido, si es que hay uno, cocinar, cuidar de las plantas, quejarse de sus achaques …
No, ella con eso no pudo. Por suerte para todos y todas, el país de Alice sigue poblado de historias.
Gracias Alice!