Escrit per Dolors Reguant
OPINIÓN
Hay que subrayar el habitual sentido del humor y la ironía a que Isabel Franc nos tiene acostumbradas en toda su obra.
Y también su reivindicación en cuanto al humor de las mujeres, muy invisibilizado como todo lo que proviene de “mujer”. Es más, refiriéndonos a la palabra clave: invisibilizadas, yo diría que en cuanto a genealogía estamos más bien borradas del mapa, y verdaderamente cansa un poco ir alzando la mano cada vez. En este tema, Isabel alzaba la mano en la edición del libro Las humoristas, ensayo poco serio sobre mujeres y humor (Icaria 2017). Y decía “las mujeres han utilizado el humor como estrategia de transgresión, mecanismo de defensa, arma de resistencia y empoderamiento; para establecer y estrechar lazos afectivos, jugar con las normas, desafiar al patriarcado y romper estereotipos”.
Pues bien, en el libro que acaba de salir de imprenta “Dos tazas” (y está previsto que salga la versión catalana “Dues tasses”) se dan todos y cada uno de estos requisitos. Hay evidencias de ética y crítica social, es decir, humanismo, compasión, solidaridad, mirada desprejuiciada del racismo y de clase social … y como no, viniendo de ella, el amor por los animales.
Todo ello no es promovido con grandes eslóganes, sino de manera subliminal, en el trasfondo y en la forma que se posicionan los personajes. Una manera efectiva y necesaria para la transformación social en que estamos inmersas desde la política feminista, sabiendo que el mundo de la significación está asociado al mundo de la intención y de la conducta humana.
La trama de esta novela va de género. Trata del regreso de la inspectora García al cuerpo de policía donde se incorpora de nuevo, y junto con su ayudante Murals hacen un buen tándem para investigar dos casos en paralelo: una serie de robos a ancianas ricas y un sospechoso intento de suicidio de una escritora; en este último con la ayuda de la doctora Dylan. La intriga se hace sentir desde el primer momento.
Cabe destacar la precisión con que describe escenas cotidianas (como es la espera en el aeropuerto o los entresijos de las salas de urgencias…), en las que te introduce de forma cinematográfica haciéndote vivirlas desde dentro.
En cuanto a la visibilización de las mujeres aquí Isabel se lo ha tomado al pie de la letra, ya que en el relato los hombres no aparecen.
El entretenimiento -y si es con humor, bendito sea- es una manera fluida y divertida, tanto para quien escribe como para quien lo lee, de pasear por el mundo de manera relajada, y en estos momentos todavía más !!!. Pero sin darnos cuenta, nos van calando en el inconsciente las metáforas de la vida. Por eso mismo, puede haber un arma de doble filo, pues por lo que he observado, cuando a veces una plataforma anuncia películas o relatos de tipo feminista, están llenas de eslóganes o tópicos de reivindicación feminista, y en cambio, el posicionamiento de los personajes nos muestra todo lo contrario, creando la confusión a la que estamos habituadas en la moda actual. Es como si en el interior de un relato hubiera una temperatura fría o caliente y quedara transformada por una corriente de aire que proviene de signo contrario.
En “Dos tazas” esto no ocurre, la autora de esta novela sigue una sola línea. Por ello considero muy importante que las mujeres hagan guiones, relatos… desde su posicionamiento. Aquí ni Franc ni Garcia necesitan eslóganes; su relato ya lleva dentro el feminismo. Me recuerda una frase de Victoria Sau que decía: “Si todo el mundo hubiera leído todo lo que he leído yo, todo el mundo sería feminista”.